A medio escribir

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No puedo dormir.

Lo veo
una y otra vez,
se repite
en cámara lenta,
compite con mi presente
me atormenta,
me lastima,
me presiona,
me arrincona,
me hace sentir ínfima.

Y tengo ganas de llorar,
muchas ganas de no parar,
hasta expulsar todo este dolor,
hasta sentir espasmos
controlar mi cuerpo,
hasta que mi alma se sienta
un poco más aliviada.

El pasado está ahí,
es más real que el presente,
es consciente del poder
que tiene sobre mí.
Sabe cómo hacerme infeliz,
tiene la cualidad de hacerme regresar a la oscuridad
con tan solo una secuencia
de imágenes tristes,
y una serie de silencios
con más significado que cualquier composición
de Beethoven.

Ahoga un grito,
y resuena un eco familiar
tan hiriente,
tan ardiente,
tan tirano,
que me hace dudar
si estos meses sirvieron para algo.

Pensé que había encontrado
un poco de paz,
estabilidad emocional,
una razón por la cual
aprehender a caminar.

Pero ahora lo dudo,
con lágrimas en los ojos,
recuerdo
y aflige
no tanto como en ese momento,
no tiene la misma fuerza
sin embargo, tiene el mismo dominio.

Flashback
en blanco y negro:
una niña pequeña y
un cuaderno incompleto.

Analepsis
de lágrimas nítidas:
hojas arrancadas,
manchadas,
tachadas,
que predican lo que realmente quería expresar,
y no me animé a contar.

Mi historia nunca avanza,
estoy atrapada
en un ciclo sin fin,
algo a medio escribir.

No hay final feliz.
No hay moraleja.

Solo yo
con todo esto
que me acompleja.

All I Never SayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora