Prólogo

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Abrí el buzón junto a la entrada para sacar el correo y me enredé con las llaves intentando abrir la puerta.

Cuadrulqui, mi gran danés blanco y negro, respiraba pesadamente luego del paseo que habíamos dado.

Cuando por fin entramos a la casa, Cuadri (como le decía yo) salió disparado a la cocina en busca de agua y me quedé en el recibidor revisando la correspondencia.

Dejé de lado todas las cartas que indicaban facturas y deudas, y le dediqué mi total atención a la única que enviaban mis padres.

"Querida Flor:
La estamos pasando espectacular en nuestras vacaciones. Esperamos que estés bien y recuerdes mantener la frente siempre en alto."

¿Eso era todo? Bueno, supongo que si yo la estuviera pasando bomba en la otra punta del mundo tampoco me gastaría mucho en escribir una carta. Así que la guardé en el bolsillo de mis jeans sin preocuparme más por el asunto.

Se habían ido y me habían pedido que les cuidara la casa, así que lo estaba tomando como un pequeño descanso yo también. La verdad, había perdido mí trabajo de secretaria unas semanas antes, al quebrar la compañía en la que trabajaba, y estaba desempleada desde entonces.

Fui al living a prender la televisión para que me hiciera algo de compañía, porque, a pesar de que la presencia de Cuadri era imposible de ignorar, el silencio en esa enorme casa me ponía los pelos de punta.

Tuve la suerte de dar con mi programa de noticias favorito, así que dejé que la voz de la entrevistadora María Trinidad inundara la estancia y fui a la cocina a ver qué prepararía para la cena.

–¿Algún menú especial? –le pregunté a Cuadri que estaba echado bajo la mesa. Él simplemente bostezó y no me llevó el apunte–. Ok, entonces pasta será.

Mientras esperaba que hirviera el agua, me até el delantal y presté atención al programa, que tenía como invitado especial al jefe de Policía de la Capital.

–Dígame, señor Loma... –empezó Trini.

–Llamame Leo –le pidió él, interrumpiéndola con una sonrisa amistosa.

Ella se sonrojó y soltó una risita nerviosa. Ok, ya los shippeaba, chau.

–Bueno, Leo –siguió ella– ¿Qué nos podrías contar del aumento considerable de pandilleros en zonas urbanas como la propia "city porteña"?

–Bueno, la actividad de las pandillas, como bien vos decís, ha ido aumentando en este último tiempo, pero las autoridades estamos haciendo todo lo posible para mantener la cuestión a raya y que la gente se sienta más segura. Cómo consejo para la audiencia –añadió Leo mirando a la cámara– la Policía les recomienda estar atentos a sus alrededores e informarnos de cualquier actividad que les parezca sospechosa.

–Me alegra que haya gente como vos cuidándonos –comentó Trini.

–Y yo soy más que feliz de estar a su servicio –él le guiñó un ojo y decidí que, por mucho que me agradara la pareja, no necesitaba seguir viendo, así que volví a internarme en la cocina.

Mientras revolvía los fideos en la olla, no podía evitar pensar en lo que acababa de escuchar. Pandillas en actividad. Guau, como sacado de película. Quién diría que la inseguridad llegaría hasta ese punto...

Mis cavilaciones se vieron interrumpidas por el violento ruido de un vidrio haciéndose añicos en el comedor.

Rápidamente, agarré el control, que inconscientemente había metido en el bolsillo del delantal, y apagué la televisión para oír mejor.

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora