Durmiendo con el enemigo

395 36 9
                                    

–Tenés que estar equivocada –a pesar de sentir el corazón latiendo desenfrenadamente en mi pecho, no había perdido el sentido del habla. Por lo menos, no todavía–. No hay forma de que mis viejos anduvieran metidos en apuestas ilegales en tu sótano.

Incluso decirlo sonaba ridículo. Jazmín se daba cuenta, ¿no?

Sentada cómodamente sobre mí, frunció el ceño totalmente disgustada.

–Ah, pero es cierto. Nunca se me olvida una cara –acarició mi mejilla con su pulgar–. Si sos la hija de la pareja en la foto, entonces no hay error.

Giré la cara para alejarla de su roce.

–Si me odian tanto, ¿para qué me salvaron de los otros mafiosos? –seguramente soné más agresiva de lo que pretendía.

–¿Qué sé yo? Ocurrencia de Mariano –se encogió de hombros–. Se suponía que iban a volver con tus viejos, no con vos.

–¡Yo no te puedo ayudar con eso! ¡No sé ni dónde están!

–Ok, aunque te creyera… te convendría pensar bien antes de decir nada –amenazó con sutileza–. Al Mono le parece que podés ser útil.

La puerta se abrió con brusquedad y me di cuenta de lo que debía parecer la escena vista desde afuera, estando en las posiciones en que estábamos. Me volví a ruborizar violentamente.

Mariano, que era quien acababa de entrar, suspiró.

–Jaz, salile de encima a la chica y vení, por favor.

Sin despegar los ojos de mí y con una sonrisa tranquila, la colorada habló:

–Estoy ocupada.

–Jazmín, sabés que no me gusta repetir las cosas.

Noté cómo la mujer dudó irritada, debatiéndose entre hacerle caso a su jefe o seguir en lo suyo. Cuando decidió, se inclinó un poco más sobre mí para decir:

–Si no me decís dónde están tus viejos, vas a tener que pagarme vos –me guiñó rápidamente–. Aunque no quieras, ahora también estás metida en este bolonqui.

–Jazmín –insistió el hombre.

Suspirando, Jaz se levantó de mis piernas y salió del cuarto dejándome más tranquila.

Mis captores se quedaron en la puerta hablando en susurros. Aprovechando la distracción, recorrí toda la sala con la vista buscando alguna salida aparte de la puerta principal, pero no había ninguna. Tal vez, si corría muy rápido entre ellos… no, ambos eran mucho más grandes que yo, aunque pudiera zafarme de uno, siempre quedaría el otro. Aparte, tenían armas y… ¡ah, no había caso!

Antes de que se me ocurriera alguna otra cosa, la colorada regresó conmigo. Parecía más alegre que antes, de vuelta a la personalidad tierna y encantadora.

–Parecés cansada, preciosa.

¿Acaso era una trampa? ¿Era su forma de decir que me iba a mandar a dormir para siempre o algo?

–Un poco –reconocí.

–Pobrecita. Bueno, vas a tener que dormir acá esta noche –agregó sonriente.

Abrí la boca para protestar, pero me interrumpió inmediatamente.

–Pensá muy bien antes de rechazar mi protección. No somos la única banda que quiere la cabeza de tus viejos.

Recordé lo que se sentía tener un arma lista para disparar apuntándote la cabeza. Entonces se me ocurrió: ellos insistían en que me iban a proteger, pero ¿y si los otros pandilleros también trabajaban para Mariano?

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora