Separemos las cosas

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Jaz cerró el casino una vez que estuvimos dentro para asegurar nuestra privacidad por el resto de la tarde.

–Bueno, pichi, el juego es Texas Holdem Poker –la colorada hizo pistolitas con los dedos y fingió dispararme como si estuviéramos en alguna especie de film western.

Me pareció tan tiernamente infantil que no pude evitar llevar una mano al pecho como si me acabara de dar un balazo, así como cuando juegas con un nene.

–Ahhh, justo al corazón –dramaticé. Ella se rió y se ruborizó un poco. Probablemente no se esperaba que le siguiera la corriente–. Ok, ya que supongo que esta no es tu primera vez enseñándole este juego a alguien, ¿por dónde empiezo?

Jaz se había sentado junto a la barra y le dio una palmadita a la butaca a su lado. Rodé los ojos y fui a sentarme.

–Lo poco que sé de póker lo aprendí de escuchar canciones en la  radio –le aclaré–. Llevate de ahí.

Abrió una botella de vino y sirvió una copa. El líquido era espeso y rojo como el terciopelo y, a pesar de la voz en mi cabeza que me ordenaba mantenerme cien por ciento sobria, estiré la mano para darle un trago.

–Pegandonós a lo básico, todo se trata de conseguir las mejores cinco cartas. Y si no las tenés, mentís –explicó.

Sostuvo la botella helada por un momento antes de presionar sus fríos dedos contra mi garganta desnuda. La botella transpiraba, lo que causó que el contacto fuera húmedo.

Me sobresalté, como cabría esperar, y le di un manotazo para que se alejara, más que nada por reflejo.

–Tenés que dominar tus emociones también –dijo–. Un descuido y se te puede complicar todo.

Por un momento me pareció que ese consejo se refería a otra cosa aparte del póker.

En cualquier caso, entendía su punto: ella me acababa de poner a prueba y yo había actuado por instinto, reaccionando antes de pensar. Y en aquel juego yo no podía ser de esa forma.

Nos pusimos a jugar y luego de un rato ya me notaba más relajada. Como que empezaba a disfrutarlo.

–Ya casi lo tenés, preciosa –me animó Jaz–. Dale tiempo.

Sentadas tan cerca, no necesitó más que un ligero balanceo de su pierna para rozar la mía con su pie. Estaba más que claro que lo había hecho a propósito, así que yo también le rocé la pierna en un movimiento distraído.

–Hace bastante que no me divertía así con una chica –comentó.

–Me juego lo que quieras a que le decís eso a todas las chicas que secuestran.

Era una broma un tanto oscura, pero pareció ser adecuada porque le arrancó una leve carcajada entre dientes.

–A las bonitas nomás –retrucó rellenando la copa. La habíamos estado compartiendo, así que no me molestó cuando sirvió hasta la última gota de la botella–. Una vez que ganemos, podés usar lo que te estoy enseñando para volverte estafadora también.

Levanté las cartas con las manos temblorosas por los nervios.

–Si gano, voy a volver a mi vida de antes –contesté. Como la colorada no expresó ni aprobación ni descontento, me tragué el nudo de la garganta y acomodé las cartas en mi mano–. Así que tendríamos que aprovechar el momento.

Jazmín definitivamente estaba achispada. No parecía ni la mitad de salvaje que cuando Ignacio la había sacado del Corazón Rubí, pero aún así había algo en su presencia, una leve y persistente calidez manando de su ser mientras se sentaba cada vez más cerca de mí.

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora