Una elección peligrosa

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–Si tengo que elegir a alguien para que me vigile, que sea Jazmín.

Me pareció lo más lógico. Luis se había negado de plano y siendo Mariano tan raro, Fede tan distante y Javo tan poco serio, Jazmín era la única opción que parecía segura. Y quizás, si me aprovechaba de su aparente debilidad por las mujeres, hasta podía ser manipulable.

La miré de soslayo y me guiñó el ojo.

–La elección más obvia –dijo.

Mariano refunfuñó un poco, con los labios apretados en una línea tensa, seguramente porque a él le hubiera gustado hacerse cargo de la situación.

–Ay, no hagás esa cara, Mariano –lo molestó Jaz–. Te van a salir arrugas –luego señaló a Javo–. Y vos tenés que poner otro billete en el frasquito.

El hombre en cuestión se sirvió otro trago.

–No, no, no, no, no –repitió–. Esto no cuenta.

–Vos la trajiste ¿no? –preguntó la colorada–. Y yo te la estoy quitando, así que…

–¡Eh, pará, Juan Carlos! Pensé que eras el defensor del pueblo, teneme piedad…

–¿Te robé o no te robé la chica? –el aire ganador de Jaz me molestó un poco.

–Eh, pará, no… –empecé.

–Bueno, no la hagan sentir incómoda –cortó Mariano y se lo agradecí–. La trajimos por algo, no pierdan el norte.

Aunque no levantó la voz, había una cierta nota de autoridad en su tono. No esperaba ninguna protesta y tampoco la recibió. En ese momento entendí que él era el jefe del grupo.

La mujer que oficialmente me custodiaba entrelazó las manos tras la espalda y se estiró. También hizo crujir su cuello, así, casual, y solo pude imaginar lo tensa que se encontraba esa espalda.

–No hay drama, Mono –le sonrió–. Ya me pongo manos a la obra. Pero para hacer eso voy a necesitar algo de… privacidad –se dio vuelta para mirar también al resto de los presentes–. Y eso va para todos ustedes.

Mariano protestó en un murmullo, pero salió del cuarto. Luis y Fede siguieron a su líder, llevándose con ellos a Cuadri, agarrado del collar. Javo me dedicó una última mirada, escaneándome de arriba abajo, cosa que molestó a Jazmín.

–Dejá de envidiar lo que no es tuyo –le soltó–. Ya me eligió a mí, superalo.

–Dejá de tratarme como una cosa –le reclamé y ella solo rodó los ojos.

–Che, Estrella –me llamó Javo–, si te aburrís de la mujeriega, avisame.

Después, haciendo la mímica de llevarse un celular a la oreja, guiñándome y con una botella de whisky sin abrir bajo el brazo, salió de la habitación.

Me quedé sola con Jazmín en el casino privado. Me daba algo de miedo saber que tenía la pistola bajo el saco, aunque no la hubiera visto usarla aún. Se me ocurrió pensar que a lo mejor ni siquiera sabía dispararla y que solo la llevaba encima como una forma de mostrarse fuerte frente al resto de los muchachos.

–¡Al fin paz! –exclamó visiblemente más relajada.

Rascándose un poco la cabeza para revolverse el pelo, se encaminó a la barra contoneando las caderas. Se puso a revisar los estantes haciendo mucho ruido, buscando Dios sabe qué tipo de bebida.

–Parece que te respetan –comenté–. Los chicos, quiero decir.

Ella se había agachado detrás del mostrador, fuera de mi vista. Se levantó bruscamente con un espray de esos con crema batida en la mano, y una sonrisa brillante en los labios.

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora