¿Salimos?

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-Vamos a ver quién es -dijo Jazmín tomándome de la mano y llevándome hacia la entrada-. Te tenés que quedar conmigo ¿no? Vos me elegiste.

Sí, y me estaba empezando a arrepentir de ello.

Acomodándose el pelo sobre un hombro, la colorada se pausó un momento para inhalar profundamente antes de abrir la puerta de manera teatral.

-Lo que sea que vendas no nos interesa -empezó ella.

-Siempre tan graciosa, Jazmín.

Para mi sorpresa, su cuerpo se tensó al escuchar aquella voz masculina. Como aún no me había soltado, apretó mi mano por reflejo.

Un hombre extraño estaba parado en la puerta, con una expresión tan seria que me hizo pensar que alguien se había muerto. Llevaba traje negro y unas notorias canas grises le coronaban la cabeza.

-Ignacio Basile Córdoba.

-Estás despierta muy temprano, ¿Mariano por fin te volvió una persona decente?

-Preguntale vos -le respondió Jaz con indiferencia, quizá ya acostumbrada a esa clase de provocaciones-. Está en el living con los otros.

Noté un ligerísimo filo en su voz al pronunciar las últimas palabras. Ok, no era momento de bromas.

Jazmín trató de llevarme a otro lado, pero Ignacio la detuvo con un gesto.

-No te vayas, querida. Sos la razón de que esté acá hoy.

La mujer a mi lado dudó antes de contestar:

-Ok. Podemos hablar.

Cuando volvimos a entrar en el living, sentí una inmediata tensión pesada instalarse en el ambiente. Era todo tan denso que tenía miedo de moverme, como si el aire pudiera rasgarse o, inclusive, quebrarse en mil pedazos.

Todos los de la banda miraban mal a Ignacio y el silencio, que no debió durar más de cuatro segundos, casi me ahogó.

Hasta que Mariano habló por fin. Eso, en vez de aliviarme, me incomodó todavía más, porque noté en su voz un tono duro que nunca antes le había escuchado.

-¿Te perdiste, viejo?

Instintivamente, me pegué más a Jazmín buscando algún tipo de protección porque parecía que las cosas podían ponerse feas de un momento a otro.

-Los veo muy serios -comentó el recién llegado-. ¿Serán los nervios por el torneo? Falta poquito, ¿no?

-Si vas a decir algo, decilo -lo cortó la colorada-. Te aviso que estoy algo ocupada, por si no te diste cuenta.

Fue entonces cuando Ignacio notó nuestras manos firmemente entrelazadas.

-Ya veo -comentó él y Jazmín me soltó la mano bruscamente, como si quemara.

Se paró entre el hombre y yo y le escupió entre dientes sus siguientes palabras:

-¿Qué mierda querés?

-Me contaron que vas a jugar en el Corazón Rubí.

-Ajá -saltó Javo- ¿Y? ¿Tenés miedo de que te tapemos el orto?

-Nada más me pareció interesante que la dejen jugar -refutó el agredido.

-No hay nada que lo prohíba -confirmó Luis.

-Salvo que yo -y en ese punto Ignacio se señaló a sí mismo-, el anfitrión del torneo este año, decida que no merecen participar, Luchito.

¿Luchito? ¿Por qué le hablaba con esa confianza a los chicos?

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora