Liberando tensiones

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-Tenés cinco minutos antes de que decida si vale la pena gastar una bala en vos -mirándolo de pies a cabeza, Mariano se dirigió a Daniel con todo el desdén del que era capaz.

Muy lejos de mostrarse intimidado, el recién llegado se limitó a inclinarse de lado para analizarme desde un ángulo distinto.

-Para, no me digás que vos sos Florencia. No me esperaba una muñequita así... -sonrió de lado y había algo en la forma en la que curvaba la boca que me hizo retroceder, algo que le daba un aspecto lobuno y hambriento-. Parecés tan dulce... perfecta para el postre.

El acero silbó cuando Javo sacó su katana del estuche que había estado descansando sobre la barra toda la tarde.

-Me parece que van a ser menos de cinco minutos -amenazó, haciendo relucir el filo de su arma.

Daniel miró con sorpresa las expresiones furiosas del resto de los presentes en la habitación.

-Ustedes son medio intensitos, ¿no? Ya veo por qué su Ignacio los dejó tomarse el palo -el enano nos guiñó haciendo contacto visual con Jaz-. A lo mejor por eso ahora soy su favorito, ¿eh? Pero no me voy a conformar con su paga únicamente. Te voy a quitar todo, Jazmín, y voy a disfrutar ver cómo te hundes.

Dando un paso al frente, Fede lo tomó del brazo con brusquedad, escoltándolo afuera mientras los demás nos quedamos respirando pesadamente, con furia. Yo siempre había sido una persona pacífica y para nada violenta, pero nunca en mi vida había querido pegarle a alguien como había querido pegarle al tal Daniel ese.

Jaz seguía a mi lado, temblando llena de ira.

Quitándose los lentes para limpiarlos, el jefe suspiró y apuntó a Javo:

-Vos no vas a volver a abrir la puerta.

-¿Yo? ¡Pero si esto es culpa de...! -empezó a protestar el acusado.

-Callate, Javier -lo cortó Jazmín-. Ya sabemos que es culpa de Ignacio, como todo lo malo que nos pasa en la vida.

Era la primera vez que oía a Jaz dirigirse así a su amigo.

-Bueno, ¿por lo menos Ignacio no prohibió que Flor jugara en el torneo? -tanteó Lucho buscando aligerar tensiones.

-Porque cree que vamos a pasar vergüenza -escupió la estafadora-. La vio una vez y decidió que no valía la pena, que no era una amenaza. Que nosotros no somos una amenaza -sus puños se cerraban y abrían, cerraban y abrían-. Les juro por Dios que ese va ser el último error que Ignacio va a cometer en su vida.

Cerró los puños una vez más y los dejó así. Vi cómo los nudillos se le ponían blancos y se clavaba las uñas en las palmas. Posé una mano sobre su hombro, de modo casi suplicante. Sus músculos estaban tensos, rígidos al tacto.

Incapaz de verme a los ojos, Jaz salió del casino y yo la seguí rápidamente, empezando a pensar que, más que una rehén, empezaba a parecer un corderito saltando detrás de su pastor todo el tiempo.

🌠🌠🌠🌠🌠

Para mi alivio, Jaz no bebió más estando en su cuarto, como yo pensé que haría. Caminó hasta la barra y se sirvió un vaso de agua, en vez de alcohol.

-Tomá -me entregó uno a mí también y lo bebí sin respirar. No me había percatado de que estaba tan sedienta.

-Ese Cacabella es bastante desubicado, ¿no? -dijo aflojándose el nudo de la corbata.

Verla tan abatida hizo que mi corazón se estrujara.

-Che... -la llamé y ella me miró con el ceño fruncido mientras rellenaba el vaso de agua-. Vamos a matarlo.

Gangsters In Love - Flozmin (Gangster Jaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora