noble

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La sala se quedo en silencio por unos instantes; Lux miraba a Swain frunciendo el ceño.

-Noxus no prohíbe la magia niña, es mas, la fomenta porque nos parece interesante la diversidad de habilidades. Demacia solo es una ciudad que limita a sus ciudadanos bajo las leyes de un rey que él solo ha redactado y sin contar con sus vecinos.

A Lux se le estaba acabando la paciencia, pero por alguna razón calló. No quería meterse en mas problemas ni tenia ganas de pelea.

-Darius, viejo amigo,¿
que opinas?

El guerrero sorprendido por la pregunta de su superior respondió:

-Su magia podria servirnos. Noxus se alzaría mas facilmente....

-¡¿No habéis escuchado que no serviré nunca a Noxus?!-Gritó ya cabreada y dirigiéndose hacia Swain.
Antes de que pudiese agarrarle del cuello abrigo, que es lo que ella quería, la mano de Darius agarró la suya.

-Ya basta chica.-Dijo con un tono serio.

Lux en ese momento se dio cuenta de que se había pasado, y no un poco. Quizá ahora la mataría por intentar atcar a Swain o la torturarían, asi que cerró los ojos con fuerza.

-Darius, suéltala. Creo que ya decidí que hacer con ella.-Dijo llevándose.una mano al mentón.

Los dos le miraron fijamente:

-Se quedará contigo, le enseñarás la Noxus interior, desde el mas pequeño rincón hasta el mas amplio valle. Si al acabar no le gusta esta ciudad. La dejarás volver a su tierra.

-¿Qué?-Dijo Darius sorprendido.-

-Despues de todo... Tu la trajiste aquí. Yo no te lo pedí. No es mi responsabilidad, amigo.

Darius se percató de que Swain estaba en lo cierto, asi que aceptó aun que no teniéndolas todas con él. Ciudar de aquella chica le ponia de los nervios y sobre todo despues de aquella escena en la ducha.

-Bueno, me retiro, hay cosas que hacer.-Dijo dirijiendose a la puerta de la gran sala.

-¿Pero, qué hago ahora con ella?

-Tú sabrás Darius.-Dijo ya casi fuer del alcance de su vista.

Darius y Lux se quedaron a solas en la sala. Un silencio abrumador recorría la escena.

-No te creas que esto es de mi agrado, pero don órdenes.-Dijo resoplando.
-Sígueme.

Lux sorprendida de la amabilidad del guerrero le preguntó:

-¿A dónde vamos?

Él la miró para contestar, pero unos ojos azules le hicieron que su mente se quedase en blanco. Le miraban fijamente, pero transmitían una paz y una serenidad increíble.

-¿Hola?, jajaja-Dijo Lux.

Darius sacudió la cabeza y miró hacia la puerta ocultando su vergüenza.

-Eeh... Pues... Te enseñaré Noxus supongo. Como dijo Swain.

-Vale.-Respondió y le siguió.

       ***********************

Las calles de Noxus estaba llenas de gente, era una hora donde los vecinos salían a comprar o a hacer cualquier cosa, aparte el tiempo era bueno.

Lux se sorprendía, pues esa parte del pueblo de Noxus era muy parecida a la de Demacia.

De repente una pelota de cuero vieja y desgastada apareció ante los pies del guerrero el cual cojió entre sus manos y miró detenidamente, pues le recordaba a la pelota que compartía con su hermano de pequeño.
Un niño apareció a los segundos y se paró en frente de Darius mirando su pelota, él asumió que era del crío, asi que extendió la mano y se la dió.

-Anda con ciudado la próxima vez. Puede que en otra ocasión caiga en manos equivocadas.-Aconsejó Darius.

El niño asintió y se fue corriendo. Lux se estaba sorprendiendo mas. ¿En el fondo ese hombre tenía un corazón de carne? Un sentimiento de curiosidad de conocer a ese hombre se apoderaro de ella.

-Y...¿Cuántos años tienes?...-Dijo ella pars romper el silencio.

-¿Para qué quieres saber eso?-Dijo molesto.

-No se... Perdón por la pregunta...

Darius la miró y pensó que no pasaría nada por decírselo:

-31

-Eh?

-Que tengo 31 años.

-Vaya... me sacas años... Yo tengo 22, 6 menos que mi hermano Garen.

De repente al decir el nombre de su hermano, empezó a sentir algo en sk que no la dejaba estar bien consigo misma. Darius no lo notó, pues estaba mirando al frente siempre.

Recorrieron algunas calles y Darius a veces le comentaba cosas sobre algunas zonas, ella asentía pero no decía nada mas.

Llegaron a una zona de campo abierto donde había un lago, estaban casi en la frontera con Shurima.

Lux agotada se sentó en el césped, se descalzó y metió sus piececitos en el agua.

Al sentirlo suspiró y se relajó como pudo.

-¿Tan cansada estás?

-No acostumbro a andar tanto....

-Ah claro, en Demacia sólo andas por tu palacete, o quizá tus doncellas lo hacen todo por ti.-Dijo Darius en tono burlón.

Ella funció el ceño y miró al frente.
Cerró los ojos pero un sonido metálico la desconcentró de lo que fuere que iba a pensar. Miró hacia atrás y se encontró a Darius quitándose la armadura, de repente sus mejillas empezaron a volverse de un tono rojo, no sabía por qué, aparte quería voltear la vista pero algo se lo impedía.

Darius estaba de espaldas a ella y por eso no veía que le observaban.
Se quitó las grandes hombreras, movió los hombros para estirarles y después su coraza. Hacía calor y estar cerca de un lago era algo bueno. Y sí, había pensado en la demaciana, pero eso no iba a hacer que se asase de calor.
Se quedó con una edpecie de gallumbos que llevaba con la armadura. Quizá si estuviese solo se habría desnudado entero.

Al acabar Darius se dio la vuelta, la chica estaba mirando al infinito. Él se adelantó y se metió en el lago.

-¡O-oye!,¿¡Qué haces?!-Dijo Lux roja y tapándose la cara.

-Hace abrasador y la armadura me pesa y me da calor,bme quiero refrescar. ¿No puedo?

-No, digo. Sí,pero.....

-¿Pero?- Dijo arqueando la ceja que estaba dividida por una cicatriz.
Ella se fijó en él, en su cuerpo musculado y lleno de cicatrices de guerras, pero lo disimuló frunciendo el ceño.

-Como veas Demaciana.-Dijo alejándose mas de la orilla.

Decidió que podría nadar un poco, asi que lo hizo, no se preocupó por la chica ni un momento, pues sabía que la chica no era tonta y que si se iba, podria morir.

Lux desde la orilla miraba cómo su cautor nadaba de un lado a otro con una velocidad constante.
Minutos después, ya un poco cansado, Darius se acercó a la orilla andando con su cuerpo y pelo chorreando agua. La chica sin quererlo llevó de nuevo sus ojos a su torso ahora digno de un dios. Su cuerpo empezó a temblar, pero no era de frío o miedo, si no por lo incómoda de la.situación. Nunca podría haberse imaginado que él vió y sintió lo mismo que ella en esos momentos.

Minutos despues, él se acercó a la orilla, ya estaba cansado

La luz te guiaráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora