Flesh [KuroOi]

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Observó con una sonrisa al de cabellos azabaches, algo que desconcertó un poco a Kuroo, quien empezó a creer que el chico que le gustaba era increíblemente sádico. Se había confesado y este le había dicho que jamás se enamoraría de alguien como él y otras cosas que fueron demasiado hirientes, aunque no lo hubiera demostrado, pues poseía un gran orgullo.

Parpadeó confundido cuando Oikawa se acercó a él hasta eliminar la distancia entre ambos y le abrazó por el cuello, dejando ambos rostros a tan solo centímetros. Por inercia, sujetó la cintura del menor, manteniendo su vista clavada en aquellos ojos color chocolate.

Tal vez no pueda corresponder tus sentimientos, Tetsu-chan... Pero tengo una oferta que puede interesarte~ —el de cabellos azabaches enarcó una ceja y esperó a que continuara. —Puedo cumplir cualquier fantasía que hayas tenido conmigo... Pero... —se acercó a su oído para decir en un suave susurro algunas palabras que lograron excitar de sobremanera al mayor— Tienes que follarme sin contenerte, tienes que hacerme rogar por más, cariño.

¿Cómo podía negarse ante una oferta como esa?

(...)

Las vistas que tenía en aquel momento le hicieron creer que estaba en alguna clase de sueño húmedo, del cual no quería despertar hasta no poder hacer suyo a aquel castaño que actualmente vestía unas prendas que se le veían jodidamente sexys.

Una camisa blanca holgada de manga corta que le llegaba hasta un poco más arriba de la cintura, acompañada por una corbata azul marino que llegaba justo hasta su ombligo. Una falda a cuadros sumamente corta y unas medias blancas hasta medio muslo que a través de una tira de tela conectaba con unas bragas de igual color. Dos hebillas rojas en su flequillo, y por último, pero no menos importante, unos tacones aguja negros en los que no supo cómo lograba mantener el equilibrio, pero que sin duda, lo excitaron.

Y pensar que podía hacer suyo a aquel chico en ese mismo momento lo prendía, lo calentaba como nunca antes. Oikawa Toru era un ser jodidamente sexy, perfecto.

— ¿Te comió la lengua el gato, Tetsuro?~ —preguntó el castaño juguetón. Kuroo no respondió, solamente se paró y tomó al menor, empotrándolo contra la pared más cercana.

— ¿Por qué mejor no me la comes tú, Toru? —y sin hacerse esperar, unió sus labios con los del menor en un lujurioso y candente beso, lleno de mordidas y chupetones. Las lenguas no tardaron en unirse al beso, iniciando un adictivo jugueteo que ambos disfrutaban.

Tetsuro acarició los muslos del menor, sintiendo lo suaves que estos eran a su tacto. Ingresó su mano bajo la falda del castaño sin dificultad y apretó uno de sus formados glúteos, sintiendo como se estremecía y ahogaba un jadeo ante aquel acto, que solo le incitó a seguir haciéndolo.

El beso se rompió para que ambos pudieran respirar y Kuroo cargó al castaño hasta la cama, dejándolo recostado en la misma. Sin pensarlo demasiado, llevó sus labios al pálido cuello del menor y lo mordió, asegurándose de dejar marca. Oikawa gimió, tanto de dolor como placer y Kuroo solo pudo desear más.

Quitó la corbata del chico y luego lo volteó, dejándolo acostado boca abajo en la cama, con las piernas fuera de esta.

Con la corbata, ató sus muñecas. Luego, sus manos empezaron a recorrer la estrecha cintura del chico, rasguñando un poco para dejar marca, mientras sus labios iban a su nuca, besándola y mordiéndola, escuchando con claridad los jadeos de placer del castaño, a quien al parecer le gustaba ser dominado de aquella forma.

Y joder, a Kuroo cada vez le gustaba mas aquel joven.

Ngh... Tetsuro... —jadeó el nombre ajeno y el azabache solo pudo sonreír satisfecho. Su nombre siendo pronunciado de aquella forma por esos labios fueron tal vez lo mejor que escuchó en su vida hasta ese momento.

 Sus manos alzaron la falda del chico y observó su hermoso y redondo trasero, al cual no dudo darle un palmazo, dejándolo marcado, deleitándose con los lascivos sonidos del menor.

Desabrochó sus pantalones y bóxers, para luego correr las bragas del menor a un lado, sin quitárselas, solo corriéndolas un poco. Y estuvo por empezar a prepararlo cuando el castaño habló.

No lo hagas, solo fóllame de una vez... Ya estoy acostumbra-... —se vio interrumpido por la repentina intrusión del contrario, quien le embistió, entrando de una en el completamente, y tal vez dolía, pero no le importaba, estaba disfrutando como hace bastante que no lo hacía.

¡M-mas, Tetsuro, muévete por Dios! —pidió entre gemidos a la vez que apretaba las sabanas de la cama. 

Tetsuro sujetó los cabellos castaños, pegando el perfil del otro contra la cama y de ese modo empezar a embestirle sin contenerse, disfrutando de como apretaba la carne del menor a su miembro.

(...)

Luego de dos maravillosas rondas de sexo, Oikawa terminó completamente agotado. Tenía marcas rojizas en sus glúteos, marcas de beso y mordidas en su cuello, hombros y clavícula, además de unas marcas rojas alrededor de sus muñecas, producto del fuerte agarre de la corbata a las mismas.

Kuroo lo observó, sonriendo satisfecho al ver el desastre en el que había convertido a Toru Oikawa.

Y no dudaría en hacerlo de nuevo, Oikawa era increíblemente fácil y sexy, dudaba encontrar a alguien que pudiera satisfacerlo tanto como lo hacía aquel castaño. Le encantaba morderlo, dominarlo y marcarlo de cualquier forma posible. Y a este no parecía molestarle.

Tal vez, después de todo, Kuroo nunca estuvo enamorado de Oikawa, y solo era deseo sexual. Pero de tan solo pensar que el castaño hiciera aquello con alguien más, le hervía la sangre.

Quería que Oikawa fuera solo suyo, pero no sentía nada más allá de atracción sexual por este. Una obsesión. Y si quería que Oikawa fuera unicamente de él, tendría que enamorarlo, pero sabía que aquel camino no era el modo. Oikawa había dejado claro que no sentía absolutamente nada por nadie.

Pero, de algún modo u otro, Toru Oikawa sería solo suyo.



Idfc [Oikawa Ships]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora