Siete

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Una silueta curvilínea se movía con gracia entre las sombras, sus piernas largas y delgadas, cubiertas por una falda corta y medias hasta la rodilla, danzaban sobre el pavimento, meneando con gracia las caderas. Su cabello rojizo estaba oculto bajo la capucha de su sudadera negra. No hablaba con nadie, pero sus labios escarlata sonreían.

No levantaba sospechas, las personas caminaban a su lado, ingenuas, sin voltear a verla, porque no sabían. La calle se volvió estrecha y algo solitaria, hasta que ya se encontraba frente a un departamento bastante grande.

Tocó el timbre, y presionó el altavoz.

Toc, Toc, cariño...—canturreó con su aguda voz.

No tardaron en recibirla. Pero no era de extrañarse, tampoco lo era que los guardias de seguridad estuviesen faltando a su trabajo porque alguien les había dado unas pequeñas vacaciones.

Sí, alguien, esa persona que ahora mismo le abría la puerta rápidamente.

Pues él peraba a que ella llegara.

—Qué guapo estas hoy...

—Cállate y apura el paso—soltó con rudeza NamJoon, sujetando firmemente a la chica de su delgada cintura, arrastrándola consigo hacia adentro, cerrando.

La pelirroja gimió sorprendida y encantada por el aparente fuego que parecía emanar del rapero. Ella sabía que estaba desesperado, o al menos así lo escuchó en la llamada, pero jamás se imaginó que al pobre lo tuvieran con tal grado de abstinencia. Esa loca empresa mataría a sus artistas si les quitaba tan cruelmente la diversión...

El labial de ella quedó sobre la boca y cuello del moreno. Poco a poco dejaba marcas por todo su cuerpo. Llegaron a la habitación y RM arrojó a la mujer sobre la cama, ganándose una mirada desafiante y coqueta por parte de ésta.

—Pensé que no eras esta clase de persona, NamJoon...

—Y yo siempre supe que no eres más que una zorra, Jann— aseguró, despojandose de sus pantalones.

La aludida fingió enojarse mientras que sus ágiles manos desabotonaban la camisa de rapero.

—Oh, no me digas así. Sabes que siempre te preferí a tí. Jackson fue sólo...

Pero NamJoon no quería que continuase, así que estampó sus labios contra los de la pelirroja, poniéndose sobre ella y arrancando su blusa. No quería quedarse para escuchar excusas que ni siquiera intentaban encubrir la verdad. Ella no le contaría nada que él no supiera. Jann había sido un desastre en su vida, una chica insistente y con la tremenda habilidad de parecer tierna, ella era una idol en crecimiento, y por ende no diría nada sobre sus salidas nocturnas, así que NamJoon la consideró una gran opción. En sus tiempos habían estado juntos, RM incluso se había enamorado de esos mechones de fuego y sonrisa traviesa. Pero que lo engañase con uno de sus mejores amigos fue lo que necesitó para cortar todo sentimiento hacia ella.

Entonces, ¿por qué no podía deshacerse del nudo en su pecho ahora que en su mente sólo había una persona?

Un gemido se escapó se sus labios en cuanto sintió la delgada mano de ella introducirse en su bóxer, sobando con maestría su miembro semi erecto. Los delicados dedos paseaban de arriba abajo y claro que se sentían bien. Era bueno. Pero su cuerpo pedía más. Una manos más grande, dedos más largos. Caricias más bruscas.

Frunció el ceño, queriendo dejar de pensar por un segundo, sólo eso.

Cuando Jann se desnudó frente a él—dándose cuenta de que el rapero no parecía tener la iniciativa de hacerlo—NamJoon observó con detenimiento su cuerpo delgado, quizá demasiado, su piel muy blanca y cenos considerablemente grandes. Las deliciosas curvas de su cuello, cintura y piernas...

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