Te encontraré en la luz.

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Abril, 1990.

La luz del Sol se filtró por la ventana e iluminó su vestido impecable de novia. Era hermoso, blanco como una gaviota, y elegante como su propio vuelo. No era de esos vestidos pomposos que no permitían caminar con comodidad, más bien era entallado hasta la cintura y después caía con gracia hasta besar el suelo. Permitía ver un poco su pecho y su espalda gracias al escote que no era de mal gusto, y tenía algunos adornos sobre la tela que hacían pensar que caían copos de nieve.
Victoria estaba mirando por la ventana el bello jardín donde ya se había montado la pequeña carpa donde sería su boda, cuando alguien tocó la puerta de la habitación, a pesar de que estaba abierta. Volteó a ver quién era y sonrió al ver a su abuela.
-No tienes por que tocar abue -le dijo con amabilidad.
-Quería hablar con mi niña en este día tan especial -explicó Roxanne, mientras se acercaba para verla de cerca-. Mírate, estás bellísima -le tomó de sus manos.
-Gracias, pero no más que tu abue.
Ambas sonrieron.
-Eres una mentirosa -dijo entre risas-. Y te lo agradezco -soltó un suspiro-. ¿Sabes? Al verte de blanco y ver todos los arreglos para la celebración y la algarabía de las pesonas que van de un lado para otro, recuerdo el día de mi boda...
El refrescante viento de Noviembre agitó mi cabello y mi largo vestido blanco. Estaba enfrente de la hermosa catedral de piedra con el corazón acelerado. Mi padre me tomó de la mano.
-Estarás bien -me dijo-. Tranquila.
Lo miré a través del velo y asentí con la cabeza. Ryan ya estaba dentro, esperando a que entrara para que comenzara la ceremonia y recitaramos los votos juntos. Nos amabamos como locos. Cuando entré a la catedral de la mano de mi padre y comencé a escuchar la bella música y vi a Ryan más apuesto que nunca, casi me desmayo. Traía un finísimo traje negro hecho a su medida y su camisa blanca debajo. Cuando llegué al altar y mi padre me entregó y Ryan me tomó de la mano... bueno, quería que ese instante durara mucho más.
Después de la ceremonia, dijimos nuestros votos. Se nos había ocurrido escribirlos nosotros mismos. Recuerdo lo mucho que me costó redactarlo, no sabía qué decir ni cómo expresar todo lo que sentía. Durante algunos meses estuve estancada, ahí frente al papel en blanco que me desafiaba. Hasta una tarde lluviosa de Agosto en que estaba mirando nuestras fotografías, me llegó la inspiración. Rápidamente tomé un papel y un bolígrafo y escribí:

Ryan, sé que si alguna vez me siento extraviada en la oscuridad, tu sonrisa iluminará mi camino y me guiará de nuevo a la luz de la misma manera que mi amor te brindará paz y felicidad. Hoy decido regalarte mi corazón y todo el amor que pueda tener dentro de mi. Prometo amarte hasta que ya no tenga fuerza alguna, hasta que de mi ultimo aliento en esta vida y todavía después, te seguiré amando en el más allá por toda la eternidad.
El beso que nos dimos en el altar siempre será inolvidable. Todo había sido perfecto. Nuestras familias estaban satisfechas con nuestra unión y nosotros nos llevabamos bien con la familia del otro.
Tenía 22 años y ya había encontrado al amor de mi vida. Muchas personas creen que es imposible saber con quién debes quedarte. ¿Cómo saber quién va a ser el amor de tu vida? ¿Y que tal si estás con una persona que tu crees que es el amor de tu vida, y resultó ser que no era así? ¡mj!Tontas. Eso no es algo que se sabe. Eso se siente.
-¿Y Ryan sí fue el amor de tu vida? -se interesó Victoria.

-Mi niña, nunca amé a ningún otro hombre. Ryan fue, es y seguirá siendo el único.

-Pero, después de tanto tiempo de estar sola, ¿no anhelaste la compañía de alguien más?
-No estaba sola mi niña, tenía a tu madre- respondió mientras soltaba una débil risa.
-Sabes a lo que me refiero abue.
Roxanne se sentó en un sofá beige que estaba en la habitación. Pues a sus 74 años no aguantaba estar mucho de pie.
-Ven, sientate. Todavía tenemos tiempo antes de la ceremonia.
Victoria obedeció y se sentó a su lado.
-Verás, es cierto que enviudé muy joven. A mis 28 años ya era viuda !mj! ¡Qué barbaridad! -Volvió a suspirar-. En fin, lo importante es que entiendas que no estaba sola, mi niña. Todo ese tiempo Ryan estuvo conmigo, aquí -Se tocó su pecho, del lado donde tenía su corazón- y aquí -se tocó su sien, haciendo referencia a su mente-. Las personas no mueren al perder la vida, mueren cuando ya nadie las recuerda.
Victoria derramó una lágrima. Se había conmovido al ver a su abuela y recordó al hombre que ella pensaba que era el amor de su vida.
-¡No, mi niña! Arruinarás tu maquillaje -se asustó Roxanne, mientras le secaba rápidamente su mejilla con delicadeza con un pañuelo.
-Lo siento -dijo mientras se recuperaba y una vez que estuvo tranquila continuó-: Él me salvó la vida. Nos amabamos. ¿Porqué tuvo que ser así?
-Cariño eso no lo sé. Lo que te puedo decir es que en ese trágico accidente, Brandon tomó una decisión y esa fue que vivieras.
Victoria asintió con la cabeza.
-¿Por qué me cuentas la historia de tu vida con Ryan? Es justo por Brandon, ¿cierto? ¿Crees que esta boda es un error? ¿Que no debería casarme con Howard?
-No es por eso. Sinceramente no era esa mi intención. La verdad es que todo esto me recordó mi boda. Eso es todo. La única que tiene la decisión acerca de si debes casarte eres tu, mi niña.
-Pero Brandon...
-Estoy segura de que Brandon te quisiera ver feliz. ¿Crees que le gustaría verte sola y triste? Es cierto que muchos hombres me ofrecieron su compañía después de que enviudé, y nunca acepté a ninguno. No por vanidad, ni por lo que pensaran de mi las demás personas, ni siquiera fue por Ryan. Fue por mi misma, que quise vivir de esa manera, y siempre fui y sigo siendo feliz...
Roxanne recordó aquella tarde lejana en que había conocido a un exitoso empresario, el cual estaba interesado en ella. Había enviudado cuatro años atrás, así que ya le había guardado luto a su difunto esposo por un tiempo razonable. Lo había conocido en una reunión social donde sólo asistían las personas más influyentes de la época y se discutían temas de comercio, economía y finanzas. Su familia de ella era de buena cuna, y por esa razón había sido invitada. Traía un elegante vestido negro cuyo escote del pecho era tan exiguo, que no le era llamativo ni al hombre más pervertido de la reunión. Cuando se aburrió de escuchar a los hombres hablar sobre las tendencias de los mercados más rentables en el futuro cercano, salió al bello jardín a tomar aire fresco. Un hombre de alrededor de poco más de treinta, se aventuró a hablarle. Le había estado observando durante la reunión, pero había esperado el momento oportuno para hablarle.
-Es un hermoso jardín. Mide alrededor de una hectárea.
Roxanne volteó para ver quién le hablaba.
-Sí, es muy bello -respondió fríamente. Pues a pesar de lo apuesto que era, no le interesaba en lo absoluto.
-¿Desea verlo más cerca?
-Le agradezco, pero estoy bien aquí.
-Por supuesto. ¿Una copa de champán, quizá? -le ofreció mientras levantaba la copa del vino espumoso que estaba bebiendo y arqueaba sus cejas.
Roxanne estuvo a punto de rechazarlo por segunda vez, pero le pareció descortés, así que terminó por aceptar.
-sí, gracias amm...
-Wilhelm. Wilhelm Anderssen
-Wilhelm, Mucho gusto. Roxanne Rose.
Ella era inglesa y él alemán. Una rara combinación, considerando que no tenía mucho que había terminado la segunda guerra mundial. Pero ninguno de los dos habló sobre su nacionalidad, a pesar de que ya sabían la del otro. A él le pareció un poco interesante el hecho de que cuando se presentó, ella no reaccionara con adulaciones, como casi siempre lo recibían las demás mujeres. Ellas caían ante uno de los hombres más apuestos y adinerados de la época con gran facilidad. Era evidente que Roxanne conocía ese nombre, y sabía quién era él, y Wilhelm lo sabía.
Entraron de nuevo a la reunión y bebieron juntos mientras conversaban. Él trató de cautivarla, pero ella solamente se mostró amable, sin dar indicios de estar interesada en algo más.
-Escucha, seré sincero contigo -le dijo Wilhelm, después de algunos intentos fallidos e indirectos-. Me gustas. Entiendo que hayas perdido a alguien, pero has vestido de negro por mucho tiempo.
-¡Oh! realmente me halagas. Supongo que eres el hombre más codiciado por las mujeres de esta reunión. Eres muy apuesto, gentil, amable y tienes una gran fortuna -Wilhelm sonrió-. No negaré que me gustas, pero desafortunadamente soy de las personas que creen que el matrimonio es de por vida, y quiero honrar eso.
-¡Vaya! Que suerte tuvo tu esposo -se resignó.
Roxanne soltó una débil sonrisa mientras lo miraba apenada, pues hasta cierto punto se avergonzó de rechazar a un hombre que estaba tan cercano de la perfección...
Un sonido interrumpió los recuerdos de Roxanne. Alguien había tocado la puerta, se trataba de la madre de Victoria, quien les anunció que la ceremonia iba a comenzar en cinco minutos.
-¿Y bien estás lista? -se interesó Roxanne.
-Lo estoy. Me voy a casar con Howard.
Su abuela le sonrió en señal de aprobación. Apareció una vez más Ryan en su mente. Anhelaba cumplir con sus votos, verlo en el más allá, en la luz, y permancer a su lado por la eternidad.

El Amor A Través Del Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora