Diciembre, 2004
Estoy muy emocionada porque nos iremos de vacaciones a Canadá para conmemorar nuestro séptimo año de matrimonio. Nunca olvidaré aquella noche, bella y silenciosa, en la cual nos conocimos acampando junto con nuestros mejores amigos, Kevin y Amanda, en el bosque de Manser's shaw hace ya once años. Esa noche nunca hubiera imaginado que terminaría casándome con Santiago.
Ahora estamos en el aeropuerto, esperando a que pase nuestro equipaje. Santiago admira el hecho de que no necesito de muchas cosas para salir de viaje. En realidad soy muy práctica y no me agrada cargar demasiadas cosas cuando salgo de vacaciones, de hecho, creo que Santiago lleva más cosas que yo y eso me da gracia.
Hay mucha gente en la fila y eso me desespera un poco, nunca me he caracterizado por tener demasiada paciencia, pero al ver la sonrisa de Santiago me tranquilizo. Supongo que es natural la gran afluencia de personas, ya que a muchas personas les gusta salir en estas fechas de invierno. Me imagino que algunas viajan para ver a parientes lejanos y pasar las fiestas navideñas con ellos, otros lo hacen para encontrar mejores oportunidades de vida y no volver, y otros más, como era nuestro caso, simplemente lo hacían para conocer el mundo en compañía de la persona que aman. Todo está listo, han recibido nuestro equipaje y pronto abordaremos el avión.
-Pasajeros del vuelo 247 con destino a Toronto, favor de abordar -Comenta una señorita uniformada con falda y saco azul marino y camisa de mujer blanca debajo.
Esperamos a que algunas personas aborden primero y cuando no hay tanta gente abordamos tranquilamente. Pasamos por el andén hasta entrar a la gigantesca cabina de metal en donde permaneceremos alrededor de siete horas. Tomamos asiento y esperamos a que comience el despegue.
Una vez que ya estamos todos los pasajeros a bordo, una señorita nos indica dónde podemos encontrar los chalecos salvavidas y las mascarillas de oxígeno, así como a colocárnoslo correctamente en caso de que ocurra cualquier accidente. Nos indica también como ajustar nuestro cinturón de seguridad y las reglas básicas de conducta durante el vuelo.
Comienzo a sentirme nerviosa cuando el avión comienza a alinearse en la pista para despegar. A pesar de que he viajado por este medio ya varias veces, siempre me pongo nerviosa momentos antes de estar en pleno vuelo. El rugido del motor de las turbinas y la potencia de la aceleración hacen que me sienta a merced de la gigantesca estructura de metal, aunque sé que finalmente, dicha estructura está bajo el control del capitán.
Siento que Santiago me toma la mano, pues sabe lo ansiosa que estoy en este momento. Le agradezco con una mirada y me sonríe. Una ligera turbulencia nos sacude a los costados con cierta fuerza. Los primerizos, y los que como yo, se siguen asustando en el despegue, hacen muecas y gestos de susto. Otros, por el contrario, permanecen tan relajados y cómodos como si estuvieran en su sofá de su casa viendo su programa de televisión favorito.
Listo. La turbulencia cede a una tranquilidad serena y pacífica que me hace suspirar de alivio. Comenzamos rápidamente el ascenso y puedo notar a través de la ventanilla cómo las casas y edificios se hacen más pequeños cada vez, hasta que sólo son puntos en una masa gris con algunas manchas verdes.
Habíamos decidido salir a las siete de la mañana, por lo que el Sol todavía no emergía del horizonte, sin embargo, el azul profundo de la noche estaba tornándose cada vez más alegre, en un azul blanquecino, mezcla del amanecer y la niebla fría del invierno.
Cuando volteo a ver a Santiago ya está dormido. Siempre lo hace durante los viajes, sea en autobús, tren o avión. Nunca se lo he dicho, pero es algo que me molesta un poco. A veces me gustaría conversar con él durante los transcursos de viaje, así sería menos tedioso. No me gusta estar sentada esperando a que pasen los minutos y las horas hasta llegar a nuestro destino, y no puedo ser como él, yo no puedo quedarme dormida en otro lugar que no sea una cama. Supongo que me tendré que conformar con leer mi libro que traje en mi bolso de mano, previniendo ya esta situación. Se llama "Los amantes están perdiendo" de Judith Staunton. Su nombre de la autora me parece muy interesante, resuena en mi mente y me hace desear continuar leyendo.
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El Amor A Través Del Tiempo.
General FictionUn joven se enamora perdidamente de una chica que parece ser fría y distante. Un grupo de amigos dejan huella en un bosque en el que acamparon. Una anciana recuerda el día de su boda cuando su nieta se va a casar. Un trágico accidente vehicular le c...