Corazones heridos.

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Julio 2001.

Al sentir sus brazos rodeándome por la espalda me siento segura. Yo le correspondo el gesto, pero lo tomo por la cintura. Me acurruco en su pecho mientras lloro por un chico al que no le importo. Ese patán se fue y no me dijo por qué. Ahora me está consolando mi mejor amigo, Aleksei. Le empapo su suéter con mis lágrimas que no puedo contener, pero a él no le importa. Sólo me abraza y está ahí, conmigo. En este momento es justo lo que necesito. Un abrazo, pero no cualquiera. Necesito el suyo. 

Desde que nos hicimos grandes amigos, en la secundaria, hicimos un juramento de amistad que nos impedía vernos con otros ojos que no fueran los de un amigo sincero. Ambos creemos que una amistad verdadera puede durar toda la vida, a diferencia del amor de pareja que, a nuestro parecer, puede ser más problemático. Por esa razón hicimos el juramento. Nos queremos tanto que deseamos estar juntos toda la vida.

Me comienzo a tranquilizar por fin. Su presencia me relaja. Seca mis mejillas con el reverso de su mano derecha. Es un gesto que le gusta hacer y a mi me encanta. 

-¿Mejor? -me pregunta mientras me mira con aquellos ojos expresivos y negros. Al verlo, siento como si cayera al abismo de su alma y nos conectáramos de una forma inexplicable.  

-Gracias por estar siempre para mi -respondo-. Incluso cuando no te lo pido.

Había días en los que, como hoy, Aleksei me venía a ver sólo para saber cómo estuvo mi día. Considerando que vivimos a una hora de camino, eso me hace sentir realmente importante para él. Yo también le he demostrado lo mucho que me importa. Cuando sé que está haciendo algo que no debería, soy la primera en llamarle la atención y a ayudarle a hacer lo correcto. No soy la clase de "amiga" que está ahí sólo cuando se trata de diversión. Esas no son amigas.

-Cuando te escuché por teléfono, supe que algo no andaba bien, a pesar de que me aseguraste que te encontrabas tranquila. Sé cuando mientes, incluso si es por teléfono. Lo puedo escuchar en tu voz.

Es cierto. Nadie me conoce tan bien como Aleksei. A veces incluso me hace sentir que me conoce más de lo que yo misma lo hago. Sonrío porque me siento comprendida.  

Cuando me habló por teléfono, yo había llegado justamente de buscar al patán a su casa, después de tres días sin saber nada de él. Para mi sorpresa, su casa estaba vacía. No había ningún rastro de él ni de su familia. Se fue y no se tomó la molestia de avisarme su partida, mucho menos de explicarme el motivo. No llevábamos mucho tiempo saliendo, poco más de un año. Sin embargo, yo soy de las personas que se encariñan rápido, así que ya lo quería.

-No puedo creer que las vacaciones de verano, hayan pasado tan rápido. No puedo creer que ya estamos a fines de Julio -comento para cambiar de tema. Me he tranquilizado y ya estoy mejor.

-Así es. Hay veces que pienso que el tiempo tiene conciencia y velocidad propia, ocasiones en las que se divierte confundiéndonos, pues sabe que estamos a su merced. Pero hay algo con lo que no cuenta el tiempo.

-¿Con qué? -me intereso. Aleksei tiene alma de poeta, cuando comienzo a escuchar su percepción de las cosas, cambia mi forma de ver el mundo.

-No lo sé. Sigo pensando en ello -sonríe. 

No puedo dejar de verlo. Comienza a surgir un sentimiento en mi pecho y siento que el estómago se me revuelve. No, no puede ser eso. Trato de contenerlo en mi cuerpo pero es imposible, siento como se escapa por los poros de mi piel y me cubre con su calidez todo mi cuerpo. No puedo creerlo, he fallado el juramento. Me he enamorado de mi mejor amigo.

-Ya lo descubrirás, estoy segura -le respondo lo más natural posible. 

El cielo ha comenzado a oscurecerse. Necesito estar a solas para saber qué hacer. ¿Ahora tengo que confesar lo que siento por él? 

El Amor A Través Del Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora