No Pressure. (Camren)

Capítulo 20.

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Días después...

—¿Te veré mañana? —quiso saber Lauren, como ya era costumbre cuando se despedían.

—Sí —Camila asintió, con expresión obvia—. ¿Irás a mi último juego, no? —inquirió dubitativa.

—¡Ay, sí es cierto! —rió—. Mañana es tu juego, ¿cómo pude olvidarlo? —puso los ojos en blanco.

—Es porque para lo único que tienes cabeza... es para mí —vaciló la castaña.

—Eso ni lo dudes —admitió, desabrochó el cinturón de seguridad y se acercó a ella—. Estaré en primera fila, apoyándote.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Por supuesto que la vería, aunque lamentablemente no sería en las mismas circunstancias de siempre.

—¿Lauren?

—¿Camila?

Ambas soltaron una suave risa por lo infantiles que habían sonado. Y entre risas, la tenista se hizo escuchar.

—Te voy a extrañar.

—Nos veremos mañana —recordó—, pero te confieso que también voy a extrañarte, mucho, mucho.

—Besame —pidió, mirándola fijamente.

Lauren ladeó una sonrisa sin mostrar los dientes y la contempló durante un buen tiempo. Queriendo grabar cada facción de su precioso rostro en lo más profundo de sus recuerdos. Acarició la suave piel de su mejilla y finalmente la besó. Lento y suave, queriendo también memorizar su sabor y cada uno de sus movimientos; y esta vez... Camila no lo profundizó como solía hacerlo siempre.

—Gracias por todo —arrugó el entrecejo, ignorando el pensamiento de que aquello sonaba como una despedida para siempre, cuando en realidad se verían el día siguiente.

Y sin saberlo, aquellas fueron las últimas palabras que se dijeron y el último beso que compartieron.

Cuando regresó a su propia casa después de dejar a Lauren en la suya, se sorprendió de ver a Chelsea a las afueras de su propiedad. Aparentemente esperando por ella; frunció el ceño porque no evitó pensar en que ya se había liberado definitivamente de ella, ya que durante toda la semana ella raramente no se había aparecido ni un día en su camino.

—¿Qué haces aquí, Chelsea? —cuestionó, exasperada.

—Vine a hablar contigo, lamento no haber aparecido en toda la semana, pero estuve ocupada.

Camila hizo una mueca, restándole importancia a aquello.

—No te lamentes por algo que no me importa, de hecho te lo agradezco —dijo con una cruel honestidad—. Y también te agradecería que te fueras, por favor —pidió, encaminándose hacia la entrada de su casa.

La rubia se mordió el labio inferior y desvió momentáneamente la mirada; su indiferencia le dolía en serio. Porque sí, a pesar que fue ella quien le falló... de verdad la quería.

—¡Por favor! —suplicó—. Sólo quiero una oportunidad, Camila, por favor... dejame redimirme... yo aún te amo... y sé que tú me amas también.

La castaña negó, con toda la seguridad del mundo.

—¿Aún me odias por lo que te hice? —cuestionó con rabia a sí misma—. ¿Nunca vas a poder perdonarme, verdad? ¡Por Dios, Camila! Fue sólo un par de veces y no significó nada para mí... —expresó, con desesperación—. Te lo juro, Zayn no significa nada para mí. Incluso... Él a estado buscándome todo este tiempo, pero yo lo he rechazado —confesó.