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Pensar que le gusto a Gray es lo más surrealista que pudo pasar por mi cabeza hasta ahora.

No me puedo creer el haber considerado en un principio siquiera que las palabras suyas hubieran estado dirigidas a mí. Es más coherente pensar que él haya dicho lo que dijo porque de seguro hay algo en esta ciudad que lo apasiona, o... ¿yo qué sé? Pero no por mí; eso sería absurdo.

Si yo viví en primera fila su aversión, por Dios.

Hoy día puedo asegurar con las manos al fuego que es imposible cualquier sentimiento amoroso suyo hacía mí, y no me quemaría. Él me tuvo antes y me demostró de muchas formas que no me quería.

Afortunadamente, Gray había decidido contestar la llamada de Natsu en el momento que acababa de soltar lo de su corazón, la cual era para avisarnos que los de Auxilio Mecánico ya nos estaban esperando; y después de eso no volvimos a hablar acerca del tema, aunque sí parecía más relajado a como había estado todo ese día.

A los días siguientes decidí volver a intentar lo que principalmente quería conseguir el día de la fogata; enfrentar mis miedos y aceptar lo que quería con Gray a ver cómo me sentía, solo que sin alcohol de por medio esta vez. Él había vuelto a hablarme, y yo había empezado a corresponderle con sinceridad. Tomaba la iniciativa algunas veces y, poco a poco, me fui acostumbrando a su amistad.

Entonces me di cuenta, y tal vez algo tarde, que Gray había cambiado mucho al chico que yo conocía de hace años. Este no me miraba a los ojos y me hablaba solo por obtener algo a cambio; este Gray me miraba de alguna manera indescifrable que me hacía sentir especial, y me hacía sentir que de verdad apreciaba que yo aceptara su amistad.

Y es que lo nuestro empezaba a ir tan bien, que me arrepentía de no haber tomado esta decisión antes.

La incomodidad seguía ahí, por supuesto, pero me era más fácil manejarla y ya no me preocupaba tanto lo que Gray pudiera pensar acerca de mis sentimientos hacia él. Después de todo, hasta parecía haber olvidado mi lanzamiento de la fogata. Y eso era perfecto.

Suspiro una vez más viendo mi reflejo en el espejo, y sonrío. Mi maquillaje nocturno de labial rojo y sombras oscuras sigue igual de intacto como los rizos de mi cabello; a pesar de ya llevar horas bailando con mis amigos, me he rehusado a beber una sola gota de las únicas dos botellas de Bourbon disponibles esta noche. Ahora que me llevo bien con Gray, quiero estar lo más sobria posible delante suyo para no cagarla más...

Y para grabar cada detalle de sus acciones en mi mente.

En menos de un mes no volveré a ver a Gray nunca más y nuestras vidas individuales seguirán su curso de antes.

Nunca pensé llegar a temer tanto que se acercara ese día.

Me he descubierto a mí misma ignorando todas esas barreras para no caer en los sentimientos de antes.

Pero es que realmente nunca he logrado salir de allí...

—Juvia, ¿estás ahí? —escucho a Erza desde el otro lado del baño, sobresaltándome.

Me acerco rápidamente y abro la puerta.

—¡Gracias!

Mis palabras quedan atoradas en la garganta cuando ella pasa de mí con rapidez, entrando al baño y subiéndose el vestido delante del váter como si yo no estuviera aquí.

Salgo de inmediato y cierro la puerta a mis espaldas aún con la boca abierta. Estar embarazada de verdad parece ser un completo lío; aparte de sus otros malestares, la pobre se la pasa orinando nada todo los días, a cada rato.

Last time [Parte I] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora