Capítulo IV - Una visita inesperada

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Por un tiempo la relación entre Taylor y Eliza se volvió distante, había días en los que ni siquiera se dirigían la palabra.

Así fue durante semanas hasta que un martes por la mañana Taylor se percató de la ausencia de Eliza durante las clases.

La chica había sido presa de un fuerte resfriado y permaneció en cama por dos días consecutivos, la tarde siguiente recibiría una visita inesperada. Taylor había hecho una parada en su casa con la intensión de entregarle los deberes de la semana.

El chico llamó a la puerta y de ella emergió un hombre corpulento de una estatura un tanto superior a la de él.

Tenía mas de cuarenta años y su piel era morena. Vestía playera y jeans, parecía haber estado trabajando en el campo, pues su ropa y manos se encontraban manchadas de tierra.

- ¿Te puedo ayudar en algo, jovencito? - Dijo con tono serio
- Buenas tardes, mi nombre es Taylor, soy compañero de Eliza en la escuela, estoy aquí para entregarle los deberes.
- Ya veo, mucho gusto - Dijo tras sacudirse las manos en el pantalón y saludar al chico - Soy Boris, padre de Eliza. Por favor entra.

El chico ingreso en la casa y notó lo diferente que era esta respecto a la suya. No se trataba únicamente de su arquitectura tradicional, la abundancia de muebles de madera o la presencia de múltiples símbolos religiosos colgados en la pared. No, la mayor diferencia radicaba en el ambiente que imperaba en el lugar, lleno de voces y correteos.

Entonces, Taylor descubrió la causa de aquel ruido, se trataba de dos pequeñas niñas. Ambas de aproximadamente seis años. Corrían por toda la casa peleando por un listón cuya propiedad se disputaban.

Cuando la pelea se avivó, en el portal de la cocina apareció una mujer de unos treinta y cinco años, su apariencia era muy parecida a la de Eliza, a excepción de que dicha mujer tenia el pelo rizado y ojos negros.

Llevaba puesto un vestido y sobre este un mandil blanco. Había sido interrumpida durante la preparación de la cena, por lo que en su mano tenía un cucharón.

De inmediato riñó a las niñas y tras lograr apaciguarlas se dirigió a su esposo

- ¿Quién es este jovencito, querido? No creo haberlo visto antes en el pueblo

- Dice que se llama Taylor. Es compañero de Eliza, vino a traerle los deberes.

- Oh, ya veo. ¡Hola, Taylor! Veré si Eliza esta despierta

Tras decir esto, la mujer acudió al segundo piso y apenas unos minutos después volvió al recibidor.

- Eliza se siente mejor, puedes subir a su habitación.

- Muchas gracias, señora...

Hubo una breve pausa

- Oh, lo siento, olvidé presentarme, que distraída soy, mi nombre es Sara, soy la mamá de Eliza.

- Mucho gustó.

- Igualmente.

- Con su permiso, iré a ver a Eliza ahora.

- Oh, si, adelante.

Tras recibir indicaciones sobre la ubicación de la habitación de Eliza, Taylor acudió de inmediato a su encuentro. Antes de ingresar llamó a su puerta.

- ¡Adelante! - Gritó la chica con su ánimo acostumbrado, desde el interior.

Tras esto, Taylor ingresó a la habitación. Ahí encontró a Eliza recostada en la cama. Llevaba puesta un pijama rosa por lo cual, al percatarse de la presencia del chico, se cubrió con las cobijas hasta el rostro.

- ¡Taylor! ¿Pero qué haces tú aquí?

- Te traigo los deberes, pensé que tu madre te lo había explicado.

Eliza se descubrió el rostro para ver al chico y tras corroborar su presencia hizo pucheros.

- Mamá dijo que un compañero había traído los deberes pensé que era Abigail, Beatrice, o hasta Alan. ¿Pero tú?

- ¿Te molesta mi presencia?

- No, realmente no. - Respondió la chica evadiendo la mirada - Es solo que Abigail es quien siempre me trae los deberes

- Tu casa me queda de paso por lo que me pidió que te entregara los deberes

- Eso es muy raro en Abigail

- Constance estaba ocupada hoy.

- Ya veo

- Esta muy preocupada por ti y espera verte pronto de vuelta en la escuela.

- Si, yo también esperó volver pronto.

Taylor colocó un par de hojas sobre la pequeña cajonera junto a la cama.

- Aquí están los deberes de la semana.

- Muchas gracias - dijo, Eliza con desánimo - Supongo que ahora te marcharas.

- Ya cumplí con el encargo de Constance, así que sera mejor que me marche.

Taylor se dio la vuelta, pero antes de que abandonara el cuarto, Eliza lo interrumpió

- Veo que aun sigues molesto por lo ocurrido el otro día.

Taylor se detuvo y respondió sin darse la vuelta.

- No estoy molesto, creí haberlo dejado claro desde ese momento. No es tu culpa, no es culpa de nadie.

- Es solo que, yo, bueno, si mamá muriese, yo, estaría triste, muy triste.

Taylor se mantuvo en silencio.

- No puedo imaginar por lo que debes estar pasando - Agregó la chica

- Déjalo ya, Eliza, eso fue hace mucho tiempo.

- Si, pero...

Taylor abrió la puerta de la habitación

- Ya debo irme...

- Taylor

En ese momento el chico se dispuso a abandonar el lugar cuando sintió una inesperada calidez en su espalda y los brazos de la chica rodearon su cuerpo.

- Si te duele no tienes por qué seguir ocultándolo - Dijo la chica con un tono suave y conciliador

Taylor soltó un par de lágrimas, las seco tan discretamente como pudo y finalmente respondió.

- La extraño, la extraño tanto...

Senderos | Temporada 01 [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora