Respuestas

36 2 0
                                    

Notas: Antes de comenzar, necesito dejar en claro que esto es una parodia homosexual de lo que ocurre en mi cabeza (creo), mi intención no es dañar a nadie, todo se lo pueden tomar a broma (quienes se sientan identificados en el papel de un personaje) yo solo tomé prestadas (sin permiso) sus nombres y cosas así. En serio que los amo y esto lo hago sin el afán de ofender a nadie. Gracias.

____


 El tiempo pasó de volada y cuando menos lo noté ya era la una de la tarde, el turno matutino se iba y después de un receso de dos horas, llegaba a las tres el turno vespertino, poco a poco mis colegas se despedían para ya dirigirse a sus casas. El tiempo pasaba, sólo esperaba a que se fuera el dueño de la pelota para ya irme como todos, pero Ulises no aparecía, pensé que había ido al baño y estuve a nada de ir a buscarlo hasta que recordé lo de la última vez.

Ese beso.

   Prefería dejarlo como un accidente, no se quizá ese día estaba más atractivo de lo normal y este muchacho no se pudo resistir a probar mis labios. Sea lo que sea, no tenía ganas de que se repitiera.

O tal vez sí.

  No, me decía a mi mismo y lo confirmaba en mi mente, pero un sentimiento confuso albergado en mi pecho me hacia desconfiar de lo que mi cabeza  pensara. Al fin y al cabo mi cerebro se sobrepuso y aguardé esperando mientras practicaba.

Ya eran las dos de la tarde, para ese entonces había decidido que lo mejor era tomar mis cosas, guardar la pelota y devolverla mañana. Me encaminé a la salida, estaba a unos cuantos pasos de la puerta cuando una mano golpeó mi hombro, giré la cabeza y noté la presencia de a quien estaba esperando. uUlises, quien alzó su diestra en señal de saludo a lo que yo respondí extendiendo la mano con la susodicha pelotita. La tomó y sonrió.

– ¿Ya te vas Servín?

– Si

– ¿Pensabas robarte mi pelota?

– Te la iba a devolver mañana, pero ya apareciste y la tienes, nos vemos mañana bro–. Me di la vuelta dispuesto a seguir con mi camino, escuché sus pisadas torpes tras de mi.

– Te acompaño hermano–. Inquirió sonriendo todavía mientras ambos en silencio nos dirigimos a donde yo acostumbraba tomar el camión para regresar a mi casa. Llegando al lugar el transporte arribó en seguida, golpeé amistosamente su hombro mientras hacia la parada. El camión siguió de largo ignorándome, escuché a lo lejos a alguien gritando: "putos" y fue cuando me percaté de que Ulises volvió a besarme pero esta vez me agarraba... una nalga.

     Instantáneamente lo aparte de mi, le empujé y me hice hacia atrás, negué la cabeza varias veces.

– Oye, ¿por qué haces esto?

– ¿No es más que obvio Servín?, tan inteligente y no notas que me gustas.

– Pero tu tienes novia

– Ella satisface mis necesidades como hombre, el primitivo deseo de querer a una chica a tu lado, pero contigo. Contigo es más difícil de explicar. Dime, ¿te resulta incómodo que te bese?

   Aaahh! No lo había pensado, pero si en verdad no quería, fácil lo evitaba, no perdía nada, no es mi amigo, solo se trata de alguien que comparte salón conmigo y con el que juego fron, ¿no lo podemos dejar así como está?           
       Guardé silencio, no sabiendo que decir, la reacción que tuviera él por mi respuesta me tenía alerto. Si decía que no, me besaría hasta que me gustara; si decía que sí, él lo haría con más gusto. ¿Pero qué demonios estaba pensando, que todos los posibles resultados terminaran con un beso?

– Ulises... Ne-necesito más tiempo-. Articulé de un murmuró, hice la parada nuevamente y subí al camión de inmediato. Quería evitarlo, no me sentía preparado para responder en ese momento, tomé asiento, el autobús arrancó y terminé viendo a un Ulises consternado de pie donde lo había dejado.
    Sin darme cuenta ya estaba en mi cama, recostado, pensando en lo sucedido, miraba el techo, toqué mi pecho percibiendo el leve latido de mi corazón. No entiendo como pero ese muchacho de sudadera se metía en mi cabeza, alteraba mis emociones y no me permitía concretar alguna idea referente al tema. 
  
¿Qué era esto?

Hace tanto que no me sentía así, era como volver a aquellos días en los que me sentía inseguro, similar el nerviosismo del primer amor. Rodé infantilmente en mi cama, hasta quedar boca abajo, tome la almohada y cruzando mis brazos por encima de mis hombros, me acomodé sobre la acolchonada superficie para luego quedarme dormido.

Quizá mañana pensaría en una respuesta.

Amores en el 433-ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora