Nervios

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Desde el encuentro furtivo y pasional que Ulises y yo compartimos en el baño, hemos establecido ciertos tiempos para disfrutar de lo prohibido. Todos los días a primera hora en clase de Física o matemáticas (dependiendo el día) nos sentamos juntos, él le dedica unos cuantos minutos de atención a su novia para luego volver a mi.
       Ahí cuando el salón esté distraído yo paso la goma del lápiz por encima de la tela que cubre sus muslos, en seguida el responde colocando su izquierda sobre mi pierna muy cerca de mi pelvis, y así dar paso a unos cuantos roces más, a palabras sucias en el oído y en el cuaderno, miradas sugerentes, señas lascivas y cuerpos deseosos.
       Llevamos lo nuestro en secreto, procurando darnos atención lo más que podemos pero tarde que temprano relaciones de esta índole terminan cansando, aburriendo, ya que existe una insatisfacción física que apenas llega a los toques superficiales y, necesitamos más, sí aquello, el instinto de copular se hace presente de alguna manera.
      Y quisiera llegar hasta ese punto, la última base, pero, el hecho de pensar que en el momento de tener sexo uno de los dos tendrá que ceder para permitirle paso al otro en su interior. E imaginar que ese seré yo. Me asusta. No porque crea que Ulises tiene la herramienta más grande que la mía eso no puede ser posible, seguro se acomoda las corbatas a la altura del ombligo.*
        Además no me he puesto a charlar con Ulises acerca de nuestras posiciones en la relación porque, en un principio acordamos ser algo meramente casual y aunque bien, ninguno de los dos quede preñado existen ciertos sentimientos de unión y responsabilidad que arrastra aquel estímulo.
         No quisiera pedirle se hiciera responsable de mi sentir pues lo único que quiero de él es su cuerpo, pero en dado caso de que Ulises sienta algo más que deseo por mi, me traerá muchos problemas. Pero bueno, he decidido abstenerme a llevar a última base nuestra relación. Por el momento. Pues bien, aunque me encantaría decírselo, él tiene que entregar un trabajo muy importante de taller y, no quiero distraerlo mucho con mis encantos y presencia.
      El profesor ha dejado bien en claro con sus actuaciones de niño frustrado audicionando en Televisa, que un requisito para entregar el trabajo será presentarse elegante y realizar una conferencia. Por todos los Marroquines², me encuentro ansioso de ver a Ulises usando unos zapatos bien lustrados que hagan juego con su pantalón de tela de planchado permanente, ver sus brazos cubiertos por la camisa formal ceñida a su tórax y descubrir esos calcetines largos de oficinista que tendrán el lujo de tocar sus pies y la mitad de sus pantorrillas.
     Y puedo jurar por la virgencita que lucía tan bien el día en que los uso. Recuerdo que me estaba lamentando de no haber jugado fron ese día, pero como iba a querer jugar sino estaba mi razón por lastimarme la mano a cada manotazo que le daba a la pelota.
   
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* el largo de una corbata dice discretamente o de manera subliminal la longitud del pene, comúnmente debe de pasar la hebilla del cinturón para demostrar así el buen tamaño del miembro y la masculinidad que impone.

² Esto se refiere a un profesor que parece el salvador de nuestro compañerillo Daniel

Amores en el 433-ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora