Juegos

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Me separó jadeante de sus labios, escuchó quejas desde afuera: "esta cerrado y yo que me ando meando". Bajo la mirada, me burlo un poco de la desgracia ajena. Aun así, no me siento dispuesto a ver a los ojos a quien yo tan atrevidamente he puesto en esta situación.
     El silencio se vuelve incómodo, el ambiente pesado, mis manos sudan, quisiera dejarme caer en el suelo, me siento como un estupido y un rogón, comúnmente ya tendría a cualquiera a mis pies implorando mi amor, no soy de los que hacen estas cosas estúpidas, para nada. Debo de agregar inclusive, que esto no es amor, se que no estamos en una situación romántica, nada de esa índole se podría suscitar en los baños de la escuela.
     Planeo darme la vuelta y hacer como si nada, pero antes de hacerlo le miro, primero los pies, llevaba unos tenis blancos, luego sus piernas con un poco de vello, pongo atención en el dobles del short que él traía puesto, rozaba sus rodillas polvosas, me fije en su cadera, en lo que estaba en medio y abajo de los huesos ilíacos, esos que se marcaban ligeramente en la sudadera y, para no parecer un pervertido dirigí mi vista rápido a su rostro. Descubrí que me miraba de forma lasciva, un leve sonrojo pintaba sus mejillas y sonreía, así como sólo me sonreía a mí: coqueto, juguetón, como un tonto.
      Instantáneamente me sentí correspondido o, más bien, con el permiso, por lo tanto, me lancé sobre él rodeando mis brazos por su cuello, y volvimos a unir nuestros labios, con seguridad. Éramos como un reguero de pólvora que el deseo encendió de inmediato.
     Sin meditarlo metí mi izquierda bajo su sudadera, sentí su abdominal piel fría en mi palma, su vientre suave. Deslicé las yemas de mis dedos por su torso hasta llegar a sus cervicales, las tocaba una por una, como si de un piano se tratase.
     Ni por un minuto me separaba de su boca, su lengua dominaba sobre la mía pero, yo no tenía pensado dejarme llevar por Ulises, reí entre el beso anunciando mi superioridad. En respuesta recibí las manos de Ulises magreando mi trasero. No sería el que haría el rol de chica por ello decidí morder su labio y, escuché un quejido que me pareció lo más masculino que he oído en mi vida, ¡por dios! Ni en el porno escuchas a los hombres gemir tan bien. Me separé de su rostro y la saliva término uniéndonos, vi sus ojitos llorosos y su labio sangrando un poco.

–Discul...

     E interrumpiéndome, me sujetó por la nuca y metió dos de sus dedos a mi boca, los mordí, no me gustaba estar así, seguro me veía muy puto, agarré su brazo y lo intenté quitar pero me empujaba desde la nuca obligándome a permanecer en la posición.

– Si quieres avanzar tenemos que definir nuestras posiciones–. Dictó dominante, sin parar de sonreir. Retiró sus dedos de mi cavidad bucal y rápidamente me aprisionó contra la pared. Él no es tan alto, nuestra diferencias de tamaños no es mucha, pero ahora, me hice pequeño al tenerlo sobre mi cabeza, mirándome desde arriba, como odiaba eso, pero ahora me valió un sorbete. Metiendo una de sus piernas entre las mías, tomándome por la cintura para lamerme el cuello susurró:

– A mi me gustan estos juegos, hombre.

Lo dijo antes de irse, antes de que yo pudiera notar que ya no estábamos jugando.
     Me encontré a mi mismo jadeando, con saliva escurriendo por las comisuras de mis labios y una tienda de campaña en mis pantalones.

–Muy bien, si es ésta nuestra manera de jugar, jugaremos.

Habló mi mente mientras me dirigía a un cubículo del lugar a encargarme del asunto entre mis piernas.

Amores en el 433-ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora