Dolor

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Hacía frío, le pedí a Ulises la pelotita para practicar pero resulta que se la dio a un compañero y ellos estaban dentro del salón, calentitos, tomando clases.
Estaban vacías las bancas, todos yacían en sus salones, uno que otro muchacho realizaba alguna tarea con desespero, habían parejas besándose irrumpiendo en el espacio personal ajeno aprovechando el horario y he de suponer también del clima, calentaban sus cuerpos rozando la piel ajena.
Me abracé, me frotaba con mis manos los brazos, sentado con Ulises, platicamos de babosadas, chistes malos y de mal gusto nos causaban gracia. En ningún momento quitaba esa sonrisa estúpida de su cara. Decidí seguir con el momento, sin homosexualidades, sólo una sana conversaciones completamente heterosexual entre compañeros.

- ¡Daniel! -. Escuché una voz femenina gritandome, era ella; la muchacha chaparrita que había acaparado mis sentidos, sus cabellos rizados tan fuera de control, sus delicadas curvas, esa esplendorosa sonrisa. Ignoré por completo la existencia de Ulises, estaba poniéndome de pie cuando mi compañero jaló de mi mano obligándome a tomar asiento nuevamente. Me solté de su agarré bruscamente y no preví de la fuerza que el contrario podía poseer pues en un instante yo estaba en la banca, semirecostado con un Ulises bastante pesado encima de mi mientras me comía la boca.
Mis ojos captaban a la muchacha que estaba solamente parada viendo, y por otro lado a Ulises con los párpados juntos, besándome. Forcejeé, sus manos se deslizaron por debajo del suéter que yo traía puesto, estaba su diestra por encima de mi camisa tocándome el... El pezón!!
Las colores se me subieron al rostro, estaba debajo de él siendo violado, su otra mano fue a dar a mi muslo derecho, tenía las piernas abiertas y a este hombre posicionado entre estas, restregandose contra mi paquete.
La chica se dio la vuelta, sentí el corazón destrozado, tenía unas enormes ganas de llorar, en verdad dolía, el ahora verme tan gay, el arruinar todas mis posibilidades con esa bella mujer por culpa de Ulises, pero sus labios, sus toques me hacían desvariar, dejaba de pensar entre más tiempo pasábamos así. No noté cuando la encantadora chica de cabellos rizos se había ido, sólo correspondía al tacto del contrario con frenesí, de manera lasciva mezclamos nuestras Salivas en un húmedo beso, la temperatura de mi piel subía y por donde pasaban las manos de Ulises ardía. Quería más, lo deseaba, lo necesitaba pero, de pronto, se detuvo. El sonido del celular del muchacho que curiosamente ahora portaba una sudadera negra empezó a sonar, de inmediato el respondió.

- ¿Vane? ... Si estoy aquí, con Servín, por la cafetería... Vale, aquí nos vemos-. Cuelga. Las ganas de todo se me van, estaba tan entrado, tan prendido, tan cachondo(?) que cuando Ulises intenta volver a besarme le alejo, me levanto, me acomodo la ropa, hay una maraña de sentimientos y emociones en mi. Necesitaba despejar mis ideas, verme inmerso en esta clase de situaciones me provoca dolor de cabeza. Me despedí alzando la mano, no tenía ganas ni de jugar frontón, me topé en el camino con mis demás compañeros, consternados ante mi deseo de ir al salón en vez de practicar les sorprendió pero no hicieron nada -yo esperando a que rogaran mi presencia pues soy indispensable- de cualquier manera constaté que lo mejor era descansar mentalmente de este lío, concentrarme en mi clases. Luego, quizá, con más tiempo podría regresar a mi rutina, a esos pequeños momentos con Ulises, verlo como siempre, porque en este momento, de tan sólo tenerlo cerca de mi, puedo percibir como el latir de mi corazón retumba, como mis sentidos se alertan, sólo con él, siento un enorme dolor en el pecho.

Amores en el 433-ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora