Capítulo 2.-Arribo a Tanzia

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-¡Farad, rápido, tienes que ver esto! – Gritaba una hermosa joven a la proa de un pequeño barco de coloridas velas.

-¡Por favor, señorita, puede caer al mar! – Rogaba el navegante, un hombre anciano de aspecto delicado.

- No arruines su diversión, Doran, debe ser la primera vez que visitan Tanzia – Interrumpió el robusto capitán, mientras dirigía el barco a su destino.

El día era precioso, pues el sol bañaba con generosos rayos el rostro de cada uno de los ocupantes del pequeño barco. Las cristalinas aguas del mar se mecían en pequeñas olas, bajo las cuales un gran banco de peces huía de un gran shark que se había acercado a ellos. El viento soplada de forma casi apacible, moviendo el barco de forma rápida pero delicada sobre las olas. La joven que había hablado anteriormente dejaba a su lacio y castaño cabello ser revoloteado por la brisa del mar que le golpeaba delicadamente en el rostro.

Más allá de la alegría de la joven de bellas curvas, un joven, de aspecto delgado pero fornido, se debatía perezosamente, apoyado sobre dos enormes mochilas de viaje, entre el sueño y la realidad para incorporarse a atender el llamado de su amiga; al escuchar el llamado había quitado de su rostro su abundante cabello negro, dejando a sus ojos ser cegados por el resplandor del sol solo para volver a cubrirlos con sus manos. Intentó nuevamente incorporarse, esta vez frotó de forma perezosa su rostro y se impulsó apenas con fuerza con sus brazos, solo para caer nuevamente. Al caer su cabeza se ladeó a causa de la pereza y cerró nuevamente los ojos; dio un gran bostezo y volvió a caer en el sueño.

-Parece que él se lo toma más calmado – Comentó Doran, el navegante, al capitán.

-Hay quienes no disfrutan el placer de viajar – Agregó el capitán, peinando su abundante barba castaña con hilillos plateados antes de volver a fijar sus ojos en su tarea.

La joven miró a su compañero con recelo y le volvió a llamar.

-¡Farad, en serio debes ver esto, es impresionante! – Pero Farad no dio señales de interesarse; tomó una de las mochilas de viaje y con una de las correas cubrió sus ojos y oídos.

La joven, harta de llamar sin respuesta, comenzó a caminar hacia su compañero que se encontraba del otro lado del barco, bajo una pequeña elevación que daba al timón. Cuando alcanzó a su compañero le tomó entre sus manos y le sacudió violentamente.

-¡Farad, despierta! – Gritó la joven.

Farad quedó completamente aturdido cuando la joven por fin le soltó; la pequeña tripulación, conformada por tres hombres más además del navegante y el capitán, se partía en carcajadas al observar la escena. Ahora el mundo le daba vueltas y le era difícil distinguir la izquierda de la derecha y el arriba del abajo.

-Debiste atenderla en la primera llamada – Comentaba hilarantemente el capitán desde su puesto en el timón.

-Shana, por lo dioses, puedo despertar solo – Espetaba Farad mientras intentaba recuperar sus cinco sentidos.

-A mí no me lo pareció – Respondía Shana mirándolo aún con recelo. Pero su mirada se tornó divertida mientras observaba como su compañero se incorporaba de forma tambaleante – Tú siempre necesitas ayuda para despertar – Agregaba con una sonrisa juguetona en sus labios.

Shana se apresuró a volver a proa mientras Farad le seguía, aún tambaleante. Sus ojos castaños miraban de forma divertida a su compañero mientras le tendía la mano para ayudarle a apoyarse sobre la baranda. Cuando Farad comenzó a recuperar el equilibrio distinguió unos enormes y ardientes faros a la lejanía, labrados en enormes pilares de roca, con una serie de escalerillas en sus costados y una enorme hoguera en su cima. Bajo un colosal faro, de proporciones mucho mayores al del resto, se podía contemplar el puerto de Tanzia, destino de nuestros viajeros.

La última esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora