Capítulo 8.- Infierno

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Un grupo de seis cazadores deambulaba por una volcánica y traicionera senda. Uno de ellos observó por el gran acantilado paralelo a su andar; debajo solo se podía observar un gran rio de lava. Observó más allá, donde un sinfín de pequeños geiseres emitían una estela de gases amarillentos a presión.

No importa por donde lo mire, es imposible que un grupo de tres sobreviva en este sitio; menos aún si se topan con algún monstruo

-Tharon, creo que será imposible encontrar un sitio cómodo donde descansar – Mencionaba Kalu, sacando a su líder de su meditabundo estado.

-No necesitamos que sea cómodo, solo seguro, pero tampoco creo que lo encontremos –

-Sea como sea necesitamos descansar, el calor en este sitio es infernal –

Al terminar la frase, Kalu sacó de uno de sus bolsillos traseros una botella con un extraño liquido blanquecino, la cual bebió a la mitad y el resto lo derramó sobre su cuerpo; una gran estela de humo blanquecino se extendió como un aura alrededor de él.

-Oye, Kalu ¿Era tu última bebida? –

Kalu sencillamente sonrió y sacó otro líquido igual al que había utilizado, arrojándosela a Enkil.

-Aquí tienes novato, pero para la próxima no seas tan descuidado y trae más. O mejor aún, no desperdicies todas en un simple desierto –

-Perdona, supongo tienen razón en llamarme novato; al fin y al cabo es mi primera misión de rango G –

-Entonces debes ser más inteligente; aquí el ambiente también es hostil – Agregó Tharon, quien volvía a observar el ambiente de forma meditabunda.

Enkil siguió la mirada de su líder y maestro, entendiendo perfectamente a lo que se refería. A su alrededor los ríos de lava eran incalculables; su cantidad era tal que, a pesar de que el humos y los gases bloqueaban la luz del sol, la incandescencia de los ríos era suficiente para iluminar de la misma forma. Algunos geiseres de vapores de color amarillento saturaba el aire de algunas zonas, el cual adivinó que era venenoso. Otros geiseres arrojaban vapor a presión, el cual aún con su armadura podría colarse para causarle molestas laceraciones.

Continuaron avanzando, pero pocos pasos adelante un par de cuerpo de rhenoplos, casi completamente ausentes de carne, llamó la atención de Tharon. Éste se inclinó para analizarlos, descubriendo una muy viscosa y corrosiva baba, la cual conocía muy bien.

-Apresurémonos a alejarnos de este sitio, parece que hay un Jho rondando la zona –

-Akasha, esto me da muy mala espina – Protestaba Shana mientras contemplaba un pequeño risco de pendiente traicionera.

-Confía en mí, no hay mejor sitio para que un arquero pueda controlar la zona –

-Lo sé, pero no creo que debamos separarnos –

-Shana, es lo mejor. En aquel estrecho pasaje nuestra visión será muy limitada y cualquier monstruo podría acecharnos desde los riscos cercanos; necesitamos que nos cubras las espaldas –

-De acuerdo, confiaré en ustedes –

Shana comenzó a escalar la traicionera pendiente, mientras observaba el pequeño pasaje por el que Farad y Akasha comenzaban a andar. Aunque no había forma de que Shana pudiera estar a una altura mayor a la que sus compañeros se dirigían, pues estaban a pocos pasos de Tierra sagrada, el volcán más imponente de todo el circulo de fuego, al menos estaba a una altura donde efectivamente controlaba toda la zona. El pasaje por el que sus compañeros se dirigían era una pequeña franja delimitada por dos grandes peñascos, los cuales terminaban en una pequeña caverna que, al parecer, les llevaba al interior del cráter del volcán.

La última esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora