Capítulo 5.- Problema colosal

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Shana y Farad conocían muy bien las leyendas sobre "Tierra Sagrada", un titánico volcán ubicado en el mismísimo centro del "Circulo de fuego" del oeste. Sabían que muchos aventureros, desde cazadores, investigadores, humanos, wyverianos y lynians, habían intentado llegar a aquel inhóspito paraje, pero ninguna leyenda, canción o poema conocida entre las aldeas aledañas confirmaba que alguno hubiese alcanzado su meta. No solo el folkore aledaño al "Circulo" temía y carecía de pruebas de que alguien hubiera alcanzado el sitio, pues también los hombres de ciencia temían aquel sitio; todo investigador que tuviese un colega que se obsesionara lo suficiente como para aventurarse al sitio, siempre guardaba un triste y melancólico recuerdo de su desaparición.

Las historias de los pobladores cercanos o aventureros que sencillamente iban de paso por allí hablaban de monstruos poderosos y desconocidos que intentaban devorar todo a su alcance, o tan veloces que uno no podía saber qué fue lo que le atacó. Igualmente el ambiente era hostil, pues se hablaba de ríos de lava que surgían espontáneamente, carbonizando a los infortunados, o nubes de gases venenos que podían otorgar desde una muerte piadosa hasta una tortuosa e indigesta.

A pesar de los numerosos riegos, así como el horror que sentían por aquel sitio a causa de las leyendas locales, ambos aspirantes aceptaron la propuesta, pues tenían promesas que cumplir, en especial Farad...

Su viaje inició en el mismo momento en que aceptaron la propuesta. Abordaron el pequeño navío para poder cambiar lo más pronto de mar. No tardaron mucho en desembarcar en un enorme desierto, el cual había sido el testigo silencioso de los últimos momentos de Loc Lac... Los cazadores se unieron a una pequeña caravana durante 3 días para cruzar aquella gran extensión de tierra, llegando finalmente al verdadero "mar de arena".

El bien conocido "mar de arena" era una extensión enorme de desierto, donde la arena tenía la curiosa característica de actuar como arena movediza, solo que sin humedad, haciéndolo imposible de sortear a pie. La única manera de poder cruzar aquellos parajes era utilizando botes o barcos areneros, los cuales eran, como su nombre lo sugería, navíos adaptados para sortear aquellos terrenos. Curiosamente estos trasportes contaban con una gruesa capa de diferentes aleaciones en su casco, pues como todo mar, aquel sitio guardaba sus propios horrores.

Farad se encontraba contemplando aquella gran extensión de "nada", donde parecía imposible que algún ser vivo pudiese subsistir, aunque él era consiente que tal pensamiento era una vil mentira. Reflexionaba sobre los horrores y peligros que podrían acontecerles en "Tierra Sagrada", pues sabía que ya habían entrado en terreno hostil, pero eso al fin y al cabo importaba poco. Él sabía que la situación era completamente diferente a lo que había imaginado después de su reunión con el maestro, y todo gracias a aquel ángel de ojos violeta.

Curiosamente la solitaria reflexión de Farad no duraría mucho, pues Akasha, que le había intrigado verle tan reflexivo y alejado de Shana, se vio tentada a conocer la naturaleza de su actitud.

-Es extraño que tú y tu noviecita no se encuentren enfrascados en una de sus características riñas – Comentó Akasha.

-Ella no es mi pareja, la veo como a una hermana pues nos hemos criado juntos–

-Oh, es bueno saber eso – comentó con una coqueta mirada, jugando un poco con su cabello – Siempre imagine que había algo más entre ustedes dos –

-Lo hay –

-Oh... pero acabas de... -

-No me malentiendas, no hay algo más que amor fraternal entre ambos, pero nos une algo más que la amistad; una promesa con nuestro pueblo –

-Ahora que lo mencionas nunca me has hablado de su hogar ¿Cómo es? –

-Es un sitio bastante acogedor, pues la gente tanto de nuestro poblado como de poblados cercanos siempre buscan la forma de darse la mano los unos a los otros, pero no es un paraíso... Desde que la ciudad de Loc Lac cayó, la desgracia también lo hizo sobre nuestros pueblos. Muchos de estos dependía completamente del comercio con Loc Lac, así como de su protección – Los ojos de Farad dejaron de contemplar la "nada" para clavarse en los de Akasha, que normalmente lograban embelesarlo de forma completamente inevitable, pero aquella belleza no fue suficiente para calentar la frialdad que él mismo reflejaba – Los pueblos ahora se encuentran a merced de los monstruos, que se han convertido en una completa plaga. La comida se ha vuelto casi un lujo, pues nuestros cultivos son quemados o pisoteados, el ganado es masacrado y salir a cazar garantiza volverse el bocadillo de alguien más –

La última esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora