(cap 12) no te muevas, voy hacer lo que quiero/ maratón 3/3

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Suspiré. Rindiéndome ante biología. No podía concentrarme. Ruggero estaba en mi mente más de lo que quería admitir, no lo había visto en dos días, no había ido a la escuela. De repente, escuché unos golpes en la puerta, me volví sobre la silla y ví a mi padre entrar, con una camisa y una corbata colgando de su cuello.

- ¿Por qué tan formal? - pregunté.

El preguntó al mismo tiempo que yo. - ¿Por qué tan seria?

Nos sonreímos el uno al otro.

- No sé la maldita definición de una célula. - susurré.

Se encogió de hombros. - A mí no me preguntes, sabes que no se me dan bien esas cosas.

- Ya.

- Sé lo que te puede levantar el ánimo. - sonrió.

- No. - negué, ya sabía lo que quería decir.

- No sabes ni lo que iba a decir.

-Karol, ¿me haces algo de cenar? - imité su voz.

- Tu padre está hambriento.

- Siempre tienes hambre, papá. - reí. - De todas formas, no puedo, soy muy mala en la cocina.

- Tengo una solución a nuestros problemas. - dijo con voz entrecortada. - La familia Pasquarelli nos invitó a cenar.

Fruncí el ceño. - Creo que puedo hacer la cena.

- No, no seas tonta, ya acepte. Date prisa y prepárate, tienes diez minutos. - rió mientras salía de la habitación.

- ¡Papá! - grité tras él, ¿diez minutos?

¿Cómo se suponía que iba a estar lista en diez minutos? Suspiré, levantándome y abriendo el armario, saqué una camiseta púrpura y unos vaqueros pitillo, procedí a prepararme. Lo bueno del tiempo limitado era que apenas tenía tiempo para pensar acerca de lo que podía suceder cuando llegara a casa de Ruggero. Quince minutos más tarde, estaba lista. Bajé las escaleras donde mi padre estaba de pie frente a la puerta.

- Vamos. - me cogió la mano, sacándome de la casa, cerró la puerta y comenzamos a caminar.

Unos minutos después, estábamos llamando al timbre de su casa. La puerta se abrió para revelar a Karen, la madre de Ruggero, sonrió mientras ella nos sonreía, era una mujer bonita y agradable, tenía una personalidad muy dulce.

- Thomas, Karol, entren. - abrió más la puerta y nos permitió la entrada.

- Hola Karen, ¿dónde está Geoff? - preguntó mi padre.

- En la cocina. - contestó.

Mi padre suspiró y corrió hacia la cocina. - Ni se te ocurra, Geoff. - gritó.

Ambas nos reímos.

- Hombres. - suspiró ella.

- Gracias por invitarnos. - contesté.

Sonrió. - No me des las gracias. Somos casi como una familia, eres como otra hija para mí.

Sonreí. - Y tú eres como otra madre para mí. - se rió, acariciando mi mejilla.

- Gracias, querida, ahora vamos antes de que terminen con la comida.

La seguí por el pasillo hasta la cocina, cuando abrió la puerta pudimos ver cómo Geoff y mi padre se estaban peleando, y Male estaba de pie mirándolos con una sonrisa divertida en su cara.

- Hola Male. - sonreí. - Hola Geoff. - agregué.

- ¡Hola Karol! - gritó.

- Ya vale chicos. - dijo Karen. - Siéntense. - ordenó severamente.

mi novio posesivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora