Capítulo 8: Al Borde De La Muerte

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Me desperté sudando, seguía con miedo de lo ocurrido aquella noche, no entendía por qué el monstruo no me mataba ya, porqué me hacía esperar tanto.
¿Le gustaba verme sufrir?

Ya era 26 octubre, dentro de muy poco moriría, pero ya sabía cómo detenerle, si es que lo que me dijo aquél hombre era cierto.
Ahora mismo debía encontrar a alguien y contarle lo de la bestia para que le empezara a perseguir a él y no a mí.
No sabía cómo hacerlo ya que el día se acercaba y yo debía detenerlo.
Lo primero que hice fue alquilar una habitación en un edificio, lo suficientemente grande para no aburrirme y lo suficientemente pequeña para poder ver toda la habitación en todo momento.

Me encerré y me puse a escribir un diario, ya que no sabía el tiempo que iba a estar aquí metido.
Escribí todo lo que me había ocurrido, más tarde decidí salir a dar una vuelta, parece que ya habían empezado a decorar todo para el día de Halloween, lo cual me gustaba y disgustaba por partes iguales, me gustaba, ya que es una de las fiestas que más me gustan, lo malo, que me tocaba morir ese día.
Pero tenía que vivir con ello, y llevarlo lo más positivo posible, si no lo hiciese me volvería loco, más de lo que ya me he vuelto.

Después de dar vueltas durante toda la tarde volví a casa y allí es donde Cené y me fui a dormir.
Al día siguiente, 27 de octubre, decidí hacer cosas que nunca había hecho, por si no salía vivo.
Primero, fui a saltar en paracaídas, todo el mundo salta en paracaídas últimamente por alguna razón.

En la noche no dormí, simplemente me fui de fiesta, no bebí mucho, ya que podía haber dicho sin querer algo sobre el monstruo.
Todo fue tranquilo, hasta que me llegó una llamada, salí del bar, y la contesté, solo se oían respiraciones, ¿por qué a mí?, desde que todo empezó sigo haciéndome esa pregunta, ¿por qué a mí?
Empecé a ponerme nervioso, ya que recordé que aquél monstruo venía por la noche, me puse a mirar a todas partes, no vi nada, por lo que volví dentro del bar.
Entre la multitud me choqué con un hombre alto, o eso pensé y caí al suelo, alce la vista y hubiera deseado que simplemente fuera un hombre alto, pero no era el Rubrum, estaba parado en medio del bar, parecía que nadie más podía verlo, pero yo empecé a ver a todos como comenzaban a deformarse y a hablar de manera extraña, cada vez escuchaba menos, solo podía escuchar una especie de pitido y un murmuro de fondo, empecé a perder visión y estabilidad.

No sabía que hacer por lo que me arrastré lo más lejos posible del Rubrum y me apoyé en una pared. El ser empezó a acercarse a mí, lentamente, siempre con esa sonrisa en el rostro.
A cada paso que daba el pitido se volvía más intenso, se agachó y extendió un poco su extenso brazo.
Cerré los ojos y sentí su mano rozando mi cara, estaba fría como el hielo y tenía un tacto huesudo.
Con miedo y rabia en mi interior le grité que parase.
Abrí los ojos y vi como todo el bar me observaba gritando a la nada.
Me levanté lentamente, pagué lo mío y me fui, volví a casa donde dormí un par de horas hasta el amanecer.

No sabía que hacer la mañana del 28 de octubre por lo que lo único que se me ocurrió fue buscar el candidato a escuchar la historia para que el Rubrum umbra lo pudiera matar.
Solo se me ocurrió buscar a el chico que me hacía bulling en el colegio, Finn Jackson, estuve investigando sobre él en mi ordenador y descubrí donde vivía, por lo que después de comer fui a el lugar que me indicaba.
Aquél sitio estaba un tanto apartado por lo que tardé en llegar, pero cuándo lo hice fui rápidamente y llamé a la puerta, me abrió una mujer, de estatura media, ni alta ni baja, un pelo rubio largo y con unos ojos color verde.
La pregunte que si estaba Finn y me dijo que si, entré y espere en una salita con un sofá y una mesita un poco pequeña, las paredes eran de un color familiar pero no sabía bien cuál era.
Unos segundos más tarde apareció Finn, le dije que si me reconocía y me dijo que si, tras eso me pidió disculpas por todo lo que me hizo y me presentó a su mujer Alejandra y a su hijo Samuel.

No podía hacerle esto, ¿mataría a un padre de familia por mi propia vida solo porqué hizo cosas en el pasado de las que ahora se arrepiente?
No, no pude, le dije que venía para recordar los viejos tiempos, ya que lo estaba haciendo con todos los compañeros de clase, se lo creyó o eso parecía, por lo que decidí marcharme.

Mientras volvía a mi casa cayó la noche y me entraba el sueño, después llegué a casa y me dormí.
Ya era 29 de octubre, faltaba tan poco para que muriese, aquél día fui a la cárcel y le dije a los guardias que me llevaran con el preso más peligroso y con más cargos que existiera.
Dudaron pero tras unas horas intentándolo me dieron acceso.
Yo entré en la sala de visitas y ahí empecé a contarle la historia del Rubrum, él estaba extrañado por mi visita y a la vez intrigado por lo que le contaría después.
Después de contársela me dijo que le gustó mucho, me marche y me reía, ya que él pensaba que era una historia.
Al llegar a casa Cené y me fui a dormir, me di cuenta de que nadie me molestó aquella noche, por fin era libre de aquél ser, ¿le había ganado?
Me hubiera gustado que fuese así.

La Chica IrrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora