- Ah... - Suspira agotada.
Vestida ya con el traje que quería su próximo cliente según sus fetiches, la chica se arodilla sobre las delicadas sábanas de seda. Espera unos segundos, que parecen eternos, sobre aquella cama de modelo antiguo en la habitación.
Al siguiente minuto escucha el agudo sonido de la puerta abriéndose. Ve la silueta del hombre a través de las transparentes cortinas de tonos celestes, acercándose.
Enseguida cuando desliza la cortina de la cama para pasar, la chica ya está preparada para lo que sucederá y toma presencia.
- Estoy apenas empezando mi carrera de enfermería, pero haré mi mejor esfuerzo para lograr que se sienta mejor señor... - Dice la chica con un tono de voz angelical e inocente, además de estar en una posición algo que no demostraba precisamente lo "inocente". Sin lugar a dudas lo había hecho perfectamente, justo cómo deseaba el cliente, dada la mordedura de labio del sujeto.
En seguida el hombre de alrededor de los treinta y cinco años de edad, se le abalanza encima. - Creo que tengo una idea sobre lo que puedes hacer para ayudarme. -
El sujeto la toma de la cintura con nulo cuidado, para besarla con excesiva lujuria y brusquedad en sus rosados labios, mientras ella sigue el beso torpemente, además de rodear el cuello del tipo con sus delgados brazos. No se sentía muy gratificante pero era trabajo.
El desconocido se separa por la falta de oxígeno, respirando apresuradamente al igual que la chica.
El cambia de lugar sus manos, llevándolas a la espalda de ella, para poder empezar a bajar aquél cierre. Aquél molesto cierre, que mantiene a la chica cubierta con su pequeño vestido blanco de simulada enfermera. Mientras lo baja besa a la chica en el cuello, donde capta un olor cómo a jabón de bebé. No le agradó demasiado, así que prefirió ignorarlo para no pasar un mal rato y continuó con su tarea húmeda por el cuello de la menor.
Ella jadeaba sin descanso a causa de lo que recibía... Virgen no era, eso estaba asegurado, pero aún así, cualquiera podría pensar que se trataba de una inexperta. Quizá no estaba tan lejos de la realidad.
Ya había bajado el cierre hasta el final. El tipo tomó las pequeñas mangas de los hombros de la chica, y se las quitó, dejando ver la parte superior de una lencería blanca con encaje. Se animó más y le sacó por completo el pequeño vestido, tirándolo hacia las cortinas, sin importarle a donde podría llegar. Ahora ya podía contemplar en todo su esplendor, el pequeño y delicado cuerpo de aquella "enfermera", pero aún con esa maldita lencería.
La chica lo miró a los ojos, con unos mismos tan tiernos, dulces e inocentes... Él se le acercó al oído y le susurró.
- No te haré nada malo mi adorable enfermera... - Con voz grave. Muy grave y rasposa. Sonaba cómo a un pedófilo a punto de aprovecharse de una pequeña niña. Tampoco era tan ajeno a lo que sucedía en verdad. - Pero... Creo que esto sobra... - Prosiguió a despojarla de su ropa interior, quedando por completo expuesta.
La chica intentó cubrirse con ambas manos su cuerpo desnudo, al menos las partes más íntimas, lo que claramente no logró. El hombre la contempla por unos segundos, haciendo su mirada viajar por su pálido cuerpo, para después agarrar sus manos fuertemente y sostenerlas por arriba de su cabeza.
Ella cierra sus ojos y mueve un poco su cintura. Luego de contemplarla un rato, aquél tipo toma la cadera ajena con un agarre firme, mientras que con la otra mano acaricia su rostro comparable con el de un ángel, mientras la besa de manera incontrolable y apasionada, como si necesitara sus labios para sobrevivir.
La chica suspiraba entre el beso. Pero eso no le bastaba a aquél hombre. No, no estaba ni cerca de lo que deseaba. Él quería oír más. Se le separó y soltó las manos de la chica. Solamente para empezar a: succionar, chupar y lamer los pechos de la fémina, los que apenas contaban con el tamaño promedio.
Igualmente deslizaba vivazmente sus manos por las caderas de la más baja. La chica ya no pudo retener más su voz y empezó a liberar gemidos, los que le parecían muy excitantes a ese hombre. El mismo ya se había cansado de sólo dar placer, lo que más le interesaba era el recibir, de una manera algo... No muy "gentil".
La chica sólo se limitó a observar cómo el hombre se quitaba la camisa y los pantalones desesperado, tirando estos justamente en la misma dirección por la que se había deshecho del vestido. La menor le miró entre divertida y asustada. Él volvió a susurrar en su oído.
- Esto te gustará, mi querida enfermera~ - Con la misma voz grave. "Aunque probablemente más a mí", pensó con malicia difícilmente disfrazada.
Acabó quitándose el bóxer y analizó su cuerpo una vez más. Fijándose detenidamente en "ese" lugar. La joven mantuvo la respiración.
Sin pensarlo dos veces, adentró su miembro en la entrada de la chica, sin medir dolor por parte de ella dada la falta de preparación y lubricación. La chica lloriqueo un poco, lo que le encantó de sobremanera al hombre y comenzó rápidamente a brindarle fuertes embestidas.
Después de algunos largos minutos, la chica acabó por acostumbrarse al dolor y al menos ya no le dolía. El hombre apoyo sus manos en las caderas finas y le besó una vez más, casi devorando sus labios mientras seguía embistiendo en su contra.
El hombre no tardó mucho en correrse dentro de ella, lo que resultaba ser lo importante ¿No? Terminó y finalmente alejó su miembro de una vez por todas.
Enseguida el hombre se incorporó y dejó a la chica ahí, mientras recuperaba su ropa para salir de aquél lugar lo más pronto posible, ya se volvía tarde para llegar a casa con sus niños.
La chica suspiraba y jadeaba, ahora por el tenue agotamiento. Salió de la habitación, con la ropa en mano y fue al baño. Ahí se duchó para limpiarse correctamente con algo de desprecio a su propio cuerpo, siendo notado al pasar de forma ruda el jabón sobre su piel, queriendo no dejar rastro de los toques indeseados. También se concentró mucho en enjuagar su boca y labios, usando mucha pasta dental. Se cambió a su pijama al llegar a su cuarto y encontrarse con un trozo de pastel en su velador.
"Genial, el único pastel que conozco sea bueno." Agarró el tenedor que estaba al lado y empezó a comer con calma, mientras meditaba que tan lejano era su trabajo al de algún tipo de actriz para adultos. Ya se estaba agotando de fingir placer.
Pasando ya un par de meses, la chica se preguntaba por qué no la habían llamado en todo ese extenso tiempo para que trabaje las horas que le correspondían. Tampoco aquello le molestaba, ya que tenía la vida muy tranquila de aquella forma...
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Alquila Y Compra.
Kurgu OlmayanLa vida es injusta. En algunos casos se puede visualizar la gran diferencia. Los que han tenido una vida totalmente inmerecida, llegan a parar en este burdel y no precisamente para lograr que su existencia deje de serlo. No obstante, la mayoría de...