Ellos.

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La mañana siguiente, el canario despertó con el abrazo de Nerea a un lado y la cara de Raoul apoyada en su hombro al otro.

Sabiendo cuanto iba a molestar a la otra parte, decidió de quién se quería desprender y poco a poco fue doblándose sobre sí mismo hasta que su cuerpo quedó de frente al del otro chico.

Iba a levantarse en pocos minutos, pero quería mirar un poco más esa dulce carita, acariciar el pelo corto y dorado que ahora tenía entre sus dedos.


Media hora más tarde se estaban secando el pelo en el baño junto a sus compañeros y, después de quedarse solos como siempre, sin saber bien por qué, Raoul lo miró a través del espejo y se fue. El joven de piel morena lo siguió a la habitación común.


Al llegar allí, el chico del pelo de oro estaba apoyado en una de las paredes del fondo del cuarto, mirando al suelo. Al acercarse con silenciosos pasos, este preguntó:


− ¿Por qué? − Él no dijo nada, sabiendo perfectamente de qué hablaba. −No te hagas el tonto... Sé que estabas despierto.


− No pareció molestarte mi abrazo... Ni que te acariciara el pelo. − Decía mientras se acercaba un poco más, hasta quedar delante el uno del otro.− Sin embargo, creo que vi algo diferente en ti cuando llegaste anoche y viste a la niña a mi lado.


Levantó la barbilla de Raoul con el dedo pulgar y el índice, sonriendo tristemente.


− Agoney...− Suplicó el ahora empequeñecido chico mientras el receptor apoyaba la frente en la suya, dejando que notase la respiración acelerada.− No puedo más...


Y con ternura, le plantó un beso en los labios temblorosos, con la mano ahora apoyada en su mejilla.


− Te necesito tanto que... − Continuó el rubio, ­− cuando pienso que en unos días ya no te podré ver, o mirar, o tocar... No se porqué me pasa esto ahora. Cómo he podido estar tan ciego...


**


Una lagrima salada rodó por la mejilla de Raoul y, Agoney, apoyando los labios donde esta había pasado, secó su cara.


− Shh...


Con un beso como el del segundo pase de micros de la gala anterior, el primero que se dieron de verdad, calló la pena de su amigo, acariciando las heridas de su corazón y aferrándose al momento que ahora tenían para hablar de política.

La tensión que soportaban.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora