CAPÍTULO 15

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Me despierto sobresaltada, con la respiración alterada y un dolor punzante en el pecho. Pongo mis manos a la altura del corazón como si así, pudiera acallar el ruido de su acelerado ritmo. Permanezco sentada en la cama, con los ojos cerrados mientras inhalo y exhalo varias veces, hasta conseguir que mi pulso se relaje y el pinchazo desaparezca.

¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué esa sensación? Un mal presentimiento me sacude y al mirar a mi lado, veo que la cama está vacía. ¿Y Neo? ¿Habrá bajado a la cocina? No sé calcular la hora, aunque creo que apenas debe haber pasado la medianoche...

Pienso en intentar dormir de nuevo, sin embargo, algo me mantiene inquieta. Decido levantarme y al poner los pies en el suelo, me fijo en un papel doblado sobre la mesilla.

—No te enfades —leo en voz baja. El estómago se me pone del revés al entender el significado de esas palabras.

Me pongo de pie de un salto y después de vestirme, salgo al pasillo intentando hacer el menor ruido posible. Llego hasta la puerta que corresponde a la habitación de Hannah y llamo. Pasan varios minutos antes de que la somnolienta chica asome al otro lado y cuando me mira, se frota los ojos como si no diera crédito a lo que ve.

—¿Qué haces aquí a esta hora, Ari?

—Neo no está. ¿Sabes tú algo? —pregunto incapaz de ocultar mi nerviosismo.

Hannah parece despertar de golpe al oírme, sin embargo niega con rotundidad.

—No tengo ni idea...

—¿Cual es la habitación de Jamie?

Me señala una puerta cercana, corro hacia ella y golpeo, mientras rezo para que él sí sepa algo. Insisto al ver que este no abre y no tardo en darme cuenta de que no está.

—Maldición. No me puedo creer que se hayan ido sin mí.

—¿Ir a donde? —Se frota los ojos apoyada en el marco de la puerta.

Me retuerzo las manos nerviosa al entender la gravedad del asunto.

—A Inferis. —Me mira con cara de no entender y yo agito los brazos histérica—. Ellos... ¡han ido a Inferis! Al local que Kavani tiene en los suburbios...

Hannah reacciona como si le acabaran de echar un cubo de agua fría.

—¿A ese local? ¿Están locos?

Sí. Muy locos.

—Llama a Neo a su móvil, por favor.

Desaparece en el interior de la habitación y al momento aparece con el pequeño aparato en la mano. Busca su número y conecta el altavoz, sin embargo no hace llamada.

—Lo tiene apagado —razono, sin querer pararme a pensar cual puede ser el motivo. No tengo forma de contactar con él. No sé cómo llegar al local y ni siquiera tengo el número del profesor Martin para saber si David y Caleb están al tanto de lo de esta noche.

Hannah coge una chaqueta y se la coloca sobre el pijama mientras cierra la puerta.

—Vamos a la cocina, te prepararé una bebida caliente.

Me dejo arrastrar hasta allí y no puedo estar más agradecida porque haya decidido hacerme compañía. No sé qué sería de mis nervios si tuviera que esperar su regreso, sola.

Nos sentamos con una taza cada una y durante los primeros minutos guardamos silencio. No hago más que pensar en las posibilidades. ¿Han ido ellos solos? ¿O les habrá acompañado alguien más? ¿Habrán conseguido entrar? ¿Estarán en problemas?

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