La piel de la memoria

Rescatando a Mushu

Disclaimer: Los personajes son originalmente de Craig Bartlett, no soy dueña de ellos por eso el uso de los mismo es con un fin de entretenimiento.

Lo sé, me atrase bastante con este capítulo pero se me atravesó algo llamado tesis, así que entenderán me ha costado trabajo acoplarme entre mis historias y los avances que semanalmente debo entregar, haré todo lo posible por dejarles una historia al mes.

Arnold tenía que confesar que le tenía miedo al lagarto monitor de Helga, después de todo le quedo cierto trauma al ver como devoraba a su recién adoptado loro, sin embargo con el paso del tiempo se encariño con la peculiar mascota de su novia.

Aún recuerda la primera vez que veía de frente a Mushu, esa tarde la pareja de rubios paseaba por el parque hasta que una fuerte lluvia los obligó a refugiarse, la casa más cercana era la de Helga, ella le ofreció ropa seca (ropa que le quedó pequeña a Bob) y un baño, cuando fue el turno de la ojiazul le permitió esperarla en su cuarto, jamás le aviso que Mushu también dormía ahí, entro a la recámara y se acostó en su cama oliendo el aroma a vainilla que desprende su almohada, cerró sus ojos para inmortalizar el momento, percibió movimiento sin embargo pensó que era su novia así que dejó sus ojos cerrados, de pronto sintió una lengua en su cuello sonrío ante la idea de una Helga juguetona pero antes de poder envolver en un abrazo a quien creía era su novia escucho una fuerte carcajada que venía de la puerta, inmediatamente abrió los ojos y vio frente a él un par de ojos cafés, gritó y de un brinco se cayó de la cama.

-Con que engañándome cabeza de balón- dijo ella con tono burlón.

-Yo, yo, no, ¡Dios!, ¡me estaba probando, quería comerme!- Arnold gritaba horrorizado

-Jajajaja, no digas tontería, Mushu es inofensivo, al menos si se le trata bien- el comentario de la rubia no sirvió de mucho-

-No te rías Helga, me asusto mucho- el rubio se llevaba una mano a su corazón mientras hablaba, pero sus ojos seguían firmes en el lagarto que aún desde lejos le seguía con la mirada.

-No exageres bucko, en estos momentos pareciera que tú espantaste más a este pequeñín- mientras hablaba se dirigió hasta su cama para ser recibida por su reptil que actuaba como un cachorro asustado.

Al ojiverde le pareció increíble la escena frente a él más que nada por el lagarto quien se veía tan dócil, pero aunado a ello estaba una Helga actuando amorosamente, conocía de fondo ese lado suyo, después de todo llevaban ya dos años como novios y en ese lapso se le revelo tanto de ella, no obstante jamás había presenciado la belleza del comportamiento de la ojiazul.

-¿Estás segura de que no hace nada?- Arnold preguntaba durante su lenta caminata hasta el lado de su novia.

-Te juro que no- la voz de ella era firme y sincera, giro para verlo a los ojos cuando se sentó junto a ella, le dio una sonrisa juguetona -¿Confías en mí herz?-

Él sonrió por el cariño pronunciado en su apodo- Siempre-

-Has entonces lo que te pido, por favor – suplico, algo raro en ella

-Está bien- se puso en sus manos

Helga se movió un poco para dejar un espacio mayor en donde colocar a Mushu, el lagarto seguía actuando dócil, en su mirada había un poco de temor pues el olor y sabor de Arnold le era desconocido, sin embargo la confianza que sentía Helga por Arnod podía ser sentida por el lagarto así que se dejó hacer, al igual que él rubio el reptil confiaba en ella.

La chica tomo la mano de su novio para ponerla sobre la cabeza del animal, lentamente hizo que él acariciara desde la cabeza hasta donde iniciaba la cola, así como se acaricia un gato, Mushu recibió con buen talante el gesto, saco su lengua constantemente en un movimiento de alegría y agradecimiento, Arnold al notar lo que hacia la mascota soltó una pequeña risa, como la de los niños cuando superan el miedo al tocar un animal, y el rubio siguió acariciando. Helga se puso realmente feliz al ver que sus bebés se llevaban bien.