Cambios violentos

1.9K 77 4
                                    



Disclaimer: Los personajes son originalmente de Craig Bartlett, no soy dueña de ellos por eso el uso de los mismo es con un fin de entretenimiento.

Abordare una temática de violencia de género, fue difícil escribir esto porque al menos en los últimos años aquí en México la violencia contra la mujer ha crecido desmesuradamente, es muy triste que estos casos sean parte de la realidad mexicana y aunque en su mayoría estos no terminan bien al menos aquí en mi historia sí, plante este escenario porque marca en muchos aspectos la vida de Arnold, Helga y sus respectivas familias, hasta el momento este es el único capítulo más oscuro que planeo escribir, así como el más largo. Ojalá sea de su agrado y espero puedan comentar que les parece la historia.

Un desnudo Arnold miraba la claraboya desde su ventana, tenía ambas manos detrás de su cabeza y por manta llevaba el cuerpo de su novia. Ambos tenían quince años, dos años de noviazgo y toda la tensión sexual que la adolescencia y las hormonas traen consigo, sintió que Helga comenzaba a salir de su pequeña siesta después de un buen orgasmo, por ello puso uno de sus brazos en la espalda baja de la rubia mientras hacía pequeños círculos, su parte romántica siempre le hacía darle la bienvenida del mundo de los sueños con besos o caricias, amaba sentir su piel además de disfrutar ególatramente los ronroneos que hacía cuando la acariciaba, parecía un gatito.

-Mmmm, ¿No deberías estar durmiendo cabeza de balón?- pregunto ella con voz adormilada

-Tome una pequeña siesta de minutos pero al parecer tú te has alargado por casi una hora- respondió mientras la acercaba más hacía él.

-Eres un acosador, mirar a una mujer mientras duerme, ¡qué enfermo!- bromeo ella mientras le daba un beso en el pecho.

-Enfermo pero de amor- hicieron contacto visual y ambos se sonrojaron, no dijeron más palabras y se besaron apasionadamente.

-También te amo- dijo Helga al terminar su beso y acurrucarse en el hueco de su cuello.

Se quedaron ahí abrazados hasta que la ojiazul se levantó abruptamente causando que el calor abandonara el cuerpo de su rubio novio quien rápidamente tapo sus genitales con una almohada, haciendo reír a la chica.

-Ahora tienes vergüenza, ¡criminal!, cabeza de balón ya te he visto desnudo muchas veces- sin un atisbo de pena bromeo ella mientras se ponía la camisa roja a cuadros de Arnold.

-¡Helga!- el ojiverde apenas dijo su nombre se volvió rojo de la cara- ¿a dónde vas?- pregunto cuando la vio en su camisa.

-A la cocina, resulta que ciertas actividades me causaron hambre- ella lo miro pícaramente – ¿quieres algo de comer?, creo que aun sobro algo de pizza-

-Sí gracias, si me das un minuto voy contigo-

-No es necesario Arnoldo, me gusta más cenar en la cama, además mi novio se ve más sexy así- le giño un ojo y salió rápidamente del cuarto.

Arnold sólo sonrió cuando la vio la puerta cerrarse, no era ajeno a este tipo de escenas, de hecho las disfrutaba enormemente, amaba ese lado sexy y coqueto de Helga, desde que ella cumplió quince pareciera que su libido se hizo cargo de su cuerpo, no se quejaba pero al principio se sintió muy abrumado sobre todo porque él caballero que vivía dentro de él era renuente a dejar salir ese lado pasional que tenía, temía que llegaría el punto en el que no pudiera contenerse y lastimara a su novia sin embargo como con otras muchas cosas Helga le ayudo a abrazar ese lado de él, incluso ahora con un poco de liberación sexual era más fácil vivir el día a día, claro aún no habían concretado la penetración sin embargo exploraban otras formas de sexo, aprendieron a descubrirse en cuanto a lo que les gustaba, ritmo, fuerza y demás, era como un largo juego previo antes del premio, últimamente era más difícil contenerse para él, deseaba tanto entrar en ella y sentir la fusión de sus cuerpos, pero aún no era el momento, la rubia entendió y a cambio le permitió una experiencia que les acercara a la penetración, el petting, era como el acto sexual pero aún con ropa interior, a veces ambos la usarían, otras él o ella quedarían totalmente desnudos pero no ambos pues ese sería su punto de no retorno y hasta entonces se sentía muy bien explorar esta nueva fase.

La piel de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora