Maoh

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Los personajes no me pertenecen; son propiedad de Temari Matsumoto y Tomo Takabayashi. Sólo los uso con fines de recreación sin ningún tipo de interés o/y retribución monetaria.



Ya había pasado algo de tiempo desde que lo "secuestraron". O eso creía él. Estaba en lo último de universidad, pronto terminaría la tesis y de allí al examen profesional. Aún faltaba algo para la toma de protesta; no por nada se mató tanto. Con excelentes calificaciones, era de uno de los mejores de la generación de Historia. La brisa le acaricia el rostro, aumentando los recuerdos que poco a poco empieza a perder. Los rayos del sol le simulan hebras doradas de ángeles.

"Un ángel..."

Anteriormente, cohabitaba con uno en su vecindario y el Universo quiso que ambos se entrelazaran.

"Era hermoso... cruelmente frio..."

Pero con él, todo era calor, ternura, amor. Dio gracias el día que le dijo "Sí". Se supo el hombre más feliz de la Tierra, el más completo; sus padres al enterarse, rompieron en furiosas palabras, negándole sin conocerlo la entrada a la vida del hijo menor. Tuvo que seguir con el idilio en penumbras, nada fácil para ambos, ya que los progenitores del primero no dejaban de presentarle jovencitas o chicos de "buenas" familias con las cuales pudiera tener una "aceptable" relación.

Siempre fue de pleitos todos los días a todas horas, puesto que su ángel, ardido entre celos, le exigía el lugar que se merecía.

"-Cobarde... debilucho...-"

Débil, sí, porque cuando al fin se puso los pantalones, no pudo evitar ser arrastrado por Shori hasta el aeropuerto. Adolorido y sin resistencia alguna, dejó que ese maldito avión se lo llevara a París e inscribirse en la Sorbona para terminar añorando viejos momentos.

La herida que se provocó sigue cobrando facturas, muy altas facturas.

La alegría que le caracterizaba se había esfumado y con el correr de los meses, optó por los vicios que siempre despreció: cigarros, drogas, juegos, mujeres, hombres, alcohol, violencia...libertinaje en su máximo esplendor. Todo ese vórtice no menguaban sus estudios, por el contrario, parecía que con ello aumentaban las notas, ganándose el apodo de "Maou" entre el alumnado que a veces le quería que a veces lo odiaba.

Un cambio radical.

¡Jajajaja! Sus padres no le reconocieron al visitarle. De pies a cabeza de negro, largo cabello y ojos felinos oscuros; de porte galante, caballeroso e incisivo. La señora Shibuya respiró profundo antes de la prédica correspondiente por la rebeldía de su hijo quien solo la ignoró cuál piedra; estando a punto de liarse a golpes con su padre les echó en cara la desgracia que lo laceraba desde lo muy hondo.


"-No te convenía hijo....-"

"-¿Cómo diablos pueden saberlo?- "

"-Cuando vuelvas te darás cuenta del tipo de calaña que es...-"

"-¡Váyanse!-"


Sólo recordar le hace hervir la sangre. Han pasado muchas personas por su cama, sin embargo, ninguna se pudo comparar con ese "ángel". Estaba vacío.

"Un autómata."

El viento enredó flores de cerezo en las hebras oscuras de su cabeza. Sintió humedad en el rostro y se descubrió llorando amargamente.


-Regresaré... regresaré y arreglaré todo...-

-¿Hablando solo Shibuya?-

-Ken... vete al Infierno.-

-No puedo... allí no me reciben... a menos que vaya contigo... Maou.-

-Idiota.-

-¿Nos vamos?-


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¡Hola a los años! ¡Muchas gracias por tomarse el tiempo para leer! Aunque algo corto.


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Pobre DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora