Capítulo 4

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14 de Octubre, 2019

-Otra vez hiciste pasar un mal momento a la chica, ¿cierto? –La voz de Hyuk logró que volteara a verlo, ¿a qué se refería? Entornando los ojos me concentré en mirar la pantalla de mi celular revisando las actualizaciones de mi líder ¿siempre era tan cursi y tierno? Sonriendo un poco, le di al corazón para demostrar que me encantaba todo lo que subía –Está bien que quieras ignorarme, pero no vas a llegar a ningún lado si es que terminas tratándola tan mal, todo tu grupo debería estar junto DongHae y hoy echaste de la sala a la chica, ¿crees que no la vi salir de allí? ¿Desde cuando haces llorar a una mujer sin que siquiera te importe?

El reproche empezaba a ser cada vez más severo, lo sabía, lo estaba sintiendo pero ¿qué podía hacer si ella se equivocaba a cada momento? Y fue justamente eso lo que le respondí con el ceño fruncido.

-¿Y qué si se equivoca una y veinte veces? –Sorprendido, me crucé de brazos negando varias veces.

-Se supone que debe hacerlo bien si quiere llegar lejos. –Lo reté.

-Se supone que eres su tutor para enseñarle a que cuando se equivoca, debe repetirlo hasta que le salga bien. –Contraatacó.

-Se supone que soy tutor, no niñera para ir corriendo cada vez que se le ocurra llorar.

-Se supone que eres humano, DongHae. –Y con esto, me dejó quieto, solo en medio de aquel pasillo.

Los segundos pasaron, quizás demasiados y ya podía contarlos como minutos, ¿no? Poniéndome de pie, me levanté mirando la hora, sólo faltaba una para las doce de la noche y oficialmente estaría cumpliendo treinta y tres años. ¿Podía ir envejeciendo más rápido? Riendo como un loco, avancé por el sector guardando el móvil en el bolsillo de mi pantalón al ritmo de alguna canción que sonaba en ese momento, caminé ampliando mi sonrisa, ese tema era conocido, demasiado conocido. Curioso como solía ser y soy, entré a la sala donde "One more chance", la canción que yo escribí, sonaba. Traté de ser silencioso y pasar desapercibido, lo logré, de hecho, fui muy bueno en eso que terminé sentado detrás de un montón de colchonetas, era una de las salas que menos solíamos usar y terminábamos teniéndola por un depósito.

La persona que ahí vi, intentando practicar sus movimientos era aquella mujer frustrante y tan inexperta. ¿Qué hacía allí? Debería estar descansando, por la madrugada teníamos ensayo, de hecho, en exactas cinco horas empezaban ellos a entrenar, ¿por qué no se iba a descansar?

De pronto la música paró y escuché una conversación, español seguramente pero no podía entenderlo. Ella se dejó caer sobre sus rodillas y comenzó a llorar, ¿qué estaba sucediendo? Lloraba, la había visto llorar pero nunca así, nunca la vi tan desconsolada, nunca tan lastimada. Sus llantos empezaban a ser tan fuertes y amargos que incluso yo, siendo tan sensible, comencé a soltar un par de lágrimas.

-Mami, mami...

Escuchaba de pronto, esas dos palabras podía reconocerlas, a veces, cuando salíamos en giras solían enseñarnos palabras básicas y a mí me gustaba hablar con mi mamá de diferentes maneras, a veces le decía mamá en diferentes idiomas. Fue en ese momento cuando me di cuenta que algo iba mal con su mamá, ¿qué estaba sucediendo? ¿Qué era lo que sucedía con su mamá?

Sin poder evitarlo me levanté de mi escondite, caminé hasta donde ella se encontraba y pude escucharle hipar, llorar y verle golpearse la cabeza empezando a repetir "mami" a cada segundo. Le quité el teléfono móvil y me lo llevé a la oreja para poder escuchar.

-Lo siento, lo siento mucho Mar, lo siento tanto.

Escuchaba y si, reconocía aquello, lo único que pude hacer fue hablar en inglés.

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