Capítulo 5

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15 de Octubre, 2019


Sentado y de brazos cruzados, observaba como los aprendices empezaban la coreografía intentando mantener la sincronización, ¿era tan difícil para ellos? Porque si bien recordaba haberme esforzado, nunca creí que me había costado tanto aprender unos pasos, ¿o lo había olvidado todo? Un tanto frustrado, miré a ShinDong encogiéndome levemente de hombros. 


—Creo que mi trabajo es más pesado y ni siquiera tengo el día libre. —Me quejé entornando los ojos antes de ponerme en pie escuchando una risa detrás de mi. 


—Quizás la edad te ha vuelto más quejumbroso, ¿será eso? —Con una palmada sobre mi hombro, me dejó estacionado en mi lugar. Apenas tenía treinta y tres por Dios, no es como si tuviera cincuenta. 


—Bien, jóvenes, señoritas... En vista de que todo esta mal, absolutamente mal, tendremos que ensayar dos horas más. —Los suspiros a modo de queja no se hicieron esperar y lo único que hice  en ese momento fue mirar con cierto desdén a cada uno de los presentes, salvo a la única que no parecía quejarse, ¿es que ella nunca se enojaba o nunca podía molestarse por nada? Había perdido a su madre, ¡por todos los cielos! Debería estar gritando, llorando, sufriendo, mandando a volar a todos. 


Frunciendo el ceño y sin saber de dónde tomé la valentía, me acerqué a ella a pasos lentos deteniéndome una vez que la punta de sus zapatillas se chocaban con las mías.


 —¿Te encuentras bien? 


Ante la pregunta, la chica dio un paso atrás y me miró a los ojos parpadeando rápidamente, por un segundo me pareció ver la cercanía de la ilusión pero una mirada fría y más bien calculadora se instaló en aquel par de enormes ojos.


—Si señor. 


Con esa respuesta y el silencio que comenzó a reinar, no pude hacer más que retroceder hasta ponerme al frente nuevamente. Haciendo crujir mis dedos, comencé a contar los pasos, yendo uno por uno para que los aprendices me siguieran. ShinDong se puso a mi lado y comenzó a seguirme de la misma forma para así evaluar de mejor manera a quienes debían ser calificados. 


Dos horas después, tomé la botella de agua para rociarla por mi frente, mi cara quitándome de encima el sudor, estaba exhausto.


—Buen trabajo Hae pero dime...¿Para qué querías que yo esté presente? —Lo miré un poco antes de responderle. 


—¿Viste a la latina? —Consulté y apenas un asentimiento mientras se sentaba en el suelo me dio paso continuar —Sucede que, tendrás que calificarla, del 1 al 10, ¿cuánta puntuación le das? 


La duda de pronto surgió en el rostro de mi amigo, empezaba a tamborilear los dedos sobre el suelo y se puso de pie encogiéndose de hombros. —Probablemente, ella es la mejor entre todos, sin contar con que... Bueno, no es que la mire con esos ojos pero tiene unas caderas... 


La frase a medio terminar llegó acompañada de una risa y una palmada en el hombro, yo mismo sonreí casi al mismo tiempo negando divertido por el giro de la situación, no es que no la hubiese mirado, por supuesto que sí. Había visto demasiado aquel cuerpo y es que era digno de llamarse un cuerpo de diosa, ¿desde cuando las mujeres tenían tan buena pierna y cadera? Jo, sabré yo, que he visto a tantas modelos pero ninguna como ella, definitivamente.

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