07

382 63 16
                                    

07

No temas, cariño.

He deseado siempre que seas mío.

Ahora, bebe un trago más de esta copa de vino,

Piérdete en este mar de bruma y aléjate del fatal destino.

―Buenas noches, dormilón...

Regulus limpió sus lágrimas con el dorso de su manga antes de entrar a la habitación, empujando la puerta con la espalda con la bandeja cargada de la cena en las manos. Severus se removió en la cama cuando Regulus tomó asiento en la misma, dejando la bandeja de madera con los platos de lasaña en el centro, carne molida cubierta de salsa, queso derretido y dorado en la superficie, su nariz olisqueando y obligándole a Severus a entreabrir los ojos ante el apetitoso aroma. Regulus le alcanzó un vaso alargado con la poción.

―Buenas noches, dormilón ―repitió, con la voz compuesta, ya no quebrada como segundos antes, y una sonrisa suave en el rostro enrojecido―. Es hora de despertarse, comer la deliciosa cena que llevo tres horas y dos recetarios preparando, y prestarle atención a tu Regulus. Se ha sentido muy abandonado mientras dormías.

Severus esbozó una suave sonrisa mientras se incorporaba, encontrándose vendado y cubierto de paños humedecidos en agua filtrada con esencia de díctamo, Regulus sonriendo con las mejillas apenas sonrojadas mientras los dos platos de la cena se acomodaban entre ambos con el aroma fuerte que consiguió que ambos estómagos gruñeran, imitándose en hambre. Regulus soltó una risita, sus hombros sacudiéndose, observando la expresión cálida de Severus tintarse de amargura cuando comprobó la poción en el vaso cerca de sus labios.

―¿Cómo...?

―Severus, por más que sea un Black, no soy idiota ―suspiró, lentamente cortando un trozo de su lasaña, Severus bebiendo la poción a un trago largo con una mueca de desagrado, Regulus llevándose el trozo de lasaña a los labios y masticando lentamente mientras sus cejas se arqueaban, juguetonas―. Lo que me hace pensar si acaso deberé cambiarme el apellido. Después de todo estoy desheredado, apellidarme Black suena bastante hipócrita, y también tonto ya que odio a todos los miembros de mi familia.

Severus suspiró mientras cortaba un trozo de su lasaña para menguar el hambre sacudiéndole los intestinos. Regulus masticó con parsimonia.

―Puedo darte el mío ―sugirió Severus. Regulus sonrió.

―Y yo podría darte hijos con nuestro apellido. Quiero un niño, sería hermoso. Tan poderoso como tú. Y tan valiente.

―Y podríamos casarnos mañana mismo.

Regulus entrecerró los ojos cargados en lágrimas de ilusión y ensoñación mientras seguía masticando, la salsa fuerte contra el paladar mientras sus mejillas enrojecían cada vez más fuerte.

―Eso me encantaría.

Severus esbozó una sonrisa lenta, sus ojos siempre más expresivos que su propia palabra, su mirada diciéndole todo el amor que le profesaba, su expresión cargada de sueños, esperanzas, afecto inmenso. Regulus comprendía por qué Severus había estado dispuesto a matar por él sin miedo a ensuciarse el alma. Comprendía en cada momento que ese tipo de amor no era en absoluto el que todos esperarían recibir. Pero Regulus simplemente sabía que haría lo mismo una y mil veces por él, que el amor que él tenía para dar no era en lo absoluto lo que nadie más que Severus podría adorar recibir.

―Yo, Regulus Arcturus... ―Regulus pareció dudar mientras arrugaba apenas la nariz meditándolo―. No creo decir Black, no. Así que sí, diré Regulus Arcturus ―inhaló con expresión pensativa. Severus recargó la barbilla en la mano, mirándole con diversión contenida―. Yo, Regulus Arcturus, acepto como esposo a Severus Snape para tomar su apellido a cambio del mío que aborrezco, darle hijos hermosos y poderosos, curar cada una de sus heridas y amarlo hoy, mañana, y todos los días de nuestras vidas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 24, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dark LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora