01

1.7K 145 40
                                    

Este fic está dedicado con todo mi amor a mi esposa amada. ¿Por qué? Porque de no ser por ella yo jamás hubiera siquiera imaginado esta shipp y ahora no puedo pensar algo que no la tenga. Ya tocaba hacerlos protagonistas de algo. :'D

#PrinceBlackWeek. Primera palabra: trabajos y oficios. 


01

No temas, cariño,

El placer es el mío,

Déjame tomar tu mano

Y tu vida, ya que vamos de paso.

―Severus, ¿qué estás haciendo?

Regulus alzó la vista cuando observó al hombre frente a él, empujándolo contra la sucia pared del callejón Knockturn. Había pasado mucho tiempo desde que Severus Snape había sido expulsado de Hogwarts. El nombre de los Prince, pintado en sus dedos heridos por las pociones tóxicas, había sido arruinado más aún que después del matrimonio de Eileen con un miserable muggle. Regulus, en su tercer año, había observado la breve ceremonia hecha por los profesores para advertir a todos sobre Severus Snape. Nadie parecía tener idea alguna de qué había ocurrido que había llevado a tal extremo. En años Hogwarts jamás había expulsado a nadie. La sola idea de ser expulsados de Hogwarts parecía quemar en la consciencia de todos los revoltosos, y Regulus había observado a su único amigo en Hogwarts marcharse con expresión impertérrita, ojos negros jamás diciendo menos que mientras partía de la Sala Común una mañana para no regresar.

Habían roto su varita.

Nada explicaba por qué tenía una en sus manos en ese momento.

―Debes acompañarme.

Regulus no pudo hacer más que obedecer. Severus lucía herido por la vida y por el caos. Si Regulus acababa de salir de Hogwarts Severus ya tenía sus diecinueve años cumplidos, pero su rostro le hacía ver mayor; no avejentado, no carcomido por los años, sino más experimentado, maduro, cruel de ese modo que son las personas cuando la vida los ha desgarrado en tantos pedazos que sólo se necesitaba un mísero golpe para hacerlos añicos.

Al borde del caos y la crisis Severus Snape lo arrastró con un apretón férreo por los turbulentos callejones de Knockturn. Regulus no desconfiaba de él, ¿cómo desconfiar? Había sido el único que le había dado la bienvenida a Slytherin cuando todos parecían pensar que él sería justo como su hermano, como el rebelde, el caótico y revoltoso Sirius Black. Regulus lloraba por las noches cuando sus compañeros le comparaban, reían e insultaban, y Severus limpiaba sus lágrimas por las mañanas con miradas cálidas como carbones ardientes, arrancándole lágrimas a aquellos que alguna vez se habían atrevido a herirlo. Simplemente había tomado su mano y ofrecido su amistad, y parecía que ésta misma se mantenía en la turbulenta reacción de querer protegerlo de algo mientras lo arrastraba, escondiéndose, observando que no eran seguidos, que sus pasos se perdían entre los recortes de periódico arrancados, la mugre y roña, la basura en los rincones, el hedor de la muerte y la putrefacción llegando desde todas direcciones mientras más hondo se lanzaban al callejón.

El corazón de Knockturn era casi como las vísceras de la inmundicia. A Regulus jamás le había importado menos porque, por el lenguaje corporal de Severus, la presión en su brazo y la varita casi oculta en su muñeca, él estaba ayudándolo. Ayudándolo de una manera que nadie había pensado hacer.

Protegiéndolo.

―Severus, ¿qué ocurre? ―se atrevió a preguntar cuando se detuvieron, Severus empujándolo contra una puerta oculta entre piedra gris húmeda, moho en las paredes y telarañas contra el marco interior de la puerta. Severus encendió varias antorchas con un movimiento de manos que dejó boquiabierto a Regulus. Incluso él, siendo un Black y teniendo todo el poder ancestral de aquella familia, era incapaz de hacer magia no verbal, y mucho menos sin una varita.

Dark LordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora