Capítulo 4: Tetas

427 27 4
                                    

Capítulo 4: Tetas

—Venga va Lily no ha sido para tanto —dijo Celeste mientras intentaba seguir mi paso rápido. Resoplé, claramente no conforme con su pensamiento— ¿Puedes ir más despacio? Estoy cansada —la ignoré aumentando aún más mi ritmo—, si hubiésemos aceptado su oferta... - Comentó dejando la frase en el aire. Me giré bruscamente, cortando el paso, y provocando que ella chocase contra mi. Levantó su mirada y me miró con miedo—. ¿Por qué te cae tan mal?, todavía no lo entiendo —me giré retomando mi paso, y me retorcí los dedos en la palma de mi mano.

—Él se atrevió a dedicarme una canción —susurré con rabia. Celeste se rió por lo bajo y moví mis cabeza azotando mi cabello de un lado hacia otro.

—Eso fue lindo —me respondió.

—¿Lindo? ¡Casi nos descubren por su maldito ego! Le odio —sentencié mientras abría la puerta de mi casa.

Llevábamos al rededor de dos horas caminando y discutiendo. Estaba que me crispaba de los nervios, ese maldito me volvía como una loca histérica, y yo solía ser bastante calmada. Deje la puerta abierta a Celeste para que entrase mientras iba hacia la cocina para beber un poco de agua.

—Mmmm... Lily —la escuche lejos. Asome mi cabeza por el marco de la puerta, y moví mi cabeza enérgicamente para que ella entrase dentro—, es mejor que me vaya, tengo clase de piano y casi no he practicado —dijo ¿arrepentida?

—De acuerdo vete —contesté haciendo un vaivén con la mano, más ella no se movía de su sitio—, largo —Cele se decidió a caminar hasta mi. Nos quedamos en silencio mirándonos a los ojos. No sabía bastante bien como es que la mejor persona que yo tenía seguía a mi lado, después de todo, pero mientras transcurrían los segundos, yo me tranquilizaba viendo sus ojos. Ella sonrió débilmente y con sus dos manos acarició mis mejillas cariñosamente.

—Tranquilízate, todo va a estar bien —me aseguro, yo cabecee asintiendo no muy convencida—. Sabes que siempre te protegeré —prosiguió calmándome cada vez más.

—Lo intentaré —respondí mucho más relajada, deposité mis labios en su mejilla mientras me deshacía de sus manos—, anda, vete ya o llegarás tarde —esta vez ella me sonrió más animada, y se fue cerrando la puerta.

 Agarré el vaso de agua y bebí lo que quedaba en él. Las personas no podían hacerse una remota idea de lo feliz que me sentía cuando todo andaba atado. Quizás -seguro- era verdad aquel rumor a voces de ser una maldita maniática del control. Arrastre la silla y tomé asiento. Me sentía débil, sin duda no es fácil para mi sobrellevar toda aquella situación. Todavía mis manos sudaban y me sentía como un cachorrillo a punto de ser apaleado. Bien, olvidadlo, claramente no era buena con las comparaciones.

Yo no debí haber besado la mejilla de Matthew, tampoco debí aceptar ir a ese estúpido concierto, y ni mucho menos montar en la perfecta limusina del nada perfecto idiota. Quizás de los besos no me arrepentía tanto, el calor subió hacia mis mejillas tiñéndolas de rojo, a la par que el timbre me saco de mi reflexión.

—¿Te has olvidado al...? —me quede a medias de la pregunta al ver enfrente de mí una sonrisa tierna y no a Cele. Sin darle paso, el puso su primer pie dentro de mi casa y ando deliberadamente hacia el salón. Bien, él no solía hacer aquello. Cerré la puerta y le seguí confundida.

—¿Quien ha estado aquí? —preguntó como un paranoico mirando hacia los lados.

—Celeste —respondí todavía con el entrecejo fruncido.

—No te creo —dijo apuntándome de forma acusatoria con él dedo, toque mi pecho donde se encontraba el corazón haciéndome la ofendida—, y tampoco creas que me creí lo de la biblioteca y todo el rollo del beso para distraer mi atención —prosiguió, mientras mis mejillas se encendía rápidamente. Esperen, él dijo ¿Distraer su atención? Yo era capaz de distraerle, vaya... 

BREAKING FREEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora