Capítulo 5: La chica especial de Ray Kin

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—¡Lily Belleth como no muevas tu culo ya hasta la puerta la derivo! —escuche a Celeste por lo lejos como si fuese una mosca cojonera dando vueltas por mi cabeza. Vaya mi cama olía al perfume de Matthew. Sonriente me regodee en ella y abrace más fuerte la almohada.

—¿Lily? —escuché una voz ronca y sensual llamarme debajo de mi. Sorprendida pegué un bote y me caí al suelo. La risa de un inconfundible perfecto Matthew comenzó a resonar por toda la sala de estar mientras me tocaba el trasero intentado masajearlo—. Lo siento Lily —abrí los ojos sin creerme aún que hubiese dormido arropada por los brazos de Matthew. Le miré mientras el esbozaba ese tipo de sonrisa que me gustaba tanto. No podía creerme que tuviese un tan magnífico amigo como él. Es decir, él era todo lo que yo podía llegar a desear. Se paso sus dedos por el pelo despeinándolo. 

«Te quiero», pensé mientras seguramente le hacia ojitos.

—Al parecer nos quedamos dormidos viendo la televisión —dijo mientras se sentaba e intentaba planchar su camisa con las manos. Asentí cediéndole la razón.

—¡¡Lily!! —escuche la voz de Cele al otro lado de la puerta de la casa. Resople fastidiada y Matthew me guiño el ojo. Me levante del sueño y caminé hasta la puerta principal masajeandome de nuevo el trasero—. ¿Por qué cojones no estas vestida? —dijo nada más abríla puerta, la miré confundida, me miré de pies a cabeza y después a ella, que intentaba asomar su cabeza por sobre mi hombro—. ¿Que hace aquí Matthew? —me susurró.

—Vino ha hacerme compañía ayer por la noche y nos dormimos.

—Como vuelvas a llegar tarde Ádrian se va a enfadar seriamente contigo.

—¡Mierda! —se me había olvidado totalmente que teníamos clase. Sentí una mano alrededor de mi cintura, sobresaltándome. Miré hacia atrás encontrándome el rostro de Matthew demasiado cerca como para evitar ponerme nerviosa.

—Qué te parece si hoy nos escapamos de clase —me susurró Matthew en el oído. Fruncí el entrecejo. Yo había faltado ayer y no estaba bien cogerse ese peculiar hábito, pero no tenía ganas de enfrentarme tan pronto con el Karateka, y admitadmoslo, Matthew estaba irresistible.

—Déjalo Celeste, vete sin mí —fui ha cerrar la puerta cuando ella interpuso su pie, parando la puerta.

—¿Cómo que lo deje? No estarás pensando en escabullirte del instituto otra vez —dijo mirándome amenazadoramente.

—No —dije con total ironía, y tosí—, No viste —me señale la boca— todavía sigo enferma.

—Como te pillen yo no quiero saber nada —dijo recelosa mientras bajaba las escaleras del porche y andaba hacia el instituto. Cerré la puerta. 

—¿Y ahora que hacemos? —pregunté girando mi cuerpo hacia el suyo. Su mano rodó hasta mi espalda.

—No se —se encogió de hombros, «¿Qué te parece si nos besamos?», de acuerdo eso lo había soñado yo, él no lo dijo. ¿Pero no se sentía malditamente bien imaginarlo?—. Hagamos el desayuno —tomó mi mano y me llevó hacia la cocina, ni que yo no supiese donde estaba.

—Voy a mirar que hay —abrí el cajón de las reservas—¿Te apetece cereales? —él negó, mientras agarraba la leche— ¿Croissante?

—Eso esta mejor —me respondió.

Después estuvimos desayunando mientras veíamos los informativos de la televisión.

"Hablemos ahora sobre un jovén prometedor, y con un gran grupo de fans. Ray kin..." , de pronto la televisión se apagó. Miré a Matthew, quien tenía el mando entre sus manos. Mierda yo quería saber si decían algo de mí.

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