Capítulo 2 : Eres mi mejor amiga

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El sonido del timbre de mi casa me hizo botar en la cama. ¡Mierda otra vez me había quedado dormida! ¿Qué me pasaba últimamente?

—¡Lily! ¿Estás ahí? —preguntó Matthew desde la plan baja, fuera de casa.

—¡Si, ya estoy lista! —alcé la voz mientras me metía dentro del uniforme—, ¡¿Puedes esperar un momento?! —chillé mientras bajaba las escaleras con el maquillaje en mano.

—Sí pero date prisa, llevo cinco minutos llamando a tu casa, ya estaba empezando a pensar que te habías ido sin mi.

—No Mathhew, sólo dame dos minutos.

Me restregué el maquillaje, un poco por aquí otro poco por allí, parecía más bien un payaso con manchas por la cara, pero no tenía tiempo de retocar mis fallos, así que subí rápidamente a por la mochila y baje de nuevo.

—Hola —salude a Matthew con una tierna sonrisa, y caminé detrás suya.

¡Oh dios mío! Él se veía terriblemente sexy, se encontraba delante de mí, caminando hacia el auto mientras movía su culo. Yo no solía pensar en ese tipo de cosas cuando le tenía cerca, pero ayer no le vi, y verle hoy fue como si se hubiese puesto aún más guapo de la noche a la mañana. Aunque dudaba seriamente que él pudiera ser aún más guapo.

Le miré embelesada durante medio camino en su coche (¡Se me iba a caer la baba!) hasta que él me miró riéndose.

—¿Qué te paso ayer? —pregunté, intentando calmar mi rubor.

—Nada, cosas sin importancia —dijo entristecido.

—¿Seguro? —pregunté poniendo una de mis manos en su pierna, algo que realmente le sorprendió y lo puso bastante nervioso.

—Mmmm... Si Lily, no necesito que te preocupes por mí siempre, estoy bien —sonrió forzosamente.

—Lo siento —quite mi mano tomándome sus palabras al pie de la letra—, Quizás te agobie demasiado.

—¡No! —dijo rápidamente y con dulzura—. Es solo... que no hace falta que te preocupes tanto por mí, no me gusta verte triste por mi culpa —me sonrió tiernamente, ¡Porque demonios él siempre tenía que ser tan tierno!—, de verdad que eres la mejor amiga —dijo mientras aparcaba.

Su daga como de costumbre entró en mi pecho y me limite a sonreír forzada mientras salía de su coche a toda prisa. Yo sabía perfectamente que él no tenía la culpa de mis arrebatos, pero me sonaba tan mal oírle decir eso de su propia boca ¿Amigos? ¡¡Al diablo con ser amigos!!

—Wow, la princesa se ve cabreada —dijo el Karateka mientras entrabamos por la puerta principal del instituto juntos.

—Déjame Rayon-Ryan-Ry... —Dejé de intentar adivinar su nombre—. No estoy de humor —sentencie mientras el se alejaba de mí, ofendido. Agradecí que aquel estúpido no me siguiese.

Cuando llegué a los baños, me miré en el espejo ¡Realmente hoy me había pintado horrorosamente mal!, comencé a restregar el maquillaje como podía mientras me miraba en el espejo. Mi mano, que estaba haciendo círculos por cada milímetro de mi cara se detuvo, y una lágrima tan cristalina como el agua cayó por mi mejilla. Ande hacia uno de los cubículos y me senté en la tapa del váter encerrada mientras el picor de mis ojos acentuaban.

Yo sabía que Matthrew todavía no conocía sobre mis sentimientos hacia él, sabía que él pensaba que yo me preocupaba tanto por él porque le consideraba mi mejor amigo. Sabía que no tenía derechos a enfadarme con él, pero más que enfadada con él, lo estaba conmigo. ¡Acaso nunca me atrevería a decirle algo! Desde los casi cuatro años que llevo terriblemente enamorada de él, no se me ocurrió soltar mi pico, ni si quiera coquetear con él. Absolutamente nada. Y todo era porque tenía miedo de perder el control de la situación, ¡Sí!, tenía miedo de ser rechazada y no poder considerarlo ni siquiera como mi amigo.

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