Capítulo 13: Dios que resaca...

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Siento los pequeños rayos de sol en un día nublado irradiando me. Sin siquiera abrir los ojos siento el malestar en mi cuerpo y la boca seca, me siento débil e incapaz de levantar mis párpados. Parecía como si un camión me hubiese pasado por encima. La cabeza me daba vueltas y tenía un ardiente e incesante pinchazo en la sien.

Rodé en la cama cambiando de costado para así dar la espalda a la ventana. Restregué mis dedos entre los lágrimales desquitando cualquier rastro de legaña.

- ¿Ya iba siendo hora no? - Preguntó Celeste. ¡Oh dios! mi cabeza casi explota a tan solo escucharla. Me tape los odios con las almohada, y ella me miró como si me hubiese vuelto loca.

- Ssh - Ella comenzó a reírse escandalosamente y le tiré un cojín a la cabeza cesando su estruendosa risa - Me duele la cabeza, ¿Puedes hacer el menor ruido posible? - Dije en casi un susurró, con la voz ronca y molesta. Ella asintió caminando hacia el baño y encerrándose allí.

Bien, no me acordaba absolutamente de nada, ni siquiera sabía como había sido capaz de llegar hasta mi habitación con mis propios pies, ¡Por dios! en mi vida me había cogido una borrachera de este nivel.

Y lo peor era la hora de recomponer todo lo que había pasado, y un buen punto por el que empezar es que era imposible que yo haya llegado hasta mi cama yo misma. Alguien tuvó que hacerse cargo de mi, pero... ¿Quién?

Mierda ni siquiera era capaz de recordar más allá de estar bebiendo en la barra de la discoteca con Celeste a mi lado. Debía de reconstruir los hechos, no sabía que estúpidas cosas había echo y eso me estaba matando.

Me senté en la cama y recosté la espalda en el cabecero, por el rabillo del ojo ví una hoja doblada en la mesita, me incline y agarré la nota aplanándola.

Fuí ha buscar alguna pastilla para ti, tenemos que hablar.

Fruncí el ceño confundida. No volvería a beber nunca más, jamás. ¿Por dios que había hecho? Me pregunté mientras me llevaba las dos manos a mi rostro, tapando mi desconcierto. Por lo menos había acertado, yo no había sido capaz de venir sola hasta aquí, aunque no sabía si eso era algo bueno o algo terriblemente malo.

A mi nunca me había sucedido el no acordarme ni siquiera de que estúpideces había hecho la noche anterior. ¿Y si había bailado en la barra del bar?¿Y si...? ¡mierda!, levanté las sábanas, relajándome al instante al verme en ropa interior. Bien por lo menos mi virginidad seguía intacta, al menos las cosas no se habían salido tan desmadre.

Volví a leer la nota, intentando identificar quien había estado conmigo toda la noche. ¿Era tan díficil dejar una maldita firma?, me pregunté a mi misma histérica. Pero justo algo me iluminó la mente. ¿Pastilla?¿Una pastilla para mi? Bien el pie me dolía bastante, como si me hubiese pasado toda la noche bailando. Sonreí ante mi suposición, aunque pronto se fue la sonrisa al darme cuenta de que aquello podía haber pasado.

La única persona que se me ocurría era Ray, pero dudaba excesivamente que él fuese capaz de haberse echo cargo de mi durante toda la noche. Él tenía una novia a la que cuidar. Era imposible que fuese él, pero... ¿Quién más podía ser? Matthew desapareció durante toda la poca anoche que recuerdo, y Celeste estaba aquí cuando me desperté, sería una tontería que ella me dejase una nota si....

Me destapé y como pude corrí hacia la puerta del baño, aunque más bien me arrastre hasta el manillar como pude. Toque la puerta con mis nudillos dejando tres suaves toques.

- ¿Si? - Preguntó Celeste desde dentro.

- Oye Cele ¿dormiste aquí anoche? - Pregunté esperando su contestación de pie en la puerta. El grifo de la ducha sonó, yo también debería ir a la ducha. Di un toque a la puerta al no escucharla responder.

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