Capítulo 15.

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¿Sabéis de esos cuentos imposibles de creer?

Pues yo estoy viviendo uno en estos mismos instantes.

Y mis ojos se comenzaban a cristalizar poco a poco sin poderlo retener.

Aquel árbol frente a mí tan familiar me hizo comenzar a recordar muchas cosas. Cosas que hasta ahora, por culpa de la amnesia se me hacía imposible recordar.

Aquel árbol de los recuerdos, sostenía en sus ramas fotos de momentos pasados. Momentos que nunca podría olvidar. Momentos que revivían de nuevo en mi memoria como si los estuviera viviendo uno a uno sin descanso.

Miré a Henry, llorando.

Y lanzandole un sonrisa, me lancé a sus brazos y comencé a llorar de la emoción.

-Henry...

Aquel nombre... Aquellos sentimientos que me transmitía desde la primera vez que le ví, han vuelto. Ya recordaba.

-¡Henry!

Lloraba.

Lloraba sin poder evitarlo. Todas las emociones volvían como un remolino de viento. Ahora mismo sentía todo y al mismo tiempo nada. Era como si todos esos momentos nunca se hubieran marchado, como si nunca hubiera tenido amnesia...

Le quería, le quiero y le querré el resto de mi vida.

Y al fin, podía mirarle a los ojos sin confusión de no saber.

Al fin podía decir perfectamente todo sin callarme por no decir lo correcto.

Y aunque no recordara lo demás, sé que tengo a la persona que amo sabiendo que todo esto ya no es una confusión. Que todo esto es real.

Me separé de él aún llorando, y comencé a andar camino hacia aquel árbol.

Cuando quedé en frente de aquel ancho tronco, miré hacia arriba para encontrarme con aquellas hojas verdosas que daban señal a la primavera. En ellas, se encontraban aquellas fotos. Entonces sin dudarlo, cogí una de aquellas imágenes para después quedármela mirando detenidamente.

Comencé a emocionarme.

Aquella imagen en la que Henry y yo nos encontrábamos en este mismo lugar, sentados en este árbol mirándonos cuando me confesó que me quería, me hizo comenzar a pensar. Pensar en que él y yo pasamos por unos momentos muy duros y entonces recordé...

Me encontraba en mi habitación destrozada por no estar con él. Un mes y medio y sin haberle visto. Ya no podía más escribiendo mis sentimientos en un papel. Ya no servía de nada. No le tenía cerca y eso es lo que me hacía daño.

Por eso, escribí mi última carta. Aquella carta en la que explicaba todo lo que sentía por él. Y le pedía perdón. Perdón por quererle tanto.

Una vez escrita aquella carta, me acerqué al cajón y de él saqué una pequeña cuchilla.

Me senté en la cama y tapándome con las sábanas comencé a cortarme los brazos hasta que todo quedó oscuro.

Y sin poder aguantarlo, comencé a llorar de nuevo.

Momentos del presenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora