Estoy paralizada. No puedo moverme, dejo que la multitud me arrastre. Debería de estar contenta, han seleccionado a mi hermana. Y a mi madre. Y a Jan. Y a mi. Pero no puedo. Por mas que busque, en la lista no está Henna. No está. No me entra en la cabeza.
Me encuentro delante de su casa. No sé cuando he llegado, pero estoy sudando. Llamo. Como no la he visto en la plaza, donde están las listas, imagino que las ha mirado por internet. Vuelvo a llamar. Al fin me abren. Me abre ella. Me lanzo a sus brazos y contengo un sollozo. Ella llora. Vamos a su habitación y nos sentamos en la cama. Apoya su cabeza en mi hombro y respira hondo.
Yo contengo las lágrimas para ponérselo menos difícil.
-Hay rebeldes en la ciudad.- Sé que mi padre me dijo que no lo contara, pero es Henna. Y se queda aquí.-Va-van a intentar construir otra nave. Mis padres están ahí. Todavía no han vuelto. Mi hermana está con la vecina. Lo que quiero decir es q-que no está todo perdido.- Le cojo la cara con las dos manos y la obligo a mirarme- Vas a vivir.- Acerca su cabeza a la mía muy despacio. Cuando nuestras narices se tocan, le susurro- Vas a vivir.- Cierro los ojos y nos besamos, es un beso dulce, triste, que me llena por dentro de amor y odio y de añoranza, y de miedo, mucho miedo. Nos besamos dos veces mas, pero yo me separo y apoyo mi frente en la suya. -No. Por Jan. No está bien.- Asiente. Nos abrazamos muy fuerte, hasta hacernos daño, como si nunca nos volviésemos a abrazar. Y probablemente sea cierto, porque la nave sale mañana.
Luego le doy un beso rápido y me voy, porque es doloroso estar ahí.
Al mediodía recojo a mi hermana y le doy la comida. Yo también como. Empiezo a preocuparme. Papá y mamá deberían de haber llegado ya. Hace rato. Pasan las horas y me pongo nerviosa. Al final no puedo parar de caminar por la sala. Camino rápido, doy golpes con los pies en el suelo y a la pared. Respiro hondo y me siento en el sofá. No estoy cómoda. Me siento en una silla. Tampoco. Le preparo la cena a mi hermana, y, cuando se la estoy dando, suena el teléfono. Vuelo a cogerlo y me tropiezo por el camino. Es mi padre.
-Adhara... No sé cómo decirte esto.
-Dónde estáis? Que ha pasado?
-Yo estoy con los rebeldes. Tenemos los planos.- Su voz no es alegre en absoluto, sino fatigada, mas cansada que nunca.- Nos pillaron. Hubo jaleo. Tu madre... Tu madre está en la cárcel.
Silencio. Silencio resentido. Lleno de rencor y de odio. Pero no puedo gritarle. No puedo.
-Adiós papá. Mañana Nashira y yo subiremos a la nave. Espero que los rebeldes tengáis un buen plan.
Cuelgo.
Así que estoy sola.
Henna no va a subir.
Papá no va a subir.
Y por su culpa, mamá tampoco.
Mañana, yo sí voy a subir a un autobús. Que me llevará a la nave. Que me llevará a la salvación. Pero ahora no sé si quiero la salvación. Sólo quiero a mi familia.
Pensar es doloroso, así que no lo hago. O lo intento. Me concentro en darle la cena a mi hermana, ponerle el pijama y ponerla a dormir. Mañana nos levantamos temprano. Me preparo el equipaje, que consiste en una bolsa de deporte grande y una mochila. Cojo dinero, ropa mía y de mi hermana. Comida y agua. Dos mantas. Cepillo de dientes. Teléfono. Ahora viene lo difícil. Objetos personales. Decido que cogeré algo que me recuerde a todos los seres queridos que dejo atrás.
El llavero de mi madre. Tiene forma de planeta tierra. Doble recuerdo. Doble dolor.
La púa de la guitarra de mi padre. Es negra salpicada de plata.
La piedra de cuarzo que encontré con Henna en el bosque cuando éramos pequeñas. Ella tiene la otra mitad. Encajan.
Por último, cojo una libreta y un bolígrafo. En la libreta están las firmas de todos mis compañeros de clase.
Para mi hermana cojo su peluche de pez naranja y una caja de colores. Así se entretendrá. Me tumbo junto a ella y cierro los ojos.
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La Nueva Era
RandomQué pasaría si un día anuciasen el fin del mundo por la tele? Qué harías si sólo te quedase un año y medio de vida?