La Nueva Era

Tierra

Hace tres días que se han marchado, y el caos se ha instaurado en el planeta. Por lo visto todo el sistema (los medios, el transporte, el orden en general...) estaba siendo sostenido por los pelos, y ahora que se han marchado y ya no hay motivos para seguir viviendo, ha estallado. No funciona nada. La tele, los teléfonos, los trenes, los autobuses... El dinero ha dejado de tener sentido. A casi nadie le importa ya tenerlo ni atesorarlo. Lo único que quieren es sobrevivir.

Los que aún tienen esperanza.

Porque abundan los que no.

El martes encontraron a Ernie colgado en su almacén. Por boca-oreja nos llegó que en la ciudad una madre mató a sus dos hijos, de dos y siete años, y que luego se suicidó, alegando que aquella muerte era mejor que la que nos esperaba a todos los demás.

Por otra parte, también están los idos. Les llamamos así porque están locos. Completamente locos. Hay algunos, los menos afectados, que se unen a sectas extrañas y hacen rituales escabrosos. Los que están peor... Bueno, nadie quiere hablar de eso.

Me tengo que recordar a menudo quien soy para no enloquecer también.

Me llamo Henna Bray.

Mi mejor amiga y mi novio se han salvado.

Los rebeldes quieren sacarnos de aquí.

No lo conseguirán.

Voy a morir.

No comprendo mucho lo que está pasando. Pero si algo tengo claro, es que me alegro por Adhara y por Jan. Los quiero mucho a ambos, pero Adhara me atrae como un imán. Quizá sea porque me gustan las cosas prohibidas. Siempre me han gustado. Recuerdo aquellos veranos en el cámping, antes de que Jan y yo empezáramos a salir...

Todo lo que me queda ahora son recuerdos.

Al final de la vida, una no se lleva sus objetos personales, ni su dinero, ni sus tesoros.

Sólo los recuerdos. Los sueños. Las personas.

Que injusto es que me dé cuenta ahora. Pero es todavía más injusto que mi hermano Joseph, de trece años, o mis hermanos Nora y Marc, de ocho años, se tengan que dar cuenta de ésta manera.

Tierra, 22 de enero de 2018.