02|Chistes malos.

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Los días pasaban sin mucha esperanza para la adolescente, la marca seguía ahí, un poco más desgastada y tenue, pero aún estaba impresa en su piel

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Los días pasaban sin mucha esperanza para la adolescente, la marca seguía ahí, un poco más desgastada y tenue, pero aún estaba impresa en su piel.

¿Había hecho algo mal? Que pregunta tan tonta.

Sí, no era la mejor persona, prefirió mirar a otro lado y fingir que las personas que apreciaba no eran unos monstruos. Sí, había sido egoísta con su falsa felicidad, había estado llevando una máscara durante mucho tiempo, pero poco a poco se parte y cae a pedazos, definitivamente esto lo merecía, de una u otra forma ella había hecho sufrir a muchos, se lo merecía y eso lo sabía bien, pero el saberlo no la hacía sentir mejor y el miedo de morir era real, tan real como el fuego frente a ella.

Los restos de la aldea que alguna vez llamó hogar eran finalmente calcinados por completo, liberando a las almas que entre los escombros estuviesen atrapadas. Esta era la despedida.

Después de un tiempo el fuego se consumió y la chica comenzó a caminar.

Se prometió a sí misma llegar al final del camino está vez, pero el camino que había decidido recorrer parecía alargarse cada vez más, no estaba segura de querer seguir.

Luego se planteó la idea de simplemente no regresar a Konoha, bien podría meterse en una cueva y esperar su inevitable muerte, ¿Alguien la buscaría? ¿A alguien le interesaba? Habían pasado dos años, no estaba segura de conservar a aquellos "amigos" que hizo en la aldea, no estaba segura de tener ningún lazo que la atara a esta vida.

Naruto era interesante de mirar, pero ¿Realmente eran amigos? Las pocas interacciones y compartir unos tazones de ramen los hacían amigos ¿Acaso era así?

Sasuke estaba condenado, era ese tipo de persona destruída con la que ella se identificaba, pero no eran amigos, no eran cercanos, lo poco que conocía de él era por Itachi, Sasuke era diferente se su hermano y era obvio.

Sakura era intensa, aunque se molestaba con facilidad, era el tipo de persona que Akira evitaba porque simplemente prefería lo que no era intenso. No eran amigas, ni siquiera conocidas, Akira no sabía nada de ella aparte de cosas frívolas.

¿Acaso tenía amigos?

Su padre, ese hombre que no le hizo demasiadas preguntas, que la arropaba en las noches cuando creía que dormía, que leía aquellos libros de adultos y la invitaba a cenar sushi, el mismo que le ofreció todo lo que siempre quiso y aún así no era un lazo real. Apenas se conocían, no hablaban más de lo necesario, no sabían exactamente como interactuar y entonces ella comenzó a actuar, a ser una Akira diferente, a ser otra persona para agradarle, porque muy probablemente la Akira real no sería tan amada ni bien recibida.

Y luego comenzó a llorar.

Patética, se sentía de esa forma desde que se dió cuenta que sus lazos eran una simple ilusión, ella jamás fué parte de algo, siempre fué esa pieza extra que era inútil dentro del juego de mesa.

Cuando se hizo de noche simplemente se recostó entre los arbustos a un lado del camino.

¿A dónde iba en realidad? ¿En serio podría volver a Konoha? Su mente se nublaba, sólo faltaban unos días más y la maldición finalmente la llevaría lejos. Lejos de la soledad y de cualquier cosa que doliera de alguna forma.

Sólo necesitaba esperar unos días más, sólo unos días y todo habrá terminado.

Cerró los ojos, demasiado cansada para seguir despierta, para seguir viviendo.

El golpeteo constante y el sonido de varias voces le hicieron despertarse demasiado temprano por la mañana.

Akira talló sus ojos mientras bostezaba.

—Finalmente despiertas, me estaba llegando a preocupar— habló una voz familiar.

Akira se levantó de golpe provocando un mareo que la hizo caerse de la camilla dónde hasta hace unos segundos descansaba.

—Haz madurado, pero sigues siendo tan torpe como el día que nos conocimos— habló de nuevo.

—¿Kabuto?— Akira mentiría si dijera que no estaba sorprendida.

¿Amigo o enemigo? Eso esperaba descubrirlo antes de que fuese tarde.

—Que bueno que recuerdas el nombre de la persona a la que le rompiste dos costillas— ironizó— Aún así salvé tu vida, ¿Acaso querías morir congelada en el bosque?—

—¿Dónde...?—

—Un escondite de Orochimaru-sama—

—¿Por qué si quiera te molestaste en traerme?—

—Lo mismo me pregunto— admitió— No somos amigos, eres una horrible persona con una horrible personalidad y desde que te uniste a Konoha somos rivales naturales—

—No me uní a Konoha—

—No trates de negarlo, sé que ese ninja con sharingan es tu padre biológico— la miró por encima de las gafas— Felicidades, no eres huérfana—

Akira frunció el ceño levemente mientras veía con curiosidad la habitación en la que se encontraban, parecía estar bajo tierra.

—Moriré pronto— anunció la peli plata— No debiste molestarte en traerme aquí y sí, quizá quería morir congelada—

Kabuto acomodó sus gafas antes de girarse. No debería decirlo, pero le gustaba molestarla.

—Felicidades de nuevo, podrás ver a tu familia muerta—

Akira simplemente suspiró con cansancio, era tan estúpido que creyera que algo como eso seguía molestándole, había madurado y aceptado muchas cosas, entre ellas el hecho de que sus padres y conocidos habían muerto hace mucho y estaban en un lugar mejor.

—Tus chistes no han cambiado en lo absoluto—

—¿No te vas a molestar y hacer una rabieta?— alzó una ceja.

—No seas estúpido Kabuto, no soy una niña—

—Veo que haz cambiado en algunos aspectos, eso es bueno— tomó algunas cosas y las puso dentro de una mochila— También te crecieron los pechos—

Akira se cubrió automáticamente mientras se sonrojaba y maldecia a Kabuto, quién estaba saliendo por la única puerta del lugar.

Padre [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora