Una versión corta de lo que había pasado los últimos dos años y vagas explicaciones fueron suficientes para que Akira finalmente pudiera escapar de Temari. Claramente la información solo calmaría su ansia por saber más durante algún tiempo, pero las respuestas que probablemente todos buscaban y sus respectivas explicaciones solo le pertenecían a una persona, y esa persona quizá esperaba por Akira en Konoha.
— No tienes que irte ahora, puedes quedarte algunos días— Temari ya lo había sugerido un par de veces más.
— Gracias por tu amabilidad, no la merezco— sonrió — Pero debo irme ahora, aún debo caminar bastante—
— Bien— aceptó al final.
No fue mucho, quizá solo cinco minutos de silencio incomodo mientras ambas chicas caminaban a la par hasta la entrada de la aldea, pero siendo sinceros, parecía una eternidad.
— ¿Qué crees que te espera en Konoha? — Temari no pudo evitar preguntar.
Una "desertora" volviendo a "casa" vaya tremendo lio se había armado esta niña y la rubia no podía pensar en nada que no fuese lo extraña que era, la mirada llena de dolor acompañada de la sonrisa impecable, esa extraña sensación de que mentía en cada palabra dicha y ese extraño sentimiento de estar viendo a un desconocido.
— Espero que algo bueno— admitió casi con humor— Ojalá sea algo bueno— reafirmó.
— ¿En serio vas a volver? —
— ¿Me estas cuestionando porque piensas que volveré a escapar? O ¿Acaso el efecto de mi jutsu se está perdiendo? —
Temari no supo que decir en ese instante, ni siquiera ella estaba segura de lo que Akira quería decir, jutsu, ilusión.
Y Akira desapareció.
El camino fue largo, se sentía cansada debido al casi nulo tiempo de descanso que tuvo la noche anterior. Ahora que lo pensaba detenidamente quizá esto era lo que Gaara sentía a diario, si ella se sentía al borde de un abismo solo después de una noche de mal sueño, no podía llegar a imaginar años de nulo descanso.
¿Por qué pensaba en ello ahora?
Bueno, siendo sinceros no tenía nada mejor que hacer mientras caminaba más que pensar en las personas que había tenido la oportunidad de conocer en el corto tiempo que pudo permanecer en Konoha. Había sido un buen tiempo, estar cerca de equipo siete y jugar con Konohamaru, poder tener la oportunidad de encontrar una verdadera familia, un lugar al que podía pertenecer.
Lamentablemente mientras más cómoda se sentía, más doloroso seria el final. Había mentido durante tanto tiempo que al final del día ella misma no sabía que parte de lo dicho era verdadero, cada día que pasaba se hundía más profundo en un mar de mentiras bien enlazadas que no le permitían salir a flote y respirar.
La gran entrada de Konoha se alzaba igual de irreal que el primer día que estuvo frente a ella. Los rayos de sol golpeaban ligeramente la madera de las grandes puertas desde el interior creando un efecto precioso, a Akira siempre le gusto ese sentimiento agradable que generaba el clima cálido y el cielo despejado que permitía que los rayos de sol lo bañaran todo.
Avanzó a paso ligero, por alguna razón no se sentía cansada justo ahora, era como si el cansancio se hubiese desvanecido gracias a la brisa ligera que le golpeaba la cara.
Dos ninjas que resguardaban la entrada se acercaron a ella.
— Identifícate y dinos tu propósito en la aldea—
Akira sonrió, la primera vez que estuvo ahí se había sentido intimidada.
— Mi nombre es Akira Hatake, he venido a la aldea en busca de mi padre, Kakashi Hatake—
Ambos ninjas intercambiaron una mirada y después uno de ellos dijo con voz solemne.
— Sígueme—
El ninja comenzó a caminar y Akira lo siguió a una distancia prudente. La peli plata miraba detenidamente la aldea mientras caminaba por la avenida principal, los niños jugando y los adultos charlando, al parecer la tranquilidad había vuelto a Konoha.
Akira fue guiada hasta la oficina de aquella rubia, la vieja la veía con el ceño fruncido mientras mantenía su mentón entre sus dedos entrelazados.
— ¿Por qué volviste? — Tsunade le preguntó sin rodeos.
Akira ni siquiera pensó que debía tomar asiento, y Tsunade tampoco le ofreció que lo hiciera.
— Estás siendo muy dura, quizá debo recordarle que solo soy una niña— mencionó seguido de una sonrisa.
— La calidad de un traidor no puede ser definida por la edad— le devolvió la sonrisa.
Akira chasqueó la lengua mientras se cruzaba de brazos. ¿Acaso siempre tenía una respuesta ingeniosa preparada?
— Eres una vieja muy lista— admitió con gracia.
— ¿Con quién crees que estás hablando mocosa? —
— Con la Hokage por supuesto, pero aún no he aprendido a respetar a mis mayores, después de todo soy solo una huérfana—
— ¿Crees que me causaras lastima? —
— Ni por un momento— extendió ambas manos hacia adelante y junto sus muñecas— Puede arrestarme si lo cree necesario, pero quiero ver a mi padre—
Las esposas se colocaron en las manos de la niña y dos ninjas la custodiaban, uno de cada lado.
— Estarás en prisión preventiva— Tsunade comenzó— Te haré un pequeño interrogatorio y si creo que dices alguna mentira deberá olvidar la posibilidad de ver a Kakashi— advirtió.
— Bien—
— Eso no es todo—
— ¿Qué mas necesita? —
— Un cabello, un poco de saliva— vaciló— Te haremos una prueba de ADN—
— Nunca creyó, ni por un momento, que yo fuera hija de él ¿verdad? —
— Siendo sincera, no— suspiró y se acomodó en su silla— Eres demasiado obvia, es como si estuvieses hecha para ser su hija y eso es algo de lo que se puede dudar—
— Sí, supongo que tiene razón—
➘₊̣̇ ˚ೃ
¿Hace cuanto tiempo no les ponía una nota al final de un capitulo?
Bueno, primero que nada ¿Como están? espero que muy bien o al menos bien .
Yo los saludo desde mi despacho en cuarentena. (Básicamente mi oficina en casa)
Quería decirles que aprecio enormemente el apoyo que reciben a diario mis historias, gracia a todos los lectores que votan y dejan sus preciosos comentarios y sobre todo gracias a todos los que participan en las pocas notas que he dejado.
Los tkm, gracias por todo.
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Padre [Libro 2]
FanficSecuela de "Papá" Leer el libro 1 antes de leer este para entender la trama. ❝No es simple, Kakashi tiene una hija.❞ Akira quiere romper la maldición que lleva consigo, pero antes de eso tendrá que sanar las heridas de su alma y quizá entonces pueda...