03|¡Kabuto estúpido!

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Akira lo dudo durante algunos segundos, pero es que en realidad no tenía nada mejor que hacer en aquel momento así que se decidió a seguir a Kabuto

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Akira lo dudo durante algunos segundos, pero es que en realidad no tenía nada mejor que hacer en aquel momento así que se decidió a seguir a Kabuto.

— Eres odioso— Akira llegó al lado de Kabuto.

— Si soy tan odioso, no me sigas entonces—

— No tengo nada mejor que hacer—

— Podrías ir a casa con papá y jugar a la familia feliz— sonrió con sorna.

— Muy gracioso, pero no voy a regresar, me fuí hace tiempo y ese fué el final—

Kabuto detuvo su andar y le dirigió una mirada escéptica a la chica.

— El final, ya veo, aún crees que puedes vivir por tu cuenta— sonrió— Eres inmadura y llorona, estás tan mal de la cabeza que tú y yo congeniamos, pero algo de sentido común debe haber en tu interior, has que esas dos neuronas que tienes trabajen— golpeó la frente de la chica.

— ¡Deja de tratarme como si fuese estúpida! ¡No lo soy!—

Kabuto resopló.

— Pero es que eres estúpida— la corrigió— Tan estúpida como para terminar en el lugar que comenzaste—

Akira abrió la boca tratando de decir algo, pero al final no encontró una respuesta pues no entendía del todo lo que el imbécil cuatro ojos quería decirle.

— Ves que sí eres estúpida— sonrió levemente.

— Eres tan odioso— se cruzó de brazos.

— Y tú una inmadura insoportable— tomó a la chica del brazo e hizo que lo mirara directamente— ¿No lo has notado? Cuando eras esa niñita asustada al lado de Orochimaru-sama siempre le seguías, de aquí hacia allá, el panorama no ha cambiado mucho—

— No es lo mismo...—

— Eso es lo que te gustaría creer, pero sigues asustada y continuas siguiéndome como si fuese una buena influencia— sacudió la cabeza— Eres tan tonta como para dejar atrás lo bueno que tenías, ese padre tuyo y esa aldea estúpida—

— No es mi verdadero hogar—

— ¿Entonces por qué estás llorando?—

Hasta escuchar las palabras duras de Kabuto, ella no se había percatado de que las lágrimas cálidas caían por sus mejillas y delineaban su mentón para terminar por empapar la tierra a sus pies.

— No soy un buen tipo, pero tú no eres como yo, tú si perteneces a un lugar—

— No es... mi hogar— sollozó.

— Debo ir con Orochimaru-sama, tu deberías ir a casa—

Kabuto se adelantó para seguir su camino, realmente quisiera poder quedarse o "ayudar" de alguna manera, pero para su mala suerte su propia amabilidad siempre había sido nada más que un montón de mentiras, no podía ofrecerle mentiras, no a ella.

— ¡No me dejes atrás!— Akira lo alcanzó hasta caminar a su lado.

— Te dije que te fueras—

— Y yo te dije...— fue interrumpida.

Los labios cálidos y húmedos se estrellaron entre sí con un toque de desesperación acumulada. Akira se separó rápidamente mientras en sus ojos las lágrimas volvían a salir.

— ¿Qué haces?— preguntó confundida.

Kabuto aún mantenía su mano sosteniendo la de Akira, parecía no darse cuenta.

— Es bastante obvio ¿No?— elevó sus gafas con sus dedos índice y corazón— Podría repetirlo para que lo entiendas— sonrió.

— No es real y lo sabes...—

Las mejillas de la chica adquirieron un tono rojizo y se soltó de la mano de Kabuto mientras sostenía sus mejillas, las cuales podían sentirse calientes debido a la vergüenza.

— ¡Kabuto estúpido!—

El mencionado soltó una risa leve mientras comenzaba a alejarse.

— ¡Estúpido! ¡Estúpido!— gritaba una y otra vez mientras su rostro se tornaba cada vez más caliente.

— Ve a casa, nos veremos después— elevó una mano en señal de despedida, pero sin girarse a mirarla.

— ¡Fué mi primer beso! ¡Estúpido!—

Qué infantil, y de esa manera pensaba vivir por su cuenta, pensó.

— Vaya, primer beso— sonrió aún más— Tal vez deba pedirle tu mano a tu padre— se burló.

— ¡Kabuto estúpido! ¡Te mataré!—

Pero el chico de gafas ya se encontraba lo suficientemente lejos como para fingir no escuchar las quejas de la menor.

Akira frunció el ceño al ver cómo el único contacto humano que había tenido en meses se escapaba después de... después de... de.... Sus mejillas no podían ser más rojizas, sentía que podría morir de la pena, de todas las maneras en las que era posible morir, prefería no morir de esa manera.

Maldito cuatro ojos, siempre hacia lo que le venía en gana, siempre haciéndola rabiar y dejándola sola de todas maneras. La había vuelto a dejar sola, pero al menos esta vez estaba segura de que él estaba pensando en alguien más que sí mismo.

Akira se agachó en medio del camino y escondió su rostro entre sus rodillas, ¿Acaso tenía razón? ¿Debía volver? De todas maneras ya lo había perdido todo, no tenía nada más que arriesgar.

Oh, en estos momentos extrañaba tanto a Ryaku, siendo hablador y gracioso, protegiéndola y modificando la realidad. Quizá debió pedirle que también modificara sus pensamientos.






Padre [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora