Capítulo 12
El domingo nos la pasamos en la piscina, y el lunes temprano era hora de regresar a casa. Salimos a eso de las 10 am el lunes. Para mi sorpresa, Will me llevó de paseo por Massachusetts. No tenía idea de lo bella que era. Dentro del lugar recorrimos paisajes, no demasiados, pero los pocos a los que fuimos realmente valieron la pena. El aire fresco hacía que volviera a tener ganas de vivir, o vivir con más intensidad lo poco que me quedaba… Paramos en un lugar relativamente antiguo, con casas clásicas, enormes, por lo visto era un sitio donde frecuentó gente con recursos económicos altos. Eran bellísimas, no como las de Inglaterra pero tenían su encanto, típico del lugar y de la arquitectura de Estados Unidos. Los jardines que adornaban la parte de la delantera de esos hogares eran un espectáculo de colores. Tulipanes de color amarillo, rojo, rosa viejo; conejitos de color lavanda, lila, y hasta violeta. Hasta había hammamelis, es un arbusto típico de Massachusetts que crece en casi todo el lugar. Lo particular de este arbusto es que primero se caen sus hojas y luego nacen sus flores amarillas. El día también estaba espléndido, como es primavera el sol calentaba, pero no agobiaba y se combinaba con el viento ligero de la época. El cielo estaba despejado y celeste, el celeste más puro que jamás haya visto. Decidimos parar un poco cerca de un bar de comida rápida. Compramos la comida chatarra y nos sentamos en el capó del auto; mientras comíamos observábamos el paisaje. Al menos yo lo hacía, William estaba concentrado en su sándwich.
‒ ¿Te gusta? – preguntó Will con la boca llena por el emparedado.
‒Es bellísimo.- dije anonadada, sin apartar mi vista del cielo celeste.
‒Pensé lo mismo la primera vez que vinimos con mis padres.- ya no miraba el sándwich. Me miraba.
El sol del mediodía comenzó a impactar más fuerte, y los destellos de este chocaban con los ojos de él. El verde de sus ojos ya no era el verde de siempre, era esmeralda. Impactante. Bello. Lleno de vida. Lo mejor era que eran sus ojos y que me estaban mirando. No sólo sus ojos estaban para mí, sino que todo él lo estaba. Creo que es maravilloso tener a alguien que esté dispuesto a dar todo por el otro.
‒Tienes buena relación con tus padres.‒ no podía dejar de mirar sus ojos.
‒Síp.‒levantó sus comisuras en un intento de sonrisa‒Tú también tienes buena relación con los tuyos.
‒Sí, es que también son lo único que tengo.
‒También tienes a tus amigos, a mí…
‒Sí, no…pero no es lo a lo que me refiero. Ellos son lo único que siempre tuve. Creí tener a Marlene, pero la perdí. Vivo con el miedo de perder a la gente que me importa.
‒Pero a Marlene la perdiste físicamente, aún la llevas en el corazón y en la memoria. Está contigo, para recordarte todo lo bueno que te dio, y lo malo, y tú no repetir sus errores.‒su tono de voz era serio y fuerte.
‒No me lo reproches.‒ comencé a enojarme.
‒No te lo estoy reprochando, sólo te lo estoy haciendo ver.‒ ahora su tono era sereno.
‒Perdón. A lo que iba es que me da miedo estar sola, sentirme sola. Volver a sentirme así.
‒Es que no vas a estar sola, Maní. Nunca más. Tienes a Florence, Cedric, que siempre me pregunté si era gay.- frunció la boca y el ceño - Tienes a tus padres, a mí… a mi familia. Mis padres te adoran.‒comenzó a jugar con mi pelo.
‒No toques mi pelo, tienes la mano llena de grasa.‒ arrugué la nariz en señal de asco.
‒Oh, lo siento, Señora Cooper. Había olvidado que eras inglesa.‒ imitó mi acento y no pude hacer más que reír.
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Billie
Teen FictionDos adolescentes emprenden una aventura llena de risas y romance para completar la lista de ''deseos de antes de morir'' de una enferma terminal.