Cap. 14

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Capítulo 14

Me desperté luego de unas 15 horas de haber estado inconsciente en una cama de hospital. Papá estaba recostado sobre una silla con la cabeza en mis rodillas. Me moví un poco y se levantó.

‒Hola dormilona.

‒Hola Papá, ¿qué pasó? ‒se quedó mirándome en silencio‒ ¿qué pasó? ‒insistí.

‒Tenía el presentimiento de que si ibas a Massachusetts algo malo iba a pasar, ‒agachó la cabeza y se miró las manos ‒ y no fallé.

El Dr. Lucas entró a la habitación.

‒Buenas tardes ‒dijo al entrar. ‒ ¿Cómo te sientes?

‒Bien, supongo. ¿Qué pasó?

‒Bueno, tu cerebro comenzó a presionar, y eso hizo que sangraras. Ya te había dicho antes que probablemente eso sucedería. En unas horas vamos a hacerte unos estudios. ‒Hizo una pausa‒ ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un sangrado de nariz?

‒No sé, unos meses.

‒Bien. ‒Se paró junto a la puerta ‒ Señor Cooper, acompáñeme. Billie, te quedarás con Abbie.

Salieron de la habitación, y me quedé a solas con Abbie, mi fiel enfermera, quien estaba leyendo una revista y de a ratos miraba por la ventana.

‒ ¿Sabes algo de Bliss…? No recuerdo su apellido. Estaba aquí la primera vez que vine, por un cáncer de pulmones.

‒ ¿Una rubia?

‒Sí. Llevaba un carrito para respirar.

‒ Sí. La vi hace una semana. Oí que estaba jodida, que tenía mucho líquido en los pulmones y que no podía respirar. Rompió las reglas, una fumadora.

‒ ¿Podrías preguntar por ella?

‒Claro. En seguida regreso. ‒Salió de la habitación y volvió a los cinco minutos. ‒ Cariño… Acaban de avisarme que Bliss murió el domingo. Lo siento mucho.

Que espanto. Que mierda. Que alentador. Jodido cáncer.

No supe exactamente qué decir, así que me quedé callada. Hubiese preferido morir antes, esa chica me caía bien.

‒ ¿Eran amigas? ‒Me preguntó Abbie para romper el silencio.

‒No. Sí. No sé. Hablamos una sola vez. Me caía bien.

‒Supongo que, la vida no es para todos.

‒Y yo voy en el tren de los que no encajamos.

‒No es lo que quería decir, lo siento, lo que dije fue estúpido.

‒Descuida, oigo ese tipo de cosas todo el tiempo. ‘’El cáncer es un asco, no debería existir’’, y los que dicen eso saltan en un pie al saber que no lo padecen. No te culpo por tener suerte. ‒Se quedó en silencio ‒ Tener cáncer es similar a estar en los juegos del hambre, o así es como yo lo veo. Se eligen los menos afortunados y los llevan a una matanza. ‘’Felices Juegos del Hambre. Y que la suerte esté siempre de su lado. ’’ En plan: Los distritos son los diferentes tipos de cáncer, los jugadores somos nosotros, los elegidos, las víctimas. Y de esas víctimas, solo uno, o dos, tendrán el placer de salvarse, los demás morirán en la batalla.

‒Creo que entiendo.

Pasaron unas horas, luego me preparé, me puse un traje ridículo de enfermo de hospital, y me metieron a una máquina de resonancia magnética para realizar los estudios. A los tres minutos ya estaba fuera.

‒ ¿Y bien? ‒Preguntó mamá.

El Doctor tenía cara de preocupación.

‒ ¿Qué pasa? ‒Insistió papá.

Yo no dije nada, me senté sobre la camilla.

‒Billie, ya puedes ir a cambiarte. ‒me avisó Abbie.

Me fui a cambiar, pero no quería irme todavía. No entiendo porque jamás me decían nada. ¿Acaso no me veían lo suficientemente fuerte o valiente como para aceptar lo que pasaba? En fin era yo la que se moría. Hubiese preferido que me hayan dicho solo a mí las cosas, entonces mis padres no debían sufrir con ello.

Terminé de cambiarme, tomé mi mochila y salí afuera. Mamá y Papá estaban en la sala de espera. Mamá lloraba y Papá la consolaba. No quería interrumpirlos. Así que opté por ir a la oficina del Dr. Lucas.

‒ ¿Qué pasa? ‒dije al entrar.

El Doctor se dio vuelta en su  silla giratoria, se quitó los anteojos y se quedó mirándome con sus manos entrelazadas.

‒El tumor ha crecido. ‒Menuda mierda.   

‒ ¿Cuánto tiempo me queda?

‒Siete u Ocho meses.

‒Gracias.

Salí de la habitación. Procuré no pasar por la sala de espera a donde estaba mis padres.

 Cuando salí del hospital comencé a correr. Corrí, corrí y corrí.

Ahí estaba mi vida. Dependiendo de unos ocho meses. Colgando de un hilo. Pero no era el hecho de estar muriéndome lo que me preocupaba. Me preocupaba que pasara con las personas que me rodeaban. William, Florence, Jack, Cedric, los abuelos. Mamá y Papá. Un fragmento de Bajo la Misma Estrella dice ‘’Si hay algo peor que tener cáncer, es tener un hijo con cáncer’’, y es totalmente cierto, si hay algo peor que estar muriéndote, es tener un hijo que se está muriendo. ¿Cómo iba a hacerles eso? Era inevitable. No quería lastimarlos, pero, era inevitable. Todo esto era un asco, un completo asco.

Corrí, y seguí corriendo. Hasta que llegué a casa, y me encerré adentro. Corrí hasta mi cuarto. Y me quedé mirando mis pertenencias.

Estaba enojada conmigo misma.

Bajé hasta el patio. Tomé un bote de hojalata que papá usaba para nada. Y tiré palos y hojas de diario adentro. Busqué un fosforo de la cocina, y encendí lo que había en el tarro.

Luego subí a mi cuarto, tomé una bolsa, y tiré fotos, revistas, libros, muñecos, vestidos, y ropas que ya no quería.

Bajé nuevamente, y vacié esa bolsa adentro del bote. Me quedé observando como todo se quemaba. Como todo eso se iba. Caían lágrimas por mi rostro.

Mamá y Papá llegaron.

‒ ¡Billie! Nos mataste del susto. ‒Exclamó mamá ‒ ¿qué estás haciendo? ‒miró dentro del bote y se quedó mirando como todo eso se estaba prendiendo fuego ‒ ¿por qué haces esto? ¡Es injusto, Billie, nos dejas con nada!

Salí corriendo y subí a mi habitación. Papá salió atrás mío. Que escándalo.

Me odiaba por hacerles esto. De la rabia e impotencia, tiré mi biblioteca, luego di vuelta mi colchón. Perdí las fuerzas, las cuales eran ya escasas en todo ese tiempo.

Papá entró corriendo a la habitación.

‒ ¡Eh! ¡Ya! ¡Tranquila!

Me senté en el suelo.

‒Me odio. Me odio. Odio todo esto. Todo está saliendo mal. Estoy harta de mi misma. Soy una asquerosa y repulsiva persona. Odio hacerles esto a todos. ¡Lo odio!

Papá se agachó y me abrazo.

‒Ya, tranquila. Todo va estar bien. No hay nada de qué preocuparte. Nos recobraremos de alguna manera. 

BillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora