Johnny, El Protector

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—¡Llegó la ambulancia!

Luego del pequeño caos que se formó mientras los peritos forenses analizaban la escena del crimen, descubrimos que había un individuo vivo en el sitio del hallazgo de los cuerpos. Era un joven, y su reacción al toparse con los oficiales de intentar huir y resistirse al arresto detonó que se le intentara neutralizar para someterlo. Pero sus gestos, sus gritos, la forma en la que se resistía mientras intentaban sujetarle se me hizo extrañamente "familiar" y no pude evitar asociarlo de inmediato a mi amigo Bob de cuando era niño. Fue allí donde intervine, porque comprendí que este chico era especial.

—¡Hey! ¡Tranquilo! Nadie va hacerte daño. Queremos ayudarte. ¿Comprendes lo que digo?

Él no me miraba, pero permanecía aferrado a mi pecho aterrado. Sollozaba y se escondía de todos. Yo le mantenía cubierto con mi chaleco y lo sostenía sin ejercer presión sobre su cuerpo. Al menos lo tenía controlado, pero sus ropas estaban cubiertas de sangre y no podía saber si estaba herido. Entonces llegaron los paramédicos, entre ellos mi amigo Thomas Green, que esperaba supiera cómo proceder en un caso como este.

—¿Está herido? —Me preguntó.

—No lo sé. Apenas y puedo controlarlo. Creo que es autista, está aterrado y posiblemente es el hijo de las víctimas.

Tommy volteó y vi los cuerpos cubiertos con las sabanas que estabas a pocos metros de nosotros. Entonces intentó sujetar al chico, pero este empezó a agitarse y no quería separarse de mí.

—Tenemos que subirlo a la ambulancia y revisarlo. ¿Puedes hacer que suba?

—Lo intentaré.

A todas estas yo estaba arrodillado en el piso con el muchacho aferrado a mí. Traté de levantarme y llevarlo pero enseguida enloqueció. Empezó a sacudirse a gritar y trataba de huir de nuevo.

—¡No! ¡No! ¡Cálmate! ¡Cálmate! Todo va a estar bien, tranquilo... ¡Ven conmigo! ¡Ven!

Pero este se resistía y sólo quería correr. Peor fue cuando empezó a gritar y llorar y llamar a sus padres:

—¡¡¡Mamá!!! ¡¡¡Papá!!! ¡¡¡Mamá!!! ¡¡¡Papá!!!

El chico sólo quería soltarse y lanzarse a donde estaban los cuerpos de sus padres. Por más que esto para nosotros era parte de lo que veíamos día tras día como parte del cuerpo de investigación de homicidios, aun nos conmueven ver cosas así. Volví a sujetarlo esta vez un poco más fuerte y lo atraje hacia mí.

—¡Tranquilo! ¡Tranquilo! Quédate conmigo...

Volví a cubrirlo con mi chaqueta y aunque seguía llorando, se volvió aferrar a mi. Le hizo un gesto a Tommy y este comprendió perfectamente que la situación no era sencilla.

Se dirigió entonces a sus compañeros:

Díganle a Daniel que apague las luces y el motor. Uno de ustedes apague los equipos que hagan ruido y todas las luces brillantes o muy fuertes dentro de la ambulancia. Tenemos un joven con una condición especial aquí, así vamos a intentar tranquilizarlo para revisarlo. ¿Comprenden?

Estos fueron a acondicionar la ambulancia mientras Tommy se subió a la ambulancia y regresó minutos después con una jeringa.

—Esto le calmará al punto que podamos manejarlo sin riesgos para él o para nosotros. Trata de sujetarle el brazo y acércamelo.

Con mucho cuidado traté de voltearlo, o al menos al punto de poder sujetar su brazo. Cuando quedó expuesto, Tommy se acercó y de forma muy veloz logró inyectarle. El chico de inmediato reaccionó sacudiéndose para huir.

CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora