Espera

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Pasó una semana y Rey estaba cada día mas triste. Ya ni siquiera veía a Ben en sueños. Entrenaba, comía y dormía sin ganas de nada. Se puso solitaria y pesimista, evitaba el contacto con todos, incluso con Finn, su mejor amigo.

Leia veía el desgano con el que aparecía a buscar comida y se encerraba tardes enteras en su cuarto o se iba al claro. Ella podía sentir la alteración en la Fuerza cada vez que aparecía uno de sus Fantasmas. Tuvo mucha curiosidad, se propuso acercarse a Rey y pedirle que la llevara para conocer a Anakin. A pesar de que este se redimió, Leia siempre mantuvo sus resquemores. Después de todo, fue torturada por su propio padre para obtener información de la Resistencia.

Sabía que Rey se iba a entrenar después del desayuno y decidió esperarla a la salida del comedor. Necesitaba cerrar el circulo y ver si podía darle el perdón a su padre o al menos a su espíritu.

Rey salió de la cocina con fruta y panecillos que echó en su morral. Había comido junto a Rose, Finn y Poe de bastante mala gana, ni siquiera pronunció palabras, con suerte el saludo y la despedida. Se encontró con Leia que estaba ataviada con un mono gris, una chaqueta sin manga azul y un morral.

- ¿Dónde vas Leia? -Preguntó curiosa.

-Voy contigo. Es hora de enfrentar a los fantasmas del pasado.

Rey se sorprendió, pero entendió a lo que se refería la General. Ella supo algo por rumores de pasillo, pero siempre tuvo miedo de preguntar para confirmar. No fue capaz de negarse a su requerimiento. Además, efectivamente ese día debía reunirse con Anakin, era como si Leia lo hubiese intuido. Solo se preguntó si la General, sería capaz de verlo.

Bajaron del árbol y se fueron rumbo al claro en el speeder. Fue un viaje silencioso e incómodo. Leia no solía andar con rodeos, aunque hizo una gran excepción con la Jedi no preguntándole ni por su hijo, ni por Ben.

Llegaron al claro, se bajaron del speeder y se acercaron a la piedra donde Rey solía esperar a sus maestros. Leia sacó una manzana y se puso a comer de los nervios que tenía. Era un momento que esperó toda su vida; enfrentar a su padre sin una máscara.

No pasó mucho tiempo cuando el Fantasma de Anakin apareció. Cuando Rey lo vio, miró a Leia para saber si ella también lo veía. Lo comprobó cuando esta dejo caer su manzana y sus ojos se llenaron de lágrimas. Anakin se acercó a ellas intrigado, pero al acercarse completamente su cara apagó el gesto por uno de tristeza y culpa. Su hija, la que lastimó cuando no sabía quien era, estaba frente a él. Mas de treinta años pasaron para que se diera esta oportunidad.

Leia se levantó de la piedra y esperó que él llegara. Rey fue ignorada por la situación, por lo que se quedó quieta y expectante.

-Leia... -Dijo Anakin con el rostro serio- Yo...

-Sé que lo sientes -Respondió ella mirándolo hacía arriba.

Se quedaron quietos observándose. Rey podía sentir la pesadumbre de Anakin y de Leia.

-Si hubiese sabido que eras mi hija, hubiese hecho las cosas diferentes... Palpatine me engañó diciendo que ustedes murieron junto a su madre... Aunque tuve la sospecha cuando te vi y traté... traté de leerte para ver quien eras... supe que eras adoptada y que amabas a tus padres, que te cuidaron siempre como su tesoro mas preciado... En ese momento no era algo que me importara... No lo niego... Estaba tan sumergido en mi maldad y en mi propio dolor que fui un egoísta... Tienes todo el derecho del mundo a odiarme... -Anakin dijo quebrado- Sé que no me vas a perdonar nunca...

-No puedes asumir eso... Padre -Leia estaba llorando- Tú mas que nadie sabe que el odio lleva al lado oscuro... Si te odiara, estaría sumergida en la miseria y la maldad.

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