CAPÍTULO 8: DOLOR

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CAPÍTULO 8: DOLOR

Blaine sacó los pantalones de la bolsa para ponérselos, ajeno de que no estaba solo. Tenía tantas cosas en la cabeza que no prestaba atención a su alrededor. Sólo pensaba en Sam, en su cuerpo y en si le gustaba o realmente no se sentía atraído y por eso no habían tenido sexo.

Sabía que podría necesitar tiempo porque el sexo entre dos hombres es distinto al sexo entre un hombre y una mujer. Sin embargo, sabía que Brittany era muy experimentada y había puesto el listón muy alto. Esperaba estar a la altura.

Estaba a punto de darse la vuelta para sentarse en el banco para ponerse los pantalones cuando escuchó una voz que todavía le producía escalofríos.

–Hola, Blaine...

–¡¿Qué haces aquí?! –El aludido preguntó sobresaltado. Miró a su alrededor para buscar a alguien que pudiera ayudarle y se dio cuenta de que nadie los escucharía, nadie sabría lo que allí pasaría. Sintió su corazón latir con fuerza... ¿Iba a sobrevivir esa vez? ¿Volvería al hospital? Sólo había una cosa en la que podía pensar, y eso era Sam. Apenas habían podido disfrutar de su amor y sabía que iba a sufrir si a él le pasaba algo...

–Verás... Pensaba que ya te había dejado las cosas claras... Pero parece que no. No solo no has aprendido la lección... Sigues esparciendo tu polvo de hadas, contagiando a todos los que están a tu alrededor... –Henry decía desafiante. Presionaba sus puños, como si estuviera preparándose para dar un golpe.

–Yo...

–¡No mientas! Sam era un chico normal hasta que se hizo amigo tuyo y... Es influenciable y sé que le has convencido de que es como tú...

–No, yo no... –Blaine empezaba a temblar, no le gustaba lo que estaba viendo. Sintió que lo empujaban contra la pared y se bloqueó. Sabía boxear, pero era diferente darle golpes a un saco a enfrentarse a la persona que había protagonizado sus pesadillas durante años.

–Sí, tú sí... Pero hoy vas a darme las gracias porque me siento generoso... ¿Quieres saber lo generoso que me siento? –Henry preguntó de manera amenazante, por lo que el más joven sólo pudo asentir. –Voy a dejar que te vayas sin un rasguño... ¿A que soy generoso?

Anderson sabía que no podía ser tan bonito. Estaba acorralado por uno de los homófobos más agresivos que había conocido y ya lo había llevado a un hospital antes, ¿por qué no ahora?

–Gracias... –Fue todo lo que se atrevió a decir.

–Sin embargo, tú vas a hacer algo para agradecerme esa generosidad, ¿verdad? –El mayor preguntó.

–¿El qué? –Blaine tenía miedo. Empezaba a comprender hacia donde iba esa situación y no le gustaba.

–Vas a romper tu relación con Sam. –Esas palabras fueron como un cuchillo que se clavó en el corazón de Anderson. Le estaba pidiendo que dejara a la persona que mejor lo conocía, que mejor lo comprendía...

–Yo, no...

–No me sirven excusas. Quiero que desaparezcas de la vida de Sam. No quiero que cometas con él más aberraciones como las que gente como tú hacéis... Ni siquiera quiero que seáis amigos. Vas a alejarte de él...

–Por favor, cualquier cosa menos eso... –El Cheerio suplicó, no quería encontrarse en una situación así.

–¿Recuerdas lo que te hice a ti y a tu asqueroso amigo hace unos años? –El mayor preguntó.

–Sí... –Blaine intentó tragar el nudo que se le había formado en la garganta. Tenía ganas de llorar, pero no iba a darle esa satisfacción a su agresor. Bastante tenía ya con que no podía ocultar el pánico que le embargaba en ese momento.

–En ese caso, sabes de lo que soy capaz de hacerte... Y de hacerle a Sam... ¿Piensas que me importa que sea mi primo? ¡Con más motivos tengo que mostrarle que lo que está haciendo está mal! Simplemente estoy siendo generoso y dándote la oportunidad de que nos ahorremos todo eso... ¿Lo harás? –Henry quiso saber, todavía mantenía al otro contra la pared, aunque sabía que no era necesario. Sabía que tenía que aprovecharse de ese miedo que le tenía, porque realmente jamás sería capaz de enfrentarse a su primo. Sabía que sus tíos no le dejarían seguir con ellos y, tras todo lo ocurrido, sus padres tampoco lo aceptarían. No era idiota, no iba a arriesgar su futuro por culpa de hacer lo que creía que era correcto.

–Lo haré... –Blaine susurró y se alegró de que fuera suficiente para que el otro lo soltara y se marchara sin decir nada más. Ese fue el momento para que se derrumbara y dejara sus lágrimas caer.

Pam vio como su hijo llegaba a casa y subía rápidamente a su habitación sin siquiera saludarlos. Hacía unas horas le había mandado un mensaje diciéndole que tenía entrenamiento de las Cheerios hasta tarde y que se retrasaría. Desde luego, ella no se esperaba que llegara tan tarde que hasta el propio James llegara a casa antes que él.

Si la entrenadora Sylvester no hubiera mostrado que era capaz de hacer cualquier cosa, ellos irían a pedirle explicaciones. Sin embargo, después de todo lo que había hecho para que Blaine formara parte de las animadoras, no querían más problemas.

Escuchó que se cerraba la puerta de la habitación de su hijo con fuerza y decidió subir para ver que pasaba y su marido la siguió. Antes de llegar a su destino, escucharon un sollozo que venía desde el interior de la habitación. Pam casi comenzó a correr hacia allí, pero James la detuvo.

–Para. –Él pidió.

–Mi niño me necesita. –Ella explicó.

–No, Pam. No es cuestión de que te necesite o no... No sabemos qué le pasa y no sabemos si lo que necesita es estar solo... Por mucho que nos duela no poder ayudarle, tenemos que dejar que sea él quien venga a pedir ayuda. –El hombre acarició la espalda de su esposa, deseando relajarla.

–Sé que algo le pasa, James. No sé qué... Está con Sam, ha ganado los Regionales, tiene unas notas maravillosas, su novio va a graduarse a la vez que él... ¿Qué puede pasarle? Sam dice que nadie se mete con ellos en el instituto... ¿Por qué está así? –La mujer estaba desesperada.

–¿Han llegado las cartas de admisión de Juilliard o NYADA? ¿Puede ser que lo hayan rechazado? –El padre cuestionó, pensando en qué podría ir mal en la vida de su hijo. Estaba de acuerdo con Pam, era muy extraño que estuviera así ya que su vida parecía estar mejor que nunca.

–Si hubieran llegado, yo me habría enterado... –Negó con la cabeza.

–En ese caso, lo único que nos queda es darle su espacio y esperar que nos cuente lo que le ocurre. Lo conoces, si lo presionamos se alejará más. Después de todos los malentendidos que ha tenido esta familia, creo que lo mejor será no hacerlo enfadar. –Él explicó.

–¿Crees que Cooper podría hacerlo hablar? Sé que lo llama todas las semanas... Puede intentar dirigir la conversación...

–Conoces a tu hijo, no es nada discreto. Acabaría contándole que todo es idea nuestra y Blaine se enfadaría. Nuestro hijo es inteligente y tiene muchas personas a su alrededor que lo quieren y cuidan. Seguro que todo se soluciona pronto... Vamos a cenar nosotros, no creo que Blaine nos acompañe esta noche...

Perseguido (Blam - boyxboy)Where stories live. Discover now